Sólo el amor corresponde a la fe - Alfa y Omega

¿Qué es lo cristiano? Una respuesta última nunca puede referirse a un conjunto de misterios que haya que creer. El criterio de autenticidad de lo cristiano no puede ser una filosofía religiosa, sino que hay que apuntar a un centro con tal poder de convicción que irrumpa en lo temporal y le otorgue un carácter de necesidad.

Lo cristiano no apunta tampoco hacia un mayor conocimiento de la verdad, ni hacia la realización del hombre como ser personal o social a través de la Revelación y de la Redención, sino hacia el amor de Dios que, manifestado en Cristo, desciende hasta el extremo de la noche y de la muerte.

La obra de Hans Urs von Balthasar Sólo el amor es digno de fe, de la que tomamos, aunque no literalmente, los párrafos anteriores, constituye el tema central del VIII Encuentro Fe cristiana y servicio al mundo que tendrá lugar el próximo 9 de marzo en Madrid, organizado por la Fundación Maior.

Según el teólogo suizo, el signo que es Cristo es sólo legible si su entrega humana de amor hasta la muerte es interpretada como aparición del amor absoluto. Lo que hace a Cristo distinguirse de los demás, no es que sea más que los demás, sino que quiera ser tan «manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29) y, por ello, tan «pobre de espíritu» (Mt 5, 3), que el amor absoluto pueda aparecer transparentándose a través de esta disposición anímica humana de amar y que pueda así hacerse presente.

De esto resulta que la fe se dirige primariamente a la incomprensibilidad del amor que nos supera, siendo éste el único hecho hacia el que se dirige la profesión de fe cristiana. Nada puede ser creído, sino el amor.

En el relato evangélico de las Bodas de Caná queda bien claro que no se trataba de salvar la vida a nadie, ni de curar enfermos, ni de saciar el hambre, sino simplemente de la alegría del amor que estaba siendo amenazada por la falta de vino en aquella boda. El primer milagro de Jesús no tuvo una utilidad práctica, no respondió a una necesidad imperiosa, sino que fue un derramarse Dios en la vida de los hombres. Por eso fue por lo que «sus discípulos creyeron en Él» (Jn 2, 11).

Y es que sólo el amor es creíble, sólo este amor gratuito de Dios a los hombres puede pedir fe. Que Dios quiera la alegría del amor entre los hombres, y que la quiera a pesar de adelantar su hora, que no es otra que la hora de la cruz, es algo irresistiblemente creíble. Hay que aprender a no medir todo con criterios de utilidad o eficacia, sino con criterios de amor, gratuidad y disponibilidad.

Un pensamiento de Pascal sirve de pórtico al libro de Balthasar: todo aquello que no se dirige en absoluto a la caridad, es mera imagen. El único objeto de la Escritura es la caridad. Y en lo mismo nos insiste el Papa Benedicto XVI en el punto 2 de su reciente mensaje para la Cuaresma: «Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios».

Irene Martín