Alejandro Macarrón: «España va a morir de baja natalidad» - Alfa y Omega

Alejandro Macarrón: «España va a morir de baja natalidad»

El fenómeno de la despoblación en el campo y en nuestras ciudades no se va a solucionar con la inmigración «ni con soluciones simplonas» que rellenan «programas electorales», aseguró Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico, durante un encuentro sobre el invierno demográfico en España

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Pixabay

«Nos estamos quedando sin hijos y lo sabemos desde hace 40 años. A pesar de que hay conciencia social de que es imposible seguir así y de que nos dirigimos a una catástrofe, no se entiende cómo los poderes públicos no reaccionan», afirmó el miércoles Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico, durante el encuentro que organizó la Fundación Pablo VI sobre Invierno demográfico: ¿peligra la sociedad del bienestar?, en el que también participaron la exministra de Agricultura Isabel García Tejerina y el sociólogo Ignacio Urquizu.

España es el segundo país de Europa con menor tasa de natalidad (1,26 hijos por mujer) y con unas cifras de nacimientos equiparables a los años de la posguerra. Paralelamente, el envejecimiento de la población se está disparando y ya hay 120 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, lo que además de indicar una grave crisis demográfica apunta ya a un serio problema de sostenibilidad del Estado de bienestar.

El sociólogo y exdiputado Ignacio Urquizu puso el acento en variables que inciden en este asunto, como «la situación del mercado laboral, la dificultad de acceder a la vivienda, los ciclos vitales más tardíos o el nacimiento de otros modelos de familia». Por su parte, García Tejerina advirtió que «no es un fenómeno solamente español», y que «la Unión Europea ha incluido el reto demográfico en el trabajo de la nueva comisión».

Acerca del fenómeno de la inmigración como solución ante la baja natalidad, Macarrón dijo que «no va poder compensar la despoblación y la baja natalidad», algo que ya está generando otros problemas como el aumento de la soledad: «las tasas de personas solas se han multiplicado por seis en 40 años, y eso tiene unos costes afectivos, pero también sanitarios y económicos». La inmigración «no puede resolver este problema, porque un pariente no se pueden importar».

Soluciones incompletas

«La natalidad es un asunto privado pero que tiene consecuencias públicas: estamos fallando como sociedad en el ejercicio de nuestra libertad individual», afirmó el director de Renacimiento Demográfico, para quien «las leyes actuales no ayudan», porque están encaminadas a la «desestructuración familiar».

Asimismo, rompió una lanza en favor de la mujer al pedir «que se subraye el papel de los padres, porque muchas veces son ellos los que no se quieren casar ni tener hijos. Basta ya de echar la carga sobre las mujeres; por ejemplo, las estadísticas hablan de número de hijos por mujer: el propio lenguaje les mete presión».

En esta línea, por ejemplo, «se sabe que las personas casadas tienen el doble de hijos que las personas solteras. ¿Se está haciendo algo entonces para incentivar a la gente para que se case? Hay que hablar de estas cosas, no hay que tener miedo».

Macarrón es consciente de que «esto no se soluciona de un día para otro, pero nos haría falta un Al Gore que, como él hizo con el cambio climático, sensibilizara a la opinión pública del riesgo que corremos». Por eso defendió que, aunque «no se puede obligar a nadie a tener hijos», el Estado «debe intervenir en este problema de manera razonable».

El sociólogo Urquizu lamentó, por su parte, que «se espera demasiado de las administraciones», y señaló que «este es un problema complejo que va a llevar mucho tiempo solucionar. Las recetas mágicas generan falsas expectativas».

Una de las soluciones más habituales tiene que ver con reducir la fiscalidad, algo que en su experiencia «no atrae población», lo que compartió la exministra de Agricultura: «El BOE trasforma la realidad solo en parte. La solución pasa por las motivaciones».

El director de Renacimiento Demográfico indicó también que «hay gente que tiene hijos aunque no haya incentivos, y hay muchos más que podrían acceder a incentivos fiscales pero que no los tienen. Tenemos que tener cuidado con las soluciones simplonas, como las deducciones en el IRPF, o el llamar a las familias con dos hijos familias numerosas… Lo que se ha ofrecido hasta ahora son ocurrencias, son caras, y no está demostrado que funcionen. Muchas solo sirven para rellenar un programa electoral».

«Discriminación positiva hacia la España rural»

El fenómeno de la baja natalidad se ceba hoy sobre el mundo rural y sobre lo que se ha dado en llamar la España vaciada. «La despoblación es un fenómeno global y un problema social, porque el campo y las ciudades pequeñas no consiguen retener población», dijo Urquizu, quien habló de «desafección, desencanto, impresión de orfandad y sensación de ser territorios olvidados», cuando en realidad «tener hijos en un pueblo es más fácil y menos caro, y hay ventajas como las oportunidades para la mujer, menos pobreza y menos fracaso escolar».

Por su parte, García Tejerina señaló que «a la gente no se la puede obligar a vivir en el medio rural, pero sí se le puede ofrecer calidad de vida y servicios, infraestructuras, conectividad, educación y sanidad. Y, sobre todo, empleo, porque la gente va donde hay trabajo; todo el mundo quiere vivir bien de su profesión». Por eso demandó como posible solución que a nivel legislativo «se contemple la discriminación positiva hacia aquellas empresas que se instalen en el medio rural».