Una locura, hecha realidad - Alfa y Omega

Una locura, hecha realidad

En apenas cuatro meses, la parroquia de la Beata María Ana Mogas ha conseguido poner en marcha una capilla de adoración perpetua con 300 adoradores y el 90 % de los turnos cubiertos. El arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, la inauguró solemnemente el pasado domingo. Lo que parecía un sueño de locos ha resultado posible, y los frutos ya están llegando. Así lo cuenta el párroco:

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El cardenal Rouco, en la nueva capilla de adoración perpetua

Una completa locura. Es la frase que más escuché al comunicar a los fieles la maravilla de contar con una capilla de adoración eucarística en la parroquia. Normal. Un barrio nuevo, y casi dormitorio. Una centro parroquial recién levantado. A nadie le parecía posible. Si fuera en el centro, si hubiera más gente en el barrio…, ¿pero aquí?

Desde la apertura del nuevo centro parroquial, quisimos que la adoración al Santísimo Sacramento fuera la clave de la vida de la comunidad. Se comenzó hace tres años con adoración prolongada durante todo el día, tres días por semana, que fuimos capaces de sacar adelante a pesar de las dificultades. La parroquia cambió. Desde ese mismo instante, es como si las cosas comenzaran a marchar de forma distinta: más gentes en las misas, la formación y consolidación del grupo de jóvenes, el espectacular aumento de voluntarios en Cáritas, nuevas tareas evangelizadoras que era posible emprender.

El salto a la adoración perpetua nos ha costado. Especialmente, porque he tenido la sensación muchas veces de que estábamos pidiendo demasiado al Señor, que era una gracia tan grande que no nos merecíamos. Pero se inició confiando en la misericordia de Dios y en la experiencia de la adoración perpetua en España, y de manera especial la experiencia del padre Justo Lofeudo, Misionero de la Eucaristía y auténtico apóstol de la adoración eucarística. Junto a esto, la oración constante de toda la parroquia y de muchos monasterios y conventos contemplativos por esta intención.

La respuesta de los fieles ha sido muy generosa. Desde que comenzó a anunciarse la intención de abrir una capilla de adoración perpetua, han acogido la iniciativa con espíritu de oración y de agradecimiento y una enorme disponibilidad para sacarlo adelante. A día de hoy, las horas de adoración están cubiertas en más de un 90 %, y con historias que impactan. Por ejemplo, que una noche semanal de adoración la compartan un voluntario de Cáritas y una de las personas que reciben ayuda en alimentos, o que otra noche por semana esté a cargo del grupo de jóvenes.

La apertura de la capilla por el señor cardenal arzobispo de Madrid nos ha llenado de alegría. Una Misa solemne, concelebrada por numerosos sacerdotes, y con el templo abarrotado. El cardenal Rouco invitó a profundizar en el conocimiento de Cristo a través de la oración, mientras nos hacía ver que la oración ante el Santísimo sería una fuerza renovadora del apostolado parroquial. Acabada la celebración eucarística, el Santísimo fue llevado en procesión hasta la capilla de adoración mientras sonaban las campanas y el pueblo entonaba Cantemos al amor de los amores.

La capilla es un lugar íntimo para la adoración y la contemplación del misterio de Cristo en la Eucaristía. Sencilla, y a la vez digna y elegante, que favorezca la oración profunda. El Santísimo está en la custodia, colocada sobre un expositor de mármol, a la que acompañan -en las paredes laterales- los ángeles en oración y cantando alabanzas a Dios.

Los frutos no es que llegarán, es que ya están llegando. El primero, el que en una parroquia nueva, sin tradición, sin demasiada gente, más de trescientas personas hayan comprometido, al menos, una hora semanal para estar con el Señor. Entre ellas, los agentes de pastoral, sobre todo catequistas y voluntarios de Cáritas. Los demás frutos serán consecuencia: la presencia de jóvenes, la atención a los pobres, el anuncio del Evangelio. Hace unos meses era tan sólo un sueño de locos. Pero para Dios nada hay imposible. Él lo puede todo.

P. Jorge González Guadalix