Semana decisiva en Roma - Alfa y Omega

Semana decisiva en Roma

Esta semana es decisiva para comprender la amplitud de la reforma que el Papa Francisco está imprimiendo a la Curia romana y a la Iglesia en general, una semana en la que crea a los primeros cardenales de su pontificado

Jesús Colina. Roma
El Papa Francisco, durante su visita a la parroquia de Santo Tomás Apóstol, en Roma

Ésta es una semana decisiva para la reforma que trae el Papa Francisco. El sábado, el Pontífice creará a 19 nuevos cardenales, los primeros de su pontificado. Pastores, como a él le gusta decir, que deben tener olor a oveja. Al mismo tiempo, ha convocado para hoy y mañana a todos los cardenales del mundo, y a sus consejeros, para dar un empuje decisivo a la reforma de la Curia romana, a la trasparencia administrativa del Vaticano, y a una mayor colegialidad en el gobierno de la Iglesia, es decir, una participación más activa de los obispos en las decisiones del Papa.

Transparencia económica

Como ya explicó a los periodistas en el avión de regreso de Río de Janeiro en julio, la reforma de la Iglesia comienza por la administración económica del Vaticano. El lunes pasado, inició estas reuniones con el Consejo de los ocho cardenales (al que los periodistas llaman el G-8), que ha nombrado para la reforma de la Curia romana, y con los representantes de la Comisión de estudio y orientación sobre la organización de la estructura económico-administrativa de la Santa Sede, cuyo secretario es el sacerdote riojano don Lucio Vallejo Balda. Este trabajo cuenta con la asesoría, según los diferentes sectores de la Administración vaticana, de algunas de las consultoras más importantes del mundo, como McKinsey & Company, Promontory Financial Group, Ernst & Young, Deloitte, KPMG y PricewaterhouseCoopers.

En pocas palabras, en las reuniones se están adoptando medidas de profesionalización para que la administración de la Iglesia se convierta en un ulterior motivo de credibilidad y garantía para su obra de evangelización, evitando disfunciones que en el pasado no han sido edificantes. El segundo día de reuniones, el martes, el Papa lo dedicó específicamente a la reforma del Instituto para las Obras de Religión, conocido comúnmente como el Banco del Vaticano, del que, según el padre Lombardi, «se quiere profundizar en su misión en la perspectiva de su servicio religioso y pastoral a la Iglesia, no sólo desde el punto de vista de la operatividad económica».

El cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, coordinador del Consejo de cardenales G-8, ha explicado que una de las propuestas de fondo es la creación de una Secretaría de la Administración Económica, es decir, una sola entidad que unifique la administración financiera de todos los organismos de la Santa Sede, superando la dispersión que hoy existe en diferentes organismos vaticanos. Así, el Papa ha lanzado un mensaje claro: la Iglesia debe ser, ante todo, ejemplo, y el ejemplo comienza con cuentas claras; no hay credibilidad sin la debida transparencia económica.

El Papa Francisco, con el Consejo de cardenales para la reforma de la Curia

Curia romana y familia

Son días en los que avanza además el trabajo del G-8 sobre la reforma de la Curia romana. El cardenal Maradiaga, antes de entrar en estas reuniones, ha explicado que el G-8 ha comenzado a pasar revista en las reuniones precedentes a los diferentes organismos del Vaticano, comenzando con la Secretaría de Estado: el cardenal hondureño ha aclarado que la función del cardenal Secretario de Estado quedará delimitada a la asistencia del Papa.

Otra las novedades que ha dejado caer es la posibilidad de que el Consejo para los Laicos se convierta en una auténtica Congregación, con potestad jurídica de gobierno. «Tenemos una Congregación para los obispos, para la vida religiosa, para el clero y sólo contamos con un Consejo Pontificio para los Laicos, que conforman la mayoría de la Iglesia. No podemos seguir así», ha explicado al diario La Croix.

El segundo maratón de reuniones comienza este jueves, con dos días de encuentros en los que participan todos los cardenales del mundo para afrontar una de las cuestiones que más afectan hoy a la vida de la Iglesia: la familia. La jornada comienza con una presentación del cardenal alemán Walter Kasper. A continuación, estos representantes de la Iglesia en los cinco continentes tomarán la palabra para analizar, en particular, cómo la Iglesia puede acompañar y acoger el sufrimiento de las personas que viven el dolor de la separación familiar.

Nos encontramos ante la segunda gran reforma que está impulsando el Papa, quien no sólo busca poner orden en la Curia romana, sino que, además, se ha comprometido a impulsar la colegialidad entre los obispos del mundo y Roma. Por este motivo, para el próximo lunes ha convocado una reunión de la Secretaría del Sínodo, que busca hacer que esta institución tenga un carácter más participativo y que no sólo quede circunscrito a convocaciones periódicas, sino que tenga un carácter de consulta permanente.

Todo ello servirá como ensayo general para la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, convocado para el próximo mes de octubre, a la que seguirá un nuevo Sínodo ordinario en 2015.

Presencia de laicos en la Iglesia

¿Qué entiende el Papa por mayor presencia de los laicos en la Iglesia? Durante su visita, el domingo, a la parroquia de Santo Tomás Apóstol, en el barrio del Infernetto, al sur de Roma, el Papa mantuvo un breve pero enjundioso diálogo con el Consejo pastoral de esta parroquia, la quinta que visita desde el 26 de mayo pasado. «Un párroco sin Consejo pastoral corre el riesgo de llevar la parroquia adelante con un estilo clerical, y debemos extirpar el clericalismo de la Iglesia», dijo Francisco, según la transcripción de Radio Vaticano. Es el párroco quien decide, «pero decide escuchando… Ésta no es democracia, ¿eh? Está claro: porque nosotros terminaríamos… un poco en anarquía, ¿no? No, no, no es democracia…, pero es una ayuda grande para el párroco».

Hay una importante cuestión de fondo: sólo un ministro ordenado puede tener en la Iglesia función jurisdiccional, como la que ejerce un párroco, un vicario, un obispo…, lo cual no significa que éstos no puedan o incluso deban delegar ciertas cuestiones –sobre todo, si exigen preparación técnica– en laicos. De cara a la reforma de la Curia, algunos cardenales han planteado elevar el Consejo Pontificio para los Laicos a Congregación y poner a un laico al frente, lo que plantearía, sin embargo, un problema similar, ya que los Prefectos tienen función jurisdiccional, y los Presidentes de los Consejos Pontificios, no, como ha recordado el neo cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, entrevistado por la agencia KNA, del Episcopado alemán.

Al denunciar el clericalismo, el Papa parece apuntar, sobre todo, a una actitud que sume a los laicos en una especie de estado de inmadurez permanente. Francisco quiere una Iglesia que no se mire al ombligo, ni pierda el tiempo disputando por cargos, sino volcada en la evangelización. «Es necesaria una sinergia entre el clero, los religiosos y los fieles laicos», y «cada cual en su propio rol está llamado a ofrecer una aportación generosa para que la Buena Noticia sea anunciada en todos los ambientes, también en los más hostiles o lejanos de la Iglesia», dijo el Pontífice a los obispos de la República Checa el pasado 14 de febrero.

R. B.

La Iglesia no es una estructura burocrática

Hay que recordar que la Iglesia no es una estructura burocrática: la Iglesia es la comunidad de discípulos de Jesús. Por eso es aún más significativo analizar el perfil de los hombres que el Papa está escogiendo para promover de manera decisiva el camino de renovación de la Iglesia. Un ejemplo elocuente son los 19 nuevos cardenales que el Papa creará este sábado, entre los que se encuentra un español, monseñor Fernando Sebastán Aguilar, misionero claretiano, arzobispo emérito de Pamplona.

El Papa ha llamado a pocos cardenales europeos (en total 8), a 7 americanos (ninguno de los Estados Unidos), a 2 de África y 2 de Asia. El más anciano de todos es monseñor Loris Francesco Capovilla, quien el 22 de febrero cumplirá 99 años, aunque los lleva con una energía sorprendente. Con este nombramiento, el Papa lanza un mensaje, pues ciertamente no será elector del Papa en un futuro cónclave, en el que sólo pueden participar cardenales con menos de 80 años. Capovilla fue el fiel secretario de Juan XXIII, quien será canonizado en abril, junto a Juan Pablo II, y tuvo un papel importante en la convocación y celebración del Concilio Vaticano II.

El más joven de los nuevos cardenales, de 56 años, es monseñor Chibly Langlois, obispo de Les Cayes, en Haití. Antes del anuncio de su nombramiento, nadie podría imaginar que sería cardenal. Al nombrarle cardenal, el Papa está llamando como cercano consejero a un representante de uno de los países más pobres y flagelados por catástrofes en los últimos años. Una manera evidente de acercar la Iglesia a las periferias existenciales. No es ni siquiera arzobispo de la capital.

Lo mismo se puede decir de monseñor Félix Kelvin Edward, de 81 años, de Santa Lucía, pequeño Estado insular en el Caribe, donde la comunidad católica es minoría, pero que ahora se siente unida a Roma por el cordón umbilical de su arzobispo emérito.

La lista de los nuevos cardenales puede continuar señalando aspectos biográficos o geográficos que les han acercado a los sufrimientos de la gente. Comenzando por la mano derecha del Papa, el cardenal italiano Pietro Parolin, quien ha sabido tocar con la mano el sufrimiento de los católicos en Venezuela. Cuando era joven colaborador de Juan Pablo II en la Secretaría de Estado era director de una institución creada por la Iglesia para asistir a estudiantes sin recursos económicos.

Entre los nuevos cardenales llamados a colaborar con el Papa en el Vaticano, varios también han sido nuncios en auténticas periferias existenciales, como monseñor Lorenzo Baldisseri, nuevo Secretario del Sínodo de los Obispos, famoso por su trabajo en Haití, o monseñor Beniamino Stella, Prefecto de la Congregación para el Clero, legendario nuncio en Cuba.

Los demás cardenales llevan en su rostro los rasgos de las etnias de diferentes continentes. El Papa ha querido llamarlos sobre todo del sur del planeta, para mostrar que el cristianismo no es una religión de europeos burgueses. Cuando les abrazará este sábado, este mensaje será elocuente.

J. C.

Se trata de desmundanizar la Iglesia

Una breve ponencia del cardenal alemán Walter Kasper abrirá mañana la reunión de cardenales con el Papa preparatoria del Sínodo de los Obispos sobre la familia. El antiguo Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos es partidario de buscar fórmulas para el regreso de los divorciados en nuevas uniones a la Eucaristía, por lo que es muy probable que su intervención genere un vivo debate. En lo que, en cambio, merecerá seguramente unanimidad, es en su concepción de las reformas impulsadas por el Papa. El viernes, el cardenal Kasper hizo balance en la Academia Católica de Baviera, en Munich, sobre el primer año de pontificado de Francisco, un Papa que «es una sorpresa y seguirá siendo una sorpresa», y que no encaja «en la casilla de liberal ni en la de tradicionalista; no es conservador ni progresista». Francisco «no es un hombre de ideologías, sino que le mueve la alegría del Evangelio», dijo el purpurado, que advirtió de que la reforma de la Iglesia no se arregla con una modificación de las estructuras. «La crisis actual es de falta de fe y de alegría de la fe y de vigor misionero». Ya lo indicó Benedicto XVI, al pedir, en su último viaje a Alemania, una desmundanización de la Iglesia, pero «eso no se comprendió en Alemania, y menos aún en el Vaticano», lamentó el cardenal Kasper. «Ahora Francisco deja claro que se trata precisamente de eso».