Un Papa para esta Iglesia - Alfa y Omega

Un Papa para esta Iglesia

José Antonio Méndez

Desde el lunes, el Colegio cardenalicio estudia, en las congregaciones generales, los desafíos que afronta la Iglesia en las distintas regiones del mundo, a los que tendrá que dar respuesta el nuevo Papa. En estas reuniones se analizan esos retos, para buscar después el perfil que ha de tener el próximo Pontífice. Y aunque las Congregaciones son a puerta cerrada, hay un precedente cercano que permite intuir por dónde van los tiros: la Asamblea General del Sínodo de Obispos sobre nueva evangelización, que se celebró hace sólo cuatro meses, y en la que participaron la mayoría de los purpurados que entrarán en el Cónclave.

Una de las primeras sorpresas de los Padres sinodales fue comprobar cómo la defensa de la familia o la secularización son retos comunes que la Iglesia encuentra en todo el mundo, y coincidieron en señalar —con Pablo VI— que lo que el mundo necesita son testigos. Éstos fueron los cinco desafíos comunes:

El valor del testimonio: «Es hora de volver a anunciar la resurrección de Cristo, del cual somos testigos. No es suficiente llamarse católico. Debemos serlo por nuestro testimonio. Si alguien quiere reconocer a los cristianos, debe poder hacerlo no en base a sus intenciones, sino a su compromiso en la fe», dijo el cardenal Njue, de Nairobi (Kenia).

La secularización, el gran reto de la Iglesia, «ha sido como un tsunami que ha destruido el paisaje cultural, arrastrando indicadores como el matrimonio, la familia, el bien común y la distinción entre bien y mal», señaló el cardenal Wuerl, arzobispo de Washington y Relator General del Sínodo.

Ataques a la familia: «Los lazos familiares que estaban profundamente arraigados en todos los hogares sufren un lento deterioro. Los ataques a la santidad del matrimonio, el divorcio, el aborto y las voces que hablan de matrimonios entre el el mismo sexo ganan terreno», explicó el cardenal Gracias, de Bombay.

La necesidad de unidad: «El testimonio de la fe es más perceptible cuando manifiesta la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia en todos los campos de la acción eclesial», afirmó el cardenal Ving-Trois, arzobispo de París.

El papel de los medios de comunicación que «a menudo atacan a la Iglesia para desacreditarla o debilitar su fuerza moral, dañando sobre todo la fe de los sencillos y de los jóvenes», como advirtió monseñor Warduni, de Irak.

Así, los Padres sinodales dibujaron los esquemas que ahora estudian los cardenales, y que, en aquel momento, las Conferencias Episcopales de cada continente resumieron así:

América:

1. La piedad popular está enraizada. sobre todo en Hispanoamérica, pero si no se acompaña, puede caer en el sincretismo y en peligrosos cultos paganos. 2. La acción de la Iglesia no debe seguir centrándose en «resolver los problemas más visibles que agobian a hombres y mujeres, pero dejando en la penumbra las preguntas acerca del sentido de la vida» y el anuncio kerygmático del Evangelio, como denunció monseñor Molina, arzobispo de Los Altos (Guatemala). 4. El sacramento de la Reconciliación se ha perdido en muchos lugares, sobre todo de Estados Unidos y Canadá, y hay que recuperarlo y darlo a conocer, pues «es el que evangeliza a los evangelizadores, y nos acerca a Jesús, que nos llama a una conversión del corazón», como dijo el cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York, en una de las intervenciones más aplaudidas del Sínodo. 5. Se necesita un cambio de mentalidad en el clero, en la vida consagrada y en los agentes de pastoral, que los haga nutrirse de la lectura orante de la Palabra, la Eucaristía y la caridad, pues la identificación con ideologías políticas y la secularización «ha contagiado durante el postconcilio a la vida eclesial», según denunció el cardenal Burke, estadounidense. 6. Las redes sociales y la tecnología, si se usan bien, pueden hacer llegar a más gente las respuestas de la Iglesia a los desafíos actuales. 7. El ejemplo de los santos y de los mártires que pierden su vida hoy en América del Sur, «sustentan la fe de los fieles y son un ejemplo de vida», dijo el cardenal Sherer, arzobispo de Sao Paulo (Brasil).

Europa:

1. El descenso demográfico y el envejecimiento de la población crea situaciones de gran necesidad, incertidumbre y aislamiento. 2. La falta de vocaciones y de relevo generacional entre sacerdotes y religiosos no debe rebajar las características esenciales de su vocación, sino «elevar el tono espiritual de los sacerdotes y de las comunidades, con la conversión personal y la oración», como dijo el cardenal Piacenza, de Italia. 3. Ignorancia sobre la fe: Muchos medios de comunicación presentan la fe y la Iglesia envueltas en calumnias y desinformaciones. 4. La enseñanza de la religión, sobre todo en las instituciones del Estado, se presenta como neutral, pero comporta una educación en el sincretismo y en el indiferentismo. 5. Aumentan los ataques jurídicos, y a veces físicos, contra las manifestaciones públicas de la fe cristiana, por parte de grupos sociales, instituciones del Estado y grupos religiosos que buscan ratificar su identidad atacando a la Iglesia. 6. La descristianización cultural y jurídica «no es espontánea, sino que se busca crear derechos humanos de tercera y cuarta generación, como si las propias opiniones y deseos fuesen independientes de la realidad», destacó el cardenal Erdo, de Hungría. 7. El Estado de Derecho se ha debilitado: la crisis financiera conlleva medidas drásticas, que frustran la esperanza, minan la confianza en la democracia y generan la ilusión de que es posible gobernar a la sociedad sólo con la economía y los medios de comunicación, renunciando al derecho y a la moralidad. 8. Se han de potenciar las misiones ciudadanas organizadas en centros europeos: Madrid, París o Budapest, que llevan la esperanza al hombre, sobre todo a los jóvenes que buscan el sentido de su vida, como se vio en la JMJ de Madrid. 9. Se ha de aprovechar el papel de los laicos y de los movimientos eclesiales, bendición para la Iglesia si evitan la tentación de conformarse con sentimientos y percepciones particulares, y que interpelan «por su capacidad de reafirmar en sus ambientes la centralidad de Dios en la vida de los cristianos», como dijo el cardenal Rylko, natural de Polonia. 10. El diálogo de la fe con la cultura y la ciencia «es indispensable, sin arrogancia y sin confusión», para que la Iglesia se adentre en el mundo, según explicó el cardenal Ravasi, de Italia.

Asia, Oriente Medio y China:

1. Crece la violencia fundamentalista contra cristianos, desde el hinduismo y, sobre todo, desde el Islam, pues «la mayoría de los musulmanes creen que el relajamiento de las costumbres, la explotación de los pobres y el desprecio de la religión que encuentran en los occidentales, provienen de cristianos, pues no distinguen entre cristianos y occidentales, porque no distinguen entre lo religioso y lo político», alertó monseñor Absi, arzobispo de Tarso de los Grecomelquitas (Siria) 2. Falta libertad religiosa también en Corea del Norte, Vietnam y, sobre todo, China, donde los católicos fieles al Papa «custodian la piedad, la fidelidad, la sinceridad y la devoción, a pesar de soportar 50 años de persecuciones», e incluso «los laicos son más piadosos que los religiosos», como dijo, en un Mensaje enviado al Sínodo, monseñor Jingfen, obispo de Fengxian, a quien el Gobierno comunista de Pekín prohibió salir del país. Su mensaje caló hondo, y los obispos lo respondieron alentando a la Iglesia en China a perseverar en la fe . 3. Se dan muchos atentados contra la vida: aborto y feticidio femenino en Asia oriental, y extrema marginación de grupos étnicos, sobre todo en India. 4. La religión, para los asiáticos, «es más un discipulado que la observancia de una doctrina o de unas reglas», y eso, junto a una oración más contemplativa que discusiva, ayuda a vivir un cristianismo más auténtico, dijo el cardenal Gracias, arzobispo de Bombay (India). 5. La tecnología y la cultura de la imagen atrapan a cada vez más asiáticos, a los que la Iglesia debe proponer una cultura «del silencio, que se convierte en escucha, compasión y oración», dijo el ahora cardenal Tagle, de Manila (Filipinas).

África:

1. Apremia una acción urgente ante «los conflictos tribales, la enfermedad, el hambre, la corrupción, el tráfico de seres humanos, la atrocidad del abuso infantil y la violencia contra mujeres», dijo el cardenal Pengo, arzobispo de Dar-es-Salaam (Tanzania). 2. El fundamentalismo islámico avanza en el Norte, alentado por la primavera árabe, y también en el África occidental y subsahariana, sabotea el diálogo con los buenos musulmanes e impone que «la evangelización sólo pueda ser indirecta», como denunció monseñor Barrigah, obispo de Atakpamé (Togo). 3. Las muchas vocaciones permiten enviar misioneros africanos a Europa, lo que conlleva el riesgo de que algunos busquen la ganancia material más que la evangelización. 4. Las pequeñas comunidades son la forma de evangelización más eficaz, pero están dispersas y requieren formación. 5. La caridad de la Iglesia que se ejerce en África, y entre los propios africanos, «manifiesta al mundo la fuerza arrolladora y la vigorosa vitalidad del mensaje de Cristo», como dijo el cardenal Sarah, de Guinea.

Oceanía:

1. La vitalidad de la juventud y las nuevas vocaciones contrasta con una muy agresiva industria de la comunicación y el entretenimiento. 2. La diversidad étnica y la inmigración hace que aumente la población cristiana, pero también la ruptura de valores culturales, la fragmentación social, la incidencia del sida, la pobreza y la corrupción, la rápida urbanización, la inestabilidad política y el uso de la violencia. 3. El cambio climático afecta cada vez más a la creación, y a muchas poblaciones que dependen de ella. 4. El secularismo agresivo crece, y bloquea el diálogo en cuestiones sobre bioética, aborto, eutanasia y familia. 5. El ejemplo de los santos de Oceanía interesa mucho a los medios de comunicación y a los no católicos.