«Rigor doctrinal y honda preocupación social» - Alfa y Omega

«Rigor doctrinal y honda preocupación social»

«Ya lo sentimos como Padre, ¡y cuánto lo necesitamos!», dicen las carmelitas del monasterio de la Encarnación de Ávila. El Papa Francisco ha cautivado los corazones de todos, de las religiosas escondidas, y de los baluartes de la fe en la vida pública. Dice don Gustavo Villapalos, ex consejero de Educación, que es «un carácter recio para tiempos recios»

Redacción
El cardenal Bergoglio confirma a unos jóvenes en la capilla de Nuestra Señora de Caacupé, en un barrio pobre de Buenos Aires, en 2012

Un hombre de gobierno
Juan Velarde, vicepresidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

La llegada del nuevo Pontífice, que conocí en una reunión del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Francisco de Vitoria, fue de sorpresa, por la rapidez de la fumata blanca, y de alegría. Esto por tres motivos. En primer lugar, por ser un hispanoamericano. Desde 1492, estamos llevando la fe católica los españoles a América, y muy poco después a la región de la Plata. ¿No era hora de un Papa de ese ámbito iberoamericano? El segundo, porque había estado largamente en la España de 1970. Por lo tanto, sobre nosotros tiene ideas muy claras. Finalmente, porque es un hombre de gobierno. Véase los cambios que llevó a cabo en la Universidad Católica de Argentina de Buenos Aires. Lo demás, poco a poco, se ha de ir añadiendo.

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Extensión universal
Luis Suárez, miembro de la Real Academia de la Historia

En la Compañía de Jesús hay dos Franciscos que representan un cambio decisivo en la Iglesia, y me parece que el Papa se inspira en ellos. El primero es san Francisco Javier, que hace universal a la Iglesia, llevándola a la India, a China, e intentando llegar hasta Japón.

El otro, es Francisco de Borja, que introduce dentro de la doctrina de la Iglesia lo que significan los Ejercicios espirituales. Tengo la impresión de que ambas cosas están presentes en la mente del nuevo Papa. Se abre la Iglesia hacia un futuro de extensión universal. Hay que pedir a Dios toda la ayuda posible.

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Ya lo sentimos Padre
Carmelitas descalzas, monasterio de la Encarnación de Ávila

Amadísimo Santo Padre: nuestro corazón se ensancha al poder llamarle así. ¡Gracias por haber dicho ! Queremos expresarle nuestro amor. Sí, ya ha entrado plenamente en el corazón del Carmelo. Ya lo sentimos Padre, y ¡cuánto lo necesitamos!

Su elección ha sido para nosotras un abrazo de nuestro Dios, que nos ha llenado el alma del gozo inefable del Espíritu Santo. ¡Qué seguras nos sentimos! ¡Qué colgadas de su Providencia, que se desborda sobre nosotras en el gesto sublime de su amor divino! Como nosotras, estaba escondido. Enséñenos esa ciencia, para dar así la vida por Vuestra Santidad.

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En el frente de batalla
Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia

Una vez más, se demuestra cómo la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo, camina en la Historia con fuerza, más allá de las personas concretas que la encarnan en cada momento, por excelentes y providenciales que sean. A un buen Papa le sucede otro estupendo Papa; el testigo va pasando de una mano a otra desde Pedro y así seguirá siendo hasta el fin.

Ahora tenemos un Papa que viene del oeste –como Juan Pablo II vino del Este en otro momento histórico–, del continente donde viven la mitad de los católicos del mundo y en el que está la reserva de la cristiandad para el siglo XXI, de una tierra batida por el materialismo consumista y relativista; es decir, experto en los problemas de hoy en el frente de batalla. El Espíritu Santo no da puntada sin hilo.

Un Papa humilde, austero, sencillo, experto en las batallas de la posmodernidad –defensa de la vida, del matrimonio, de la pobreza, de la esperanza–; un Papa para hoy, que ha empezado su pontificado rezando y haciendo rezar; es decir, por el mejor camino.

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Bienvenido sea
Gustavo Villapalos, ex Rector de la Complutense

Perplejo, todavía, ante la inesperada noticia de su elección, quiero escribir unas pocas palabras sobre su persona. Todo se resume en una plena respuesta a la llamada divina a la santidad, hecha a todos por su Creador.

Jesuita, sí, pero al modo de san Ignacio y sus famosas reglas para sentir con la Iglesia, que lograron, durante sus años de Provincial, que Argentina fuera el territorio más importante y con más vocaciones de los jesuitas en el mundo.

Asceta como no he conocido a nadie. De humildad ignaciana, comparte con su fundador su reflexión sobre Francisco de Asís: Si Francisco hizo tanto por Cristo, ¿por qué no he de hacerlo yo? Santo y hombre de gobierno, indiferente a criticas y halagos, no vacilará en actuar, tanto cuanto Dios le pida. Un carácter recio para tiempos recios.

Bienvenido sea. Fuera de perfiles y edades, su elección demuestra que el viento del Espíritu sigue soplando con fuerza en las velas de su nave.

El cardenal arzobispo de Buenos Aires, junto a una mujer anciana y una niña, durante la Misa de Jueves Santo. Están en el refugio del Hogar de Cristo para drogodependientes, en una barriada de Buenos Aires, en el año 2008

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Pobreza del de Asís
Teófilo González Vila, catedrático de Filosofía

He sentido una gran alegría. He vivido una grata sorpresa: ha quedado claro que el Espíritu inspira donde quiere, y no donde le señalan los medios. (¡Algunos tan banales y agobiantes estos últimos días!) El nombre Francisco lleva consigo la pobreza del de Asís, y el empuje evangelizador incansable de Javier.

Sencillez, humildad, cercanía, oración y evangelización son las palabras que surgen espontáneas ante la figura, las palabras y los gestos primeros del Papa Francisco. En su primer encuentro con la Iglesia y el mundo, presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco empieza por escuchar durante unos intensos minutos antes de hablar. Saluda con sencilla cordialidad, invita a todos a orar, y ora, como primer testigo de la fe, evangelizador urbi et orbi.

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Iglesia, obra de Dios
Soledad Suárez, presidenta de Manos Unidas

Es una alegría contar, una vez más, con un sucesor de san Pedro. La reciente elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como Papa, imponiéndose Francisco como nombre, es una demostración de que la Iglesia es obra de Dios, que nos encomienda a su cuidado y nos pide que cada uno, desde nuestro puesto, trabajemos por el bien común, con el espíritu del Buen samaritano, dejando nuestras cosas para ayudar al que lo necesita, venga de donde venga, tenga el color de piel que tenga, crea en el dios que crea. No podemos dejar de recordar a Benedicto XVI y, una vez más, agradecer su cercanía, su calidez y su dedicación, y esperamos que siga rezando por nosotros.

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Papado iluminador
Juan Manuel de Prada, escritor

Es un motivo de alegría inmensa que un hijo de san Ignacio acceda al Papado, por primera vez en la Historia. Sin duda alguna, los momentos de mayor esplendor de la Iglesia de los últimos cinco siglos están asociados a la Compañía de Jesús; y los momentos de crisis de la Compañía lo han sido también para la Iglesia. Hoy, es más necesario que nunca que la Compañía de Jesús, y por extensión las Órdenes y Congregaciones religiosas, vuelvan a ser savia para la Iglesia; y estoy seguro de que el Papa Francisco trabajará en ello.

Por lo demás, creo que Bergoglio aúna el rigor doctrinal (probado en su combate en pro de la cultura de la vida y de la familia) y la honda preocupación social, necesarios para afrontar los quebrantos a los que se enfrenta la Humanidad. Espero, pues, un Papado muy iluminador en cuestiones de moral privada y pública. Y creo que, por haber sido un hombre que no ha pertenecido a la Curia romana, puede acometer las labores de gobierno de la Iglesia que exige el momento crucial en que vivimos sin rémoras ni servidumbres. Que haya elegido, además, el nombre pontificio de Francisco, en recuerdo del Poverello de Asís, es toda una declaración programática.

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El verdadero poder es el servicio
Javier Menéndez Ros, director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España

Si los hombres hubiésemos contratado una selectora de personal, jamás habríamos elegido a ninguno de los doce apóstoles de Jesús. Si el Espíritu Santo tuviera que hacer caso a las casas de apuestas, y a los miles de supuestos vaticanistas surgidos de todas partes, jamás habríamos tenido al Papa Francisco. Dios, una vez más, nos guía por caminos bien distintos a los nuestros.

El nuevo Papa nos ha presentado su mejor programa de actuación: oración y oración. Primero, oración comunitaria hablada, en Iglesia; y segundo, oración personal en silencio. Si la oración lo llena todo, seguro que se desbordará en caridad y en evangelización. Y todo ello con algunas señales inequívocas de Dios: la sencillez, la humildad y el buen humor. Que ninguna de ellas falte.

Dos faros y dos revoluciones que tendrá muy presentes en su labor como Papa: san Ignacio de Loyola y san Francisco de Asís. Ambos grandes reformadores y enormes luces de la Iglesia. No podemos renunciar al enorme potencial de revisión espiritual y de evangelización ignacianos, ni al espíritu franciscano de reforma de la Iglesia volviendo a la sencillez y pobreza que siempre tendríamos que vivir.

Y, por si se nos olvida, ahí nos ha dejado su mejor titular en una de sus obras: El verdadero poder es el servicio. El Papa Francisco lo tiene bien claro.

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Alegría y esperanza
Ignacio Sánchez Cámara, consejero de Educación de la Embajada de España en Italia

Los análisis y comentarios sobre la elección del nuevo Papa pueden ser mundanos o sobrenaturales. Suelen prevalecer los primeros, que se atienen a cuestiones políticas, económicas o geoestratégicas. No es difícil advertir grandes novedades y síntomas: la nacionalidad, el nombre elegido y su condición de jesuita.

Pero lo decisivo para mí es que parece el hombre adecuado para dar testimonio de Cristo en nuestro tiempo, y para acometer las reformas exigidas en un mundo que se encuentra, como dijo en su renuncia Benedicto XVI, «sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la Iglesia». En definitiva, para emprender una obra apostólica de renovación y purificación. Para España, no deja de tener valor significativo el hecho de que Francisco esté vinculado a dos grandes proyectos nacionales: la evangelización de la América hispana y la Compañía de Jesús. Su trayectoria y su primera presencia pública como Pontífice confirman que abundan las razones para la alegría y la esperanza.

Cristina Sánchez / José Calderero