Amar al otro es amar a Dios - Alfa y Omega

Amar al otro es amar a Dios

El pasado viernes, 14 de febrero, fiesta de San Valentín, la diócesis de Alcalá de Henares celebró una Vigilia de oración para novios, esposos y familias, para aprender a amar y crecer en el amor. Éstos son algunos testimonios que allí se pudo escuchar:

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Francisco Javier y María Luisa, con sus hijos

¡Otro hijo! No tenéis cabeza, con los medios que hay hoy día… ¿Qué pasa, que no tenéis televisión?: éstas son algunas de las respuestas que se han encontrado Francisco Javier y María Luisa cada vez que han ido abriendo la puerta de su hogar para acoger a un nuevo hijo. Hoy, tienen cinco, y han ofrecido su testimonio de luz y de alegría en la Vigilia de San Valentín que celebró, la semana pasada, la diócesis de Alcalá de Henares, presidida por su obispo, monseñor Reig Pla.

Sus 15 años de matrimonio les han permitido comprobar que «nadamos a contracorriente, porque las familias como la nuestra no están de moda, y poca gente nos entiende», pero reconocen también que Dios ha puesto su mirada sobre ellos: «Ha sido Dios quien ha dado forma a nuestra familia, en número y condición de sus miembros: esto nos llena de felicidad, aunque no falten las preocupaciones»; y todo porque «nosotros sabemos de Quien nos hemos fiado».

El secreto de esta felicidad se desvela en su día a día: «En casa vivimos un ambiente de fe, de oración. Estamos unidos a nuestra parroquia; de ella recibimos los Sacramentos, que tanto necesitamos. Nos esforzamos por ser ejemplo de vida cristiana para nuestros hijos. En muchas situaciones cotidianas: viendo la televisión, paseando por la calle, hablando durante la comida, se presenta la ocasión de comentar lo que estamos viviendo. Es entonces cuando intentamos colocar en orden el puzzle; así nos damos cuenta de la belleza del perdón, de la generosidad, de la justicia, de la humildad, etc. Todas las noches rezamos con los pequeños. Las oraciones, les gusta que sean las mismas y en el mismo orden». Al final, «el camino es Jesús: hay que hacerse muy amigo suyo, tratarle mucho, en la Eucaristía, en los sacramentos, en la oración, y encontrarle en los demás».

Nos ha cambiado la vida

También ha visto la cercanía y el cariño de Dios en sus vidas Candela y Dioni, aunque se han visto acompañados por Él en un camino muy distinto. Después de casarse con la ilusión de tener muchos hijos, al no llegar éstos, «volcamos todas nuestras esperanzas en la fecundación in vitro», una experiencia que les fue dejando «un sufrimiento físico y psicológico grande, e iba creciendo nuestra sensación de desesperanza, desasosiego, abandono…». A ello se sumó el síndrome postaborto que sufría Candela después de un aborto al que se sometió años antes de su matrimonio. De toda esta situación salieron gracias a Proyecto Raquel, de atención a las mujeres víctimas del aborto: «Nos enseñaron a poner a Cristo en medio de nuestro matrimonio, y nos ha cambiado la vida. Hemos reconstruido nuestros corazones, nos hemos reconciliado con Dios y con nosotros mismos, nos ha enseñado a entregarnos plenamente a los demás, a hablar con el corazón, a darnos el uno al otro y a entender que los hijos son un regalo, y no un derecho». Hoy están viviendo con ilusión un proceso de adopción, pero lo fundamental es que, «ahora, Cristo es la roca sobre la que construimos nuestro matrimonio».

En la catedral magistral de Alcalá también hablaron Carlos y Anabel, que han pasado «por momentos muy difíciles, despidos de trabajos, primeros años de crianza de nuestros hijos muy complicados y con muchas ganas de tirarlo todo por la borda, pero ahí estaba y está el Señor para que saliéramos a flote y que nuestro matrimonio no se deshiciera, sino todo lo contrario: en nuestras cruces abunda la gracia de Dios». Y hablaron Marta y Borja, novios desde hace tres años y medio, que ven su futuro matrimonio como «una llamada muy concreta a la santidad a través de la otra persona, con nombres y apellidos», una vocación hacia la que se preparan «conociéndonos y en la oración», siendo conscientes de que «amar al otro es amar a Dios».