El Cónclave real y el Cónclave de los medios - Alfa y Omega

Es sorprendente cómo el Papa Francisco se ha ganado a muchos periodistas que cubren el Cónclave, también a algunos muy críticos. Pero conviene no lanzar las campanas al vuelo. «Hay que dejarse sorprender», dice el sacerdote sevillano don Adrián Ríos, que ayuda en la organización de los servicios de prensa. «El problema son los clichés. Ahora Francisco es un Papa cercano, y me encanta que digan esto, porque es verdad, pero ya empezarán a fijarse en otros temas… No lo olvides: Francisco es un jesuita. Nos ha sorprendido y nos va a seguir sorprendiendo. Que no le intenten encasillar».

Un gendarme que atiende las instalaciones de la prensa está encantado con el nuevo Papa, pero muy dolido con las comparaciones. «¿Benedicto XVI no era un Papa cercano? Yo le acompañé en muchos viajes, y siempre se acercaba a preguntarme por mí y por mi familia. Pero algunos medios nunca le dieron la oportunidad de ser el Papa Benito: era el gran inquisidor, el guardián de la fe. ¡El Papa nazi! ¡Ah, qué injusticia!».

Días después de anunciar su renuncia, Benedicto XVI diferenciaba entre el Concilio Vaticano II real y el Concilio de los periodistas. Algo similar ha ocurrido en torno a este Cónclave, denuncian algunos de sus protagonistas.

Ante la sorpresa de la elección del cardenal Bergoglio, una reportera le pregunta al cardenal Rouco: «¿Cómo es posible que nos tuvieran tan engañados?». Su respuesta tuvo esta vez poco de gallega: «Es que quizá los medios de comunicación se autoengañan, y eso tiene mal remedio. Utilizar otro tipo de categorías para un acontecimiento como éste es no ponerse en el sitio adecuado para encontrar la perspectiva y el horizonte. Y se falla».

Desencuentros sin fácil arreglo

Hay desencuentros que no tienen fácil arreglo. «No creo que haya ningún medio de comunicación que envíe a un redactor a cubrir un partido de fútbol con la falta de formación que he visto estos días en Roma», dice a la colombiana Radio Caracol el padre Benjamín Clariond, Director de Información de la Oficina de Prensa de los Legionarios de Cristo. Los cardenales están dentro de la Capilla Sixtina eligiendo al nuevo Papa, y los enviados especiales comentan la información que publica La Stampa, sobre un supuesto conciliábulo, celebrado la víspera, en Santa María la Mayor. «Es como ponerse a retransmitir una gran final sin saber cómo se marca un gol», añade. O peor aún: porque los periodistas acreditados para el Cónclave ni siquiera tenían entrada a un estadio de fútbol, y debían informar desde el bar.

La expectación crece: lo vemos y lo sentimos

Unos cinco mil periodistas se han acreditado de forma especial para el Cónclave, y el número de periodistas se ha multiplicado en el Vaticano por seis. Deben enviar cada día crónicas, algo suculento, pero los ritmos de la Iglesia no siempre coinciden con los de los medios. «¿Quién elige el nombre que toma el nuevo Papa?», pregunta uno de los recién llegados, durante una rueda de prensa. «¿Qué pasa si, entre los cardenales, se forma una minoría no italiana de bloqueo, y logran pactar para bla, bla, bla…?», inquiere otro, mientras pone cara de experto vaticanista.

La Oficina de Prensa, dirigida por el padre Lombardi, ha multiplicado sus esfuerzos hasta el límite de lo heroico. La Croix ha pedido para el jesuita la canonización, por su santa paciencia, y no le faltan motivos. Le asiste el sacerdote extremeño don José María Gil Tamayo, durante varios años Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española, que ya trabajó con Lombardi durante el Sínodo de los Obispos para la nueva evangelización y la apertura del Año de la fe. Para atender a los medios de habla inglesa y francesa está el sacerdote canadiense Thomas Rosica. La trinidad, les llamaron los cardenales que participaron en el Cónclave. El estado de excepción se mantendrá hasta después de la Semana Santa.

«Vivimos un momento muy hermoso y de gran intensidad –intenta explicar Lombardi–. Estamos llegando a la fase definitiva de un período abierto hace un mes, con la renuncia de Benedicto XVI, y que concluirá con la elección de su sucesor. La expectativa crece: lo vemos y lo sentimos». Su consejo es acercarse más a la plaza, sin prejuicios, y ver a toda esa gente que espera la fumata, en un «clima sereno y alegre», para «dar la bienvenida al obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal. En cada elección se siente el afecto que los romanos sienten por el Papa, al que acogen siempre calurosamente, venga de donde venga». El consejo de la trinidad informativa es siempre el mismo: «Déjense empapar; salgan a la calle a mirar con los ojos abiertos, sin prejuicios».

En sus primeros días de pontificado, el Papa Francisco ha conseguido la proeza de deshacer algunos tópicos y prejuicios, y no está nada mal, para quien fue un arzobispo que no se caracterizaba precisamente por un trato frecuente con la prensa. Entre los cardenales –se comenta–, algunos han empezado a hacer quinielas sobre hasta cuándo durará esta tregua.