«Da la sensación como si fuera Papa toda la vida» - Alfa y Omega

«Da la sensación como si fuera Papa toda la vida»

«Da la sensación como si fuera Papa toda la vida», porque actúa «con una gran naturalidad, como si no hubiera pasado nada». Lo dice el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla, franciscano, tras una Misa en la iglesia de Santiago y Montserrat, de Roma, de la que es titular, a la que acudió el domingo a dar las gracias por el nuevo Romano Pontífice

Ricardo Benjumea
El cardenal Carlos Amigo, a su llegada al Aula del Sínodo, donde se celebraron las Congregaciones Generales

«Lo que hacemos los cardenales es tratar de acercarnos a Dios y preguntarle: ¿A quién elegimos? Y el Señor dice: A éste. Y acierta siempre». Esto es lo que sucede dentro un Cónclave, según la descripción del cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla, en un breve encuentro con periodistas que se acercaron a la Misa que celebró el domingo, en el mismo lugar donde, una semana antes, había pedido a Dios que diera a la Iglesia el pastor que ésta necesita.

No le cabe duda al cardenal de que los últimos Cónclaves demuestran que el Espíritu Santo conduce a su Iglesia, siempre por caminos sorprendentes, para dar en cada momento el Papa adecuado. «Tras la renuncia de Benedicto XVI, parecía que se había acabado el mundo». Y ahora ha llegado Francisco.

El proceso se repite una y otra vez desde hace varias décadas: tras el gran Pío XII, llega Juan XXIII, de quien se dice que «sabía muy poco de pastoral. ¡Anda, que si llega a saber!» Y después, viene Pablo VI, que dejó un cuerpo doctrinal impresionante. El arzobispo emérito de Sevilla destaca, en particular, la Exhortación postsinodal Evangelium nuntiandi, de 1975, todavía referente indispensable para la nueva evangelización. Y tras la sorpresa de Juan Pablo I y la conmoción de su muerte al mes siguiente, vino el huracán Wojtyla, un Papa que, en 2005, parecía que no tenía sucesor posible, hasta que llegó Joseph Ratzinger.

Su figura era muy conocida y apreciada

Uno de los aspectos que destaca el cardenal Amigo del nuevo Papa es la naturalidad en el trato. «La verdad es que, en estos días, hablamos de muchas cosas, porque dan margen para ello. Él se sienta en cualquier mesa, donde está libre. Hubo varios días en que a mí me tocó comer a su derecha, y nos trataba como si fuera un compañero más, y hablábamos de unas y otras cosas, él mismo cuenta muchas anécdotas…». Pero, sobre todo, «da la sensación de que fuera Papa toda la vida, con una gran naturalidad, ¡como si no hubiera pasado nada! Y piensas: este hombre estará preocupado, agobiado. Está, como es lógico, recibiendo a gente, informaciones de sus colaboradores más inmediatos… Pero de angustia, nada, en absoluto».

El cardenal Carlos Amigo conoce bien a Jorge Bergoglio y conoce bien la realidad de la Iglesia en Iberoamérica, porque ha sido el enviado especial de Benedicto XVI a varios países, durante la conmemoración del bicentenario de la independencia. Por eso, no le sorprende que haya sido elegido un Papa de esa región, y mucho menos aún que sea este Papa. «Su figura era muy conocida y muy apreciada. La sorpresa ha sido hacia el exterior, pero dentro, no ha habido ninguna sorpresa».

El nombre de Francisco

Lo que, en cambio, sí fue una gran sorpresa y un motivo de gran alegría para el cardenal Amigo, franciscano, es la elección del nombre de Francisco. «La verdad es que, en un principio, pensé que el nombre se refería a alguno de los grandes santos de la Compañía de Jesús: san Francisco de Borja, san Francisco Javier, san Francisco de Jerónimo… Pero, después, él mismo explicó [a los cardenales] que era en honor de san Francisco de Asís.

Me emocionó mucho que se eligiera este nombre, por todo lo que significa. Y, por otra parte, san Francisco es un santo muy universal. Es un santo muy venerado, por ejemplo, por los musulmanes, como el hombre que fue a acercarse a ellos, y no como cruzado. Es una figura muy universal, muy querida, y representa ese espíritu de universalidad, de amor a todas las criaturas. Sí, me causó una gran emoción. No me eché a llorar porque me daba vergüenza y estaban allí todos los cardenales…».

Francisco y Benedicto XVI, «dos almas gemelas»

A juicio del arzobispo castrense, el Cónclave ha dejado al descubierto cómo el Espíritu Santo conduce a su Iglesia. «Este Conclave corto e intenso ha demostrado la mirada sobrenatural y la unidad en el sentir eclesial del colegio cardenalicio. Y también que el Papa emérito sabía muy bien lo que Dios quería para su Iglesia», ha escrito monseñor Juan del Río. «Cada vez se hace más patente que, con su gesto profético y reformador, Benedicto XVI sitúo a los católicos en disposición de dirigir su mirada sólo a Jesucristo, a los orígenes de la fe, para que así respondieran con esperanza a los desafíos de una nueva época».

Y además, a pesar de las profundas diferencias que, a primera vista, se perciben entre uno y otro Papa, el arzobispo castrense considera que, a pesar de las diferencias de estilo, «ambos son almas gemelas, mentes abiertas, corazones creyentes. Portadores de la sucesión del apóstol Pedro que nos enlazan con el origen de la Iglesia y refuerzan la nota irrenunciable de su apostolicidad que confesamos en el Credo inseparable de su unidad, santidad y catolicidad». Prosigue el Año de la fe y tenemos nuevo Papa. «¡Estamos de enhorabuena!», concluye el arzobispo.