Las confesiones de Francisco - Alfa y Omega

Las confesiones de Francisco

¿Cómo es el Papa Francisco? Él mismo ha respondido a esta pregunta en conversaciones con los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, en las que habla de todo: desde el tango, hasta Borges; desde su vocación, hasta la nueva evangelización. Presentamos algunas perlas del nuevo Papa recogidas en el libro El Jesuita (Ediciones B Argentina)

Jesús Colina. Roma
«Si hay una concepción que respetar, hay una vida que cuidar»

Vocación:
Cuando rondaba los 17 años, un 21 de septiembre (día en que en Argentina los jóvenes celebran el día del estudiante), se preparaba para salir a festejarlo con sus compañeros. Pero decidió arrancar la jornada visitando su parroquia. Cuando llegó, se encontró con un sacerdote que no conocía y que le transmitió una gran espiritualidad, por lo que decidió confesarse con él: «En esa confesión me pasó algo raro, no sé qué fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la guardia baja».

Más de medio siglo después, lo interpreta así: «Fue la sorpresa, el estupor de un encuentro; me di cuenta de que me estaban esperando. Eso es la experiencia religiosa: el estupor de encontrarse con Alguien que te está esperando. Desde ese momento para mí, Dios es el que te primerea. Uno lo está buscando, pero Él te busca primero. Uno quiere encontrarlo, pero Él nos encuentra primero».

«Primero, se lo dije a mi papá y le pareció muy bien. Pero la reacción de mi mamá fue diferente. La verdad es que la vieja se enojó mal».

Nueva evangelización:
«La Iglesia, por venir de una época donde el modelo cultural la favorecía, se acostumbró a que sus instancias fueran ofrecidas y abiertas para el que viniera, para el que nos buscara. Eso funcionaba en una comunidad evangelizada. Pero en la actual situación, la Iglesia necesita transformar sus estructuras y modos pastorales orientándolos de modo que sean misioneros. No podemos permanecer en un estilo clientelar que, pasivamente, espera que venga el cliente, el feligrés, sino que tenemos que tener estructuras para ir hacia donde nos necesitan, hacia donde está la gente, hacia quienes deseándolo no van a acercarse a estructuras y formas caducas que no responden a sus expectativas ni a su sensibilidad. Tenemos que ver, con gran creatividad, cómo nos hacemos presentes en los ambientes de la sociedad haciendo que las parroquias e instituciones sean instancias que lancen a esos ambientes. Revisar la vida interna de la Iglesia para salir hacia el pueblo fiel de Dios. La conversión pastoral nos llama a pasar de una Iglesia reguladora de la fe a una Iglesia transmisora y facilitadora de la fe».

«Soy Jorge Bergoglio, cura. Es que me gusta ser cura»

Divorciados en la Iglesia:

¿Qué diría a los divorciados que están en una nueva unión?
«Que se integren a la comunidad parroquial, que trabajen allí, porque hay cosas en una parroquia que las pueden hacer ellos. Que busquen ser parte de la comunidad espiritual, que es lo que aconsejan los documentos pontificios y el magisterio de la Iglesia. El Papa señaló que la Iglesia los acompaña en esta situación. Es cierto que a algunos les duele no poder comulgar. Lo que hace falta en estos casos es explicarles bien las cosas. Existen casos en que esto resulta complicado. Es una explicación teológica que algunos sacerdotes exponen muy bien y la gente entiende».

Aborto:
«La batalla contra el aborto la sitúo en la batalla a favor de la vida desde la concepción. Esto incluye el cuidado de la madre durante el embarazo, la existencia de leyes que protejan a la mujer en el post parto, la necesidad de asegurar una adecuada alimentación de los chicos, como también el brindar una atención sanitaria a lo largo de toda una vida, el cuidar a nuestros abuelos y no recurrir a la eutanasia. Porque tampoco debe submatarse con una insuficiente alimentación o una educación ausente o deficiente, que son formas de probar una vida plena. Si hay una concepción que respetar, hay una vida que cuidar».

Derechos de la mujer:

«La experiencia religiosa es el estupor de encontrarse con Alguien que está esperándote»

Muchos dicen que oponerse al aborto es algo religioso.
«Que va… La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; tampoco un tumor. La ciencia enseña que, desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. Es impresionante. No es, entonces, una cuestión religiosa, sino claramente moral, con base científica, porque estamos en presencia de un ser humano.

¿La graduación moral de la mujer que aborta es la misma que la de quien practica ese aborto?
«No hablaría de graduación. Pero sí, a mí me da mucha más…, no digo lástima, sino compasión –en el sentido bíblico de la palabra, o sea, de compadecer y acompañar–, una mujer que aborta por vaya uno a saber qué presiones, que aquellos profesionales –o no profesionales– que actúan por dinero y con una frialdad única. […] Esa frialdad contrasta con los problemas de conciencia, los remordimientos que, al cabo de unos años, tienen muchas mujeres que abortaron. Hay que estar en el confesionario para escuchar esos dramones porque saben que mataron a un hijo.

Educación sexual:
«La Iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla, a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa. En verdad, la Iglesia siempre impartió educación sexual, aunque acepto que no siempre lo hizo de un modo adecuado. Lo que pasa es que, actualmente, muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Ésa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más».

Dolor y resentimiento:
«El dolor, que es también otra llaga, es a campo abierto. El resentimiento es como una casa tomada, donde vive mucha gente hacinada que no tiene cielo. Mientras que el dolor es como una villa donde también hay hacinamiento, pero se ve el cielo. En otras palabras, el dolor está abierto a la oración, a la ternura, a la compañía de un amigo, a mil cosas que a uno lo dignifican. O sea, el dolor es una situación más sana. Así me lo dicta la experiencia».

Nombramiento episcopal:

«Después de una conversación, el Nuncio, me informa: Ah…, una última cosa… Fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20… ¡Así no más, me lo dijo!

¿Y cuál fue su reacción?
Me bloqueé. Como consecuencia de un golpe, bueno o malo, siempre me bloqueo…

¿Qué sentía cuando veía su nombre entre los grandes candidatos a Papa, en el Cónclave de 2005?
Pudor, vergüenza. Pensaba que los periodistas estaban locos».

María:
El 7 de noviembre de 2011, habló de la Virgen de esta manera, aunque la cita no pertenezca a El Jesuita: «Dios tenía una carencia para poder meterse humanamente en nuestra historia: necesitaba madre, y nos la pidió a nosotros. Esa es la Madre a quien miramos hoy, la hija de nuestro pueblo, la servidora, la pura, la sólo de Dios; la discreta que hace el espacio para que el Hijo realice el signo, la que siempre está posibilitando esta realidad pero no como dueña ni incluso como protagonista, sino como servidora; la estrella que sabe apagarse para que el Sol se manifieste. Así es la mediación de María, mediación de mujer que no reniega de su maternidad, la asume desde el principio; maternidad con doble parto, uno en Belén y otro en el Calvario; maternidad que contiene y acompaña a los amigos de su Hijo, el cual es su única referencia hasta el fin de los días. Y así María sigue entre nosotros, situada en el centro mismo de esa enemistad del protoevangelio, de aquella lucha que acompaña la historia de la Humanidad. Madre que posibilita espacios para que llegue la Gracia. Esa Gracia que revoluciona y transforma nuestra existencia y nuestra identidad: el Espíritu Santo que nos hace hijos adoptivos, nos libera de toda esclavitud y, en una posesión real y mística, nos entrega el don de la libertad y clama, desde dentro de nosotros, la invocación de la nueva pertenencia: ¡Padre!».

En la Iglesia «tenemos que ir hacia donde nos necesitan, donde está la gente»

Ping pong de preguntas y respuestas:

¿Cómo se presentaría ante un grupo que no lo conoce?
Soy Jorge Bergoglio, cura. Es que me gusta ser cura.

¿Un lugar en el mundo?
Buenos Aires.

¿Una persona?
Mi abuela.

¿Cómo prefiere enterarse de las noticias?
Leyendo los diarios. La radio la enciendo para escuchar música clásica.

Viaja en el subte (Metro), ¿es su transporte predilecto?
Lo tomo casi siempre por la rapidez, pero me gusta más el colectivo (autobús), porque veo la calle.

¿Tuvo novia?
Sí. Formaba parte de la barra de amigos con la que íbamos a bailar.

¿Por qué finalizó el noviazgo?
Descubrí mi vocación religiosa.

¿Tiene algún familiar que también abrazó la vocación religiosa?
Sí, el hijo de mi hermana Marta. Es sacerdote jesuita como yo.

¿Alguna afición?
De joven coleccionaba estampillas. Ahora, leer, que me gusta mucho, y escuchar música.

¿Una obra literaria?
La poesía de Hölderlin me encanta. También, muchas obras de la literatura italiana. El I promessi sposi, de Alessandro Manzoni, lo habré leído cuatro veces. Otro tanto con La Divina Comedia. Me llegan Dostoievsky y Marechal.

¿Borges? Usted lo trató.
¡Ni qué decir! Además, Borges tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la parte (sin que nadie lo pidiera).

Borges era agnóstico…
Un agnóstico que todas las noches rezaba el Padrenuestro, porque se lo había prometido a su madre, y que murió asistido religiosamente…

¿Una composición musical?
Entre las que más admiro está la obertura Leonera número tres, de Beethoven, en la versión de Furtwängler; es, a mi entender, el mejor director de algunas de sus sinfonías y de las obras de Wagner.

¿Le agrada el tango?
Muchísimo. Es algo que me sale de adentro. Creo conocer bastante de sus dos etapas.

¿Sabe bailarlo?
Sí. Lo bailé de joven, aunque prefiero la milonga.

¿Su deporte preferido?
De joven, practicaba el básquet, pero me gustaba ir a la cancha a ver fútbol. Íbamos toda la familia, incluida mi mamá, a ver al San Lorenzo, el equipo de nuestros amores: mis padres eran de Almagro, el barrio del club.