El Papa lanza una reflexión mundial sobre la familia - Alfa y Omega

El Papa lanza una reflexión mundial sobre la familia

En vísperas del Consistorio para la creación de 16 nuevos cardenales, el Papa ha convocado a los cardenales de los cinco continentes para reflexionar sobre la familia y preparar el terreno para el Sínodo extraordinario que se celebrará en octubre. Algunas Conferencias Episcopales han presentado los resultados del cuestionario enviado no sólo a los obispos, sino también a los fieles, que reflejan una clara tendencia a vivir una fe a la carta en materia de moral sexual o de doctrina sobre el matrimonio. El gran reto es cómo evitar que este tipo de cuestiones se conviertan en motivo de alejamiento de la fe para muchas personas

Jesús Colina. Roma
El Papa Francisco con una familia, en la Eucaristía de la fiesta de la Epifanía, el pasado 6 de enero

Para la Iglesia la cuestión de la familia se ha convertido en una cuestión decisiva. Con frecuencia, su ruptura termina siendo uno de los motivos de mayor sufrimiento. Y, en ocasiones, es la causa de alejamiento de la comunidad eclesial. El sufrimiento de las familias supone, por tanto, profundo sufrimiento para la Iglesia. Y el Papa Francisco, que tiene como prioridad de su pontificado acompañar a los hombres y mujeres en sus sufrimientos, ha convocado una reflexión global sobre la realidad, fragilidades y desafíos de la familia hoy.

Una consulta mundial

Esta reflexión tendrá un momento culminante, el Sínodo de los Obispos del mundo, que se celebrará en el Vaticano, el próximo mes de octubre. Será el primer Sínodo de este pontificado, y el Papa ha reformado su metodología para promover una interacción mucho más activa entre sus participantes. Pero el Papa no quiere escuchar sólo la voz de los obispos. Por este motivo, ha enviado a todas las diócesis del mundo un cuestionario con algunas preguntas fundamentales para comprender cuál es la situación de la familia en los diferentes continentes. Algunas de las preguntas son muy directas. Por ejemplo, la Secretaría del Sínodo pide evaluar el porcentaje en cada región de parejas que en vez de casarse, deciden convivir para ver si funciona, a prueba. Asimismo, pide analizar los datos estadísticos sobre las uniones libres en los diferentes países.

Otra de sus preguntas evalúa la relevancia numérica dentro de la Iglesia de las personas separadas y de los divorciados que se han vuelto a casar. «En estos casos –pregunta–: ¿cómo viven los bautizados su irregularidad? ¿Son conscientes de ella? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?».

Las diócesis han recogido las respuestas de los fieles a éstas y otras preguntas y las han enviado a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, para la elaboración del documento de trabajo, que será analizado por los participantes en el Sínodo.

Aprovechando que el 22 de febrero el Papa creará a 16 nuevos cardenales, ha convocado además a todos los cardenales de los cinco continentes durante los dos días precedentes, para reflexionar con ellos sobre la familia y preparar el terreno del Sínodo.

A Roma han comenzado a llegar las respuestas de los diferentes países a las preguntas del cuestionario. Como ha aclarado el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, no se trata de un sondeo para decidir cuál será la posición de la Iglesia, pues sobre las cuestiones de fe el Papa no puede cambiar el Evangelio y la doctrina de dos mil años de la Iglesia. Se trata más bien de una oportunidad para escuchar y comprender, con datos concretos y números, los desafíos que hoy afronta la Iglesia.

Respuestas que se convierten en desafíos

La Conferencia Episcopal Suiza ha sido la primera en publicar los resultados de las respuestas al cuestionario. Para hacer la consulta, se ha basado en el Instituto Suizo de Sociología Pastoral, que ha entrevistado a 25 mil personas. La primera conclusión es que, para el 80 % de los bautizados, el matrimonio religioso es algo importante y, por tanto, queda claro el deseo de dar una dimensión religiosa a la decisión de los contrayentes.

El 97 % confirma el deseo de los bautizados de dar una formación religiosa a los hijos. En general, los católicos (el 90 %) tienen dificultad para comprender la posición de la Iglesia que no permite comulgar a los divorciados vueltos a casar. Y en general, la mayoría de los católicos suizos piden un cambio de práctica, en este sentido, por parte de la Iglesia.

En el caso de las uniones homosexuales, la situación es polarizada: el 60 % espera que la Iglesia bendiga a estas parejas, mientras que el resto se opone categóricamente a esta posibilidad. La mayor parte de los católicos tampoco comprende la posición de la Iglesia sobre los métodos anticonceptivos artificiales.

Las respuestas de Suiza son parecidas a las que también han llegado de Luxemburgo, Bélgica, Alemania, o Austria y que han sido compartidas por el Episcopado de esos países. A grandes rasgos, se constata que los fieles son informados sobre la doctrina de la Iglesia sobre estos argumentos a través de los medios de información, que no siempre son claros o que, en ocasiones, revelan prejuicios.

El resultado que constatan estos cuestionarios es que, si bien una minoría católica se esfuerza por vivir la propuesta de la Iglesia, la mayoría vive una fe a la carta; es decir, los bautizados (no los practicantes) toman aquello que consideran aceptable de la Iglesia, mientras que rechazan aquello que les parece difícil de vivir o, incluso, incomprensible.

Un grupo de cardenales, durante las Congregaciones Generales previas al último cónclave

El Papa no va contra la doctrina

Como han dejado claro los organizadores del Sínodo de los Obispos, esta asamblea no puede cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio, o sobre el respeto a la vida humana no nacida. Se trata de cuestiones que quedan muy claras en la Biblia y en la tradición de dos mil años de la Iglesia. Un Papa no puede ir en contra de la enseñanza de Jesús ni de la Iglesia.

Lo que el Papa busca es hacer un examen de conciencia para evitar que esta propuesta de felicidad que hace la Iglesia se convierta en un motivo de alejamiento de la fe para muchas personas. Un fracaso en la vida no debe ser motivo para dejar la Iglesia, sino más bien para sentirse acogido por la madre. Quien sufre la infidelidad o la ruptura necesita aún más cercanía de la Iglesia.

Cuando la Iglesia pregunta…

Según monseñor Marcello Semeraro, el obispo Secretario del Consejo de los ocho cardenales para la reforma de la Curia romana, creado por el Papa, «la belleza de este momento es que las Iglesias locales se sienten alentadas a plantear preguntas. La Iglesia no sólo tiene que dar respuestas, también tienen necesidad de plantear preguntas de la manera adecuada».

El prelado aclara que el Papa no busca hacer un sondeo para encontrar el consenso de la mayoría. El Papa escucha para comprender la situación y encontrar caminos para anunciar el Evangelio de la vida.

La posición del Papa

Hace pocos días, el 7 de febrero, el Papa presentó su visión sobre la familia, al recibir a un grupo de obispos polacos. Tras definirla como la «célula fundamental de la sociedad», recordó que es «el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia, a pertenecer a los demás y en el que los padres transmiten la fe a los hijos».

«Hoy el matrimonio se considera a menudo una forma de gratificación emocional que se puede constituir de cualquier forma y modificar de acuerdo a la sensibilidad de cada uno —siguió aclarando—. Por desgracia, esta visión también afecta a la mentalidad de los cristianos y desemboca en la facilidad para recurrir al divorcio o a la separación de hecho». Por eso, el Santo Padre pidió que la Iglesia se interrogue «sobre cómo ayudar a los que viven en esta situación, para que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios, del amor fraternal de otros cristianos, ni de la solicitud de la Iglesia por su salvación». También debe plantearse la cuestión de como ayudarlos «a no abandonar la fe y a hacer crecer a sus hijos en la plenitud de la experiencia cristiana».

En este ámbito, hay que preguntarse igualmente cómo mejorar la preparación de los jóvenes para el matrimonio, para que «descubran la belleza de esta unión fundada en el amor y la responsabilidad», y cómo «ayudar a las familias a vivir y apreciar tanto los momentos de alegría como los de dolor y debilidad».