Libros - Alfa y Omega

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Miguel Ángel Velasco

Fray Luis de Granada es considerado, con toda justicia, uno de los más altos prosistas de la lengua española; es, plenamente, lo que todos entendemos por un clásico. En este caso, un clásico no sólo de la literatura en lengua española, sino de la espiritualidad. Homo Legens publica ahora su Guía de pecadores, en edición y notas de Ignacio Arellano, catedrático de la Universidad de Navarra. Fray Luis de Granada destaca en el desarrollo de la ascética y la mística del siglo XVI. La mística constituye la cima de la vida espiritual y requiere un entrenamiento, una serie de prácticas y ejercicios que permitan alcanzarla: a esto lo llamamos ascética. Esta guía de pecadores va recorriendo los distintos aspectos de la virtud y del vicio; enseña a practicar la virtud y a escapar de los vicios; y lo hace sirviéndose de ejemplos, mostrando los efectos y las consecuencias, los sosiegos e inquietudes, para convencer y persuadir al lector y mover su ánimo hacia la virtud, aportando los remedios más oportunos para enfrentarse a los pecados. Fray Luis de Granada, en pleno siglo XVI, se consagra, especialmente con esta obra, como uno de los directores espirituales del Siglo de Oro español. Se conocen dos versiones de la Guía de pecadores: la primera sale en Lisboa en 1556-57; es un texto relativamente breve que Fray Luis había ideado como apéndice para su Libro de la oración. Está concebida como un complejo de textos doctrinales, a la manera de un manual de conducta cristiana. La segunda Guía que está reeditada por Homo Legens, aparece en Salamanca en 1567 y, como el propio autor reconoce, «responde a la regla de vida cristiana». Pocos servicios mejores que éste pueden hacerse, en esta hora, tanto a la literatura como a la espiritualidad cristiana.

Gracias. La última palabra. Es un libro póstumo del padre José Luis Gago, dominico, teólogo y periodista que fue director general de la COPE y que nos ha dejado recientemente. La colección de espiritualidad de Narcea recoge, en estas páginas, su testamento. Están escritas como última palabra, porque él sabía que su vida se estaba terminando. Cuando trabajaba en la COPE, simulaba que a las cero horas se cerraba la edición del día anterior; le pidieron un texto breve de cierre. Lo fue escribiendo y fue guardando copia de los textos. Pasado algún tiempo, volvió a encontrarse con ellos y decidió ampliar temas y motivos, y ofrecer una pequeña maravillosa antología de oración para cerrar el día. Así, el lector puede encontrar hoy en estas 200 páginas reflexiones serenas sobre la vida, la salud y el tiempo, la familia y la fe, las virtudes cristianas, los acontecimientos menores de cada jornada… La esperanza cristiana de José Luis Gago se traduce en optimismo vital, en estos textos llenos de sensibilidad y de aprecio de tantas cosas sencillas que nos parecen menores, pero que son, en resumidas cuentas, un filón inagotable para mostrar nuestro agradecimiento a Dios al final de cada jornada.