El Dios que viaja en el Metro: encuentro de Carlos María Galli con la Curia de Madrid - Alfa y Omega

El Dios que viaja en el Metro: encuentro de Carlos María Galli con la Curia de Madrid

¿Cómo inculturizar el Evangelio en Madrid y en las grandes ciudades? El teólogo argentino Carlos María Galli, pensador de referencia del Papa Francisco, dio las claves el sábado en un encuentro al que estaba convocada toda la Curia madrileña: espiritualidad urbana, encuentro con los demás y recuperación de la familia como Iglesia misionera

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Alfa y Omega

Más de dos horas pasó el sábado el teólogo argentino Carlos María Galli con una nutrida representación de la Curia madrileña. Galli, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Argentina (UCA), es uno de los teólogos de cabecera de Francisco, de quien es amigo desde hace 40 años, y su impronta se deja ver en notas muy características del actual pontificado, como el impulso a la pastoral de las grandes ciudades.

Ante los miembros del consejo episcopal, los delegados diocesanos y los directores de los secretariados de la diócesis madrileña reunidos en el Seminario Conciliar, Galli señaló que «la ciudad, con sus hogares domésticos y sus espacios públicos, es la casa del ser humano, y la Iglesia debe acompañar los senderos de las mujeres y los varones que comparten la vida en la ciudad».

El teólogo argentino partió de los datos: el 52 % de la población mundial vive en ciudades, y en todo el orbe hay 30 megaciudades con más de ocho millones de personas. «La mayoría de las megalópolis está en las naciones más jóvenes, pobladas y pobres del sur, porque en los últimos cien años se ha invertido la composición del catolicismo, y hoy la región latinoamericana es la más urbanizada del mundo».

En este contexto histórico aparece el Papa Francisco, que es «el primer Pontífice nacido en una gran ciudad del siglo XX que piensa en la ciudad global».

Antes de ser obispo fundó y fue el primer párroco de la parroquia Patriarca San José, en el Gran Buenos Aires, «donde ánimo una evangelización capilar en barrios periféricos». De ahí que, años después, en Evangelii gaudium, afirme que «necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas».

Para Galli, el Papa Francisco señala la importancia de la evangelización «entendida como inculturación». Por eso, en 1985, organizó el primer congreso en América Latina acerca de la inculturación. «La lógica de la Encarnación conlleva un cristianismo intercultural y poliédrico: este es el contexto en el cual Francisco sitúa los desafíos de las culturas urbanas», según el teólogo argentino, para quien en las culturas urbanas están apareciendo fenómenos novedosos.

Por ejemplo, están surgiendo nuevas formas de relación que superan las tramas territoriales: «la movilidad, el flujo y la aceleración marcan a los nacidos en la gran urbe. Antes, la pertenencia estable ayudaba a que los fieles fueran a las parroquias de sus barrios o pueblos. Hoy la cultura afectiva nos lleva a querer vivir la fe y celebrar los sacramentos en comunidades con las cuales estamos vinculados espiritual y simbólicamente».

Además, hay otros desafíos, como «la cultura mediática y digital, sobre todo en las redes sociales, que crean nuevas oportunidades para la comunicación y también para el anuncio».

Carlos María Galli también quiso hablar de la misericordia hacia los sobrantes que afloran en las ciudades, aquellos a quienes el Papa denomina los «no ciudadanos», los «ciudadanos a medias», o los «sobrantes urbanos». «Los espacios urbanos visibilizan muchas miserias humanas –denunció Galli–. La desigualdad y la exclusión rompen la cohesión social, pero la Iglesia en los orígenes nació y creció entre los pobres de las ciudades». De ahí que la presencia en los nuevos barrios populares sea «una prioridad pastoral», porque el pueblo pobre de las periferias necesita «sentir la proximidad de la iglesia», ya que «en las chabolas y favelas Dios sigue acompañando a sus hijos e hijas».

Una espiritualidad urbana

Como conclusión, Galli dijo que la evangelización debe promover «una espiritualidad urbana que ayude a ver a Dios entre las realidades cotidianas». ¿Cómo? Por ejemplo, recreando «la actitud contemplativa en los espacios privados y públicos», y puso el ejemplo de una madre con su bebé, que es «un testimonio elocuente del Dios que ama la vida», o el ejemplo de «muchas personas que rezan viajando en autobuses, en el Metro o en trenes sobrecargados».

En segundo lugar, afirmó que «el encuentro con Dios debe llevar a los demás, dado que las religiones seculares no han logrado equilibrar la libertad individual y la igualdad social». Por eso, «la fe muestra y desemboca en una fraternidad humana que sostiene la dignidad de cada hijo y el amor entre hermanos».

En tercer lugar, Galli recordó la composición de la iglesia en el mundo grecorromano, cuando se organizaba a partir de las familias cristianas en las ciudades, que formaron iglesias en las casas. «Los desafíos de la evangelización deben llevar algunas corrientes de la pastoral urbana actualizar aquel modelo misionero», concluyó.

Al terminar el encuentro junto a la Curia madrileña, el cardenal Osoro valoró la «sabiduría y experiencia» de Galli para «enriquecer la teología pastoral y la evangelización», y pidió seguir haciendo viable en Madrid del actual Plan Diocesano Misionero, «que nos debe involucrar a todos en la evangelización con esperanza, porque tenemos la ayuda de Dios, que siempre esta de nuestra parte. Es Jesús el que lleva la Iglesia».