Lo que esconde El Monastil - Alfa y Omega

Lo que esconde El Monastil

La noticia de que El Monastil es el único monasterio bizantino de la península ha saltado a los periódicos. Detrás está la historia de una comunidad litúrgica centrada en la Eucaristía que propició, de algún modo, la conversión de España al catolicismo en el año 589

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Vista aérea de El Monastil. Foto: J. M. Martínez Lorenzo

El goteo incesante de pruebas que ha dado en las últimas décadas el yacimiento de El Monastil, junto a la ciudad de Elda (Alicante), la antigua Elo, hace afirmar al arqueólogo Antonio Poveda que se trata de los restos del único monasterio bizantino de la península ibérica. «En España es muy difícil identificar restos arqueológicos de una etapa tan corta como fue la presencia bizantina, porque llegaron en el año 552 y fueron expulsados en el 620», afirma el investigador científico de El Monastil, profesor de la Universidad de Alicante, que destaca que «en Baleares hay restos de algún monasterio bizantino, pero en la península ibérica no está constatado que haya ningún otro».

La píxide con la alusión a los trabajos de Hércules que servía para custodiar la Sagrada Forma. Foto: Museo Arqueológico de Elda

Hasta ahora, los investigadores habían dado por supuesto que se trataba de un monasterio visigodo, pero el arqueólogo lo desmiente gracias a unos restos que, curiosamente, dan fe de la liturgia eucarística de aquella comunidad.

Así, hay restos de un altar bizantino, el mejor conservado de la península: «sabemos que es bizantino porque esboza la letra sigma, algo común a los territorios bizantinos del Mediterráneo oriental; y también porque el análisis petrográfico del mármol indica que se importó de las canteras de la isla de Paros».

Junto a ello destaca una píxide, una caja cilíndrica de marfil seguramente procedente de Alejandría, en la que se distingue la figura de una cierva en uno de los dos cuernos y en el hocico se ven dos manos. «Se trata de una alusión al tercero de los trabajos de Hércules, a quien la cultura bizantina asoció a la figura de Cristo, haciendo un paralelismo como hombre-Dios. En algunas catacumbas de Roma hay imágenes de Hércules y en la fachada de San Marcos de Venecia, la catedral bizantina, también aparece. Esa píxide evidencia esa fusión cultural», afirma el arqueólogo. ¿Qué hacía entonces esa pieza en El Monastil? «Las píxides se usaban como tabernáculo en la Iglesia bizantina, el lugar donde guardar la Sagrada Forma», asegura.

Restos de un altar de mármol procedente de la isla de Paros. Foto: Museo Arqueológico de Elda

Pero hay más: en las excavaciones se ha encontrado una cucharita y un pequeño cuchillo denominado lancia –en referencia a la lanza que atravesó el costado de Cristo en la cruz–, similar a las encontradas en Italia en otros monasterios bizantinos y que, en cambio, no aparece en hallazgos de época visigoda. ¿Por qué? «Porque este instrumento litúrgico servía para cortar la Hostia y luego con la cucharita empaparla en la Sangre de Cristo para depositarla en los labios de quien iba a comulgar. Esa es la manera de comulgar de los cristianos greco-orientales, no de los de rito latino».

La ‘lancia’ utilizada por la comunidad monástica bizantina para celebrar la Eucaristía. Foto: Museo Arqueológico de Elda

El actual obispo de Elo

Junto a estas pruebas, hay otras, como una basa octogonal de columna, la única de este estilo de toda la península ibérica, «idéntica a las que están en otros lugares de Europa y de Asia donde estuvieron los bizantinos». Además, los muros de la Iglesia están datados en el siglo VI, justo cuando los bizantinos ocuparon el sur y el sureste de la península, al igual que algunas cerámicas encontradas en el entorno; cerca hay una pequeña necrópolis en la que se han encontrado anillos con una cruz griega y otros símbolos en griego, y junto a la iglesia se encontró un peso o ponderal también con inscripciones en griego: «El emperador de Bizancio ordenó que se guardase en las iglesias un juego de pesos y medidas para garantizar que no había fraude a la hora de pesar monedas, oro y plata. Seguramente ese ponderal formaba parte de ese juego», asegura Poveda, quien ya ha prometido invitar al español Andrés Carrascosa, hoy nuncio en Ecuador y arzobispo titular de Elo, a conocer los restos de la diócesis de la que lleva el título, en una cadena de sucesión apostólica que se hunde ya en las raíces de nuestra historia.

Una presencia providencial para hacer España católica

«Cuando en el 527 sube al trono de Bizancio el emperador Justiniano, la península era un territorio arriano ocupado por los visigodos. A él le apena ver cómo los bárbaros han conquistado Occidente y han propagado la herejía arriana, por lo que se propone recuperar la influencia del imperio cristiano católico que entonces pervivía en Bizancio», explica José Antonio Calvo, profesor de Historia Antigua de la Iglesia y Arqueología Cristiana en la Universidad San Dámaso.

Así Justiniano recupera toda Italia y luego las islas Baleares y el sureste de la península. «Fue una presencia corta pero fundamental», dice Calvo, «que permitió a san Leandro nacer y crecer en Cartagena –Cartago Nova, la capital de Bizancio en la península– en un entorno católico». Años después, «Leandro irá a Bizancio a entrevistarse con el emperador para ver cómo convencer a Recaredo para que España fuera católica también. Lo consiguió con el apoyo de Bizancio, y gracias a esta maniobra se convertirá Recaredo en el año 589, y con él todo el reino».