Papa Francisco: «La economía especulativa desligada de la economía real es una estructura de pecado» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «La economía especulativa desligada de la economía real es una estructura de pecado»

El Papa denuncia la bajada de impuestos a los ricos y los paraísos fiscales, y pide aliviar la deuda externa de los países más pobres, en la línea de los principios del destino universal de los bienes, la justicia económica y social y del bien común»

Redacción
Foto: REUTERS/Remo Casilli

«El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a nuestro alrededor», una situación «ha propiciado que millones de personas sean víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos», denunció el Papa Francisco a los participantes en el seminario dedicado a las Nuevas formas de fraternidad solidaria, de inclusión, integración e innovación, organizado el miércoles por la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.

Estas realidades, en palabras del Papa, «no deben ser motivo de desesperación, sino de acción». «Se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos», porque «no estamos condenados a la inequidad universal». La causa de estos fenómenos es la «falta de voluntad y de decisión para cambiar las cosas y, principalmente, las prioridades».

Para el Obispo de Roma es hora de tomar conciencia de que «todos somos responsables» de las situaciones de injusticia y desigualdad. Si la pobreza y riqueza extremas existen, es porque «hemos permitido que la brecha se amplíe hasta convertirse en la mayor de la historia».

«A la globalización de la indiferencia la he llamado inacción. San Juan Pablo II la llamó estructuras del pecado. Tales estructuras encuentran una atmósfera propicia para su expansión cuando la economía y las finanzas se vuelven un fin en sí mismas. Es la idolatría del dinero, la codicia y la especulación. El vértigo tecnológico exponencial incrementa a pasos jamás vistos la velocidad de las transacciones y la posibilidad de producir ganancias concentradas sin que estén ligadas a los procesos productivos ni a la economía real», denunció el Pontífice.

El Santo Padre recordó que la Doctrina Social de la Iglesia celebra las formas de gobierno y la actividad de los bancos «cuando cumplen con su finalidad, es decir, buscar el bien común, la justicia social, la paz, como asimismo el desarrollo integral de cada individuo, de cada comunidad humana y de todas las personas». Pero advirtió de que estas instituciones también «pueden decaer en estructuras de pecado».

Como ejemplo de estas «estructuras del pecado», el Papa aludió a que los «repetidos recortes de impuestos para las personas más ricas, justificados muchas veces en nombre de la inversión y desarrollo», y que son «cientos de miles de millones de dólares que deberían pagarse en impuestos para financiar la atención médica y la educación», y que sin embargo se acumulan «en cuentas de paraísos fiscales impidiendo así la posibilidad del desarrollo digno y sostenido de todos los actores sociales».

A continuación, el Pontífice aludió a la deuda externa de los países más pobres defendiendo que «es ciertamente justo que las deudas deban ser pagadas», pero no es licito exigir su pago «cuando este vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y a la desesperación a poblaciones enteras». En estos casos es necesario «encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso».

Para el Papa «la mayor estructura de pecado es la industria de la guerra», porque «es dinero y tiempo al servicio de la división y de la muerte», billones de dólares gastados en armamento «que podrían acabar con la pobreza y el analfabetismo si se pudieran redirigir».

El Papa se dirigió asimismo a los líderes financieros y especialistas económicos presentes en la Casina Pio IV, la invitación a «trabajar juntos para terminar con estas injusticias» y recordar a las naciones «la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas», en la línea de los principios del destino universal de los bienes, la justicia económica y social y del bien común».