Es poco probable que la pastilla para el suicidio de ancianos se apruebe a corto plazo en Holanda - Alfa y Omega

Es poco probable que la pastilla para el suicidio de ancianos se apruebe a corto plazo en Holanda

Redacción
Foto: Pxhere.com

La llegada a Holanda de la píldora para que las personas mayores de 70 años puedan suicidarse cuando estén «cansadas» de vivir no es tan inminente como podía parecer según la información publicada en ABC, que Alfa y Omega reprodujo.

La noticia hacía referencia a la presentación por parte del partido progresista D66 de un proyecto de ley para legalizar esta posibilidad. Pero D66 forma parte de una coalición que se encuentra dividida sobre esta cuestión: el partido liberal (VVD) tiene dudas, y Llamada Democristiana (CDA) y los conservadores de Unión Cristiana (CU) se oponen. Hay dudas sobre si lograrán un respaldo mayoritario durante esta misma legislatura, a la que solo queda un año.

El único compromiso al que llegaron los cuatro grupos políticos en el acuerdo de coalición fue solicitar una investigación y que, hasta su publicación, nadie presentaría una propuesta de ley al respecto. El estudio se publicó el 30 de enero, y afirmaba que más de 10.000 holandeses mayores de 55 años querrían poner fin a su vida recurriendo a la eutanasia cuando hayan «completado su vida».

Problemas físicos, psíquicos, de soledad, familiares…

El comité de investigación entrevistó a más de 21.000 personas mayores de 55 años, a 1.600 médicos de cabecera y estudió más de 200 solicitudes de eutanasia ejecutadas y rechazadas, para concluir la composición y el porcentaje de personas que, sin estar gravemente enfermas, no quieren seguir viviendo por la vejez.

De los que dijeron querer morir un tercio pediría ayuda médica con el suicidio, mientras que dos tercios prefieren morir en casa si se le proporcionan las sustancias necesarias para una muerte asistida cuando tengan «una acumulación de quejas por la edad» y un «sufrimiento insoportable y sin esperanza».

El grupo que mostraba deseo de acabar con su vida se caracterizaba por presentar quejas sobre su estado físico y mental, problemas de soledad o estar lidiando con problemas financieros y familiares. Los expertos que lo elaboraron no hacían recomendaciones de ningún tipo.

Recuperar el sentido de la vida

Al conocer el contenido del informe, los progresistas prometieron presentar el proyecto de ley, al considerar que la investigación «ofrece suficientes puntos de partida». «La investigación estudia a un grupo más amplio (de más de 55 años) que el objetivo de nuestro proyecto de ley (más de 75). Se trata de dar la opción de poder morir con dignidad en la vejez, cuando uno considere que su propia vida está completa. La gente quiere garantías de futuro», aseguró la semana pasada la diputada progresista Pia Dijkstra.

En cambio el ministro de Sanidad, el democristiano Hugo de Jonge, cree que «si nos fijamos en lo diverso que es el grupo estudiado, una regulación legal no es la respuesta». La sociedad holandesa debería hacer todo lo posible «para garantizar que estas personas recuperen las ganas y el sentido de la vida». El informe, «en todos sus tonos grises», proporciona una buena base para un diálogo sobre la fase final de la vida en los Países Bajos.

Por su parte, Unión Cristiana lamentó que dar a esos 10.000 ciudadanos «una pastilla suicida sería la respuesta más cínica a las preocupaciones que tienen estas personas con deseo de morir. Lo que estaríamos haciendo es abandonarlos, en lugar de estar ahí para ellos», alertó su diputada Carla Dik-Faber.

Pendiente deslizante

La eutanasia fue legalizada en los Países Bajos en 2002, en aquel entonces con cinco condiciones: petición del paciente enteramente libre y voluntaria; petición estable, bien considerada y persistente; sufrimientos intolerables sin perspectivas de mejora (enfermedad terminal); que sea el último recurso y que el médico consulte con un compañero independiente.

Posteriormente, las restricciones fueron desapareciendo: primero se permitió para enfermos no incurables en estado terminal; luego, para enfermos con sufrimiento psíquico o moral sin dolor físico (83 casos en 2017), menores de edad… Como consecuencia, como afirma el doctor Manuel Martínez-Sellés en su obra Eutanasia (RIALP), «aproximadamente la mitad de los casos de eutanasia no se comunican, y esto parece estar relacionado con no consultar la decisión con otro médico». A esto se añade que «uno de cada siete se realizan en personas que no han dado su consentimiento».

El año 2019 estuvo marcado por dos acontecimientos importantes. Por un lado, se produjo el primer juicio por un caso de supuesta eutanasia ilegal. Una geriatra se sentó en el banquillo de los acusados por haber administrado una sustancia letal, oculta en una taza de café, a una anciana con demencia. La mujer había declarado que quería la eutanasia en 2012, nada más conocer el diagnóstico de alzhéimer. Sin embargo, a partir de 2017 realizó varias declaraciones rechazándola. La geriatra, que actuó con consentimiento de la hija y el yerno de la paciente, fue absuelta.

«Los holandeses se están acostumbrando»

El segundo momento importante fue la muerte de Noa Pothoven, una joven de 17 años. Al principio se presentó como un caso de eutanasia o de suicidio asistido, motivado por el estrés postraumático de haber sufrido abusos sexuales a los 11 años y haber sido violada a los 14. Pero luego se confirmó que se trató de un suicidio por inanición consentido por su familia. Su solicitud de eutanasia había sido rechazada, aunque se aceptó en otros casos como los de Aurelia Brouwers, que tenía una grave depresión y murió en enero de 2018 a los 29 años; o Eelco de Gooijer, fallecido en noviembre de 2016 a los 38 años.

En una entrevista con Alfa y Omega, el activista holandés Henk Reitsema reconocía que «parece que los holandeses se están acostumbrando a esto como a todo lo demás. Sí hay más intelectuales protestando con vehemencia. Creo que es un inicio necesario para que la opinión pública cambie».

En el mismo encuentro, Reitsema, que es responsable en Holanda de la Coalición para la Prevención de la Eutanasia, explicaba que una cuarta parte de las muertes en Holanda en 2017 se produjeron a manos de profesionales médicos, si bien hubo cinco veces más sedaciones terminales (32.000) que eutanasias (6.585). «El protocolo de sedación terminal (sedar al paciente y retirarle la hidratación) permite que el médico actúe sin cumplir el requisito de una segunda opinión médica y otras salvaguardas del protocolo de eutanasia».

El activista anunciaba que el próximo debate giraría en torno a la pastilla letal para personas cansadas de vivir. Su pronóstico era pesimista: «Me temo que se acabará legalizando».

Efe / Redacción