Vuelven los fantasmas - Alfa y Omega

Vuelven los fantasmas

Si el Papa pedía, el domingo, oraciones por la paz en Ucrania, horas más tarde, desde Moscú, el Patriarca Cirilo alertaba contra «la división entre los ucranianos», y reconocía que hay «fieles de nuestra Iglesia en bandos opuestos en las barricadas». En Kiev, representantes de las diversas confesiones condenaban la invasión rusa de Crimea, mientras que el Patriarca greco-católico afirmaba que «todo ciudadano de Ucrania debe estar preparado para defender la independencia del Estado». Vuelven los fantasmas del pasado

Ricardo Benjumea
Soldados rusos entran en la base militar ucraniana de Perevalnoye, en Crimea, en marzo de 2020.

«Les pido que sigan rezando por Ucrania, que está viviendo una situación delicada. Mientras anhelo que todas las partes del país se esmeren por superar las incomprensiones y para construir juntos el futuro de la nación y alcanzar una solución pacífica, dirijo un apremiante llamamiento a la comunidad internacional, para que sostenga toda iniciativa en favor del diálogo y de la concordia», decía el Papa desde la Plaza de San Pedro, tras el rezo dominical del ángelus.

La tensión en Ucrania iba en aumento, con tropas rusas tomando el control de los principales puntos estratégicos de Crimea. Recién regresado de Roma –donde informó de primera mano al Papa y ofreció públicamente, en una rueda de prensa en la sede de Radio Vaticano, su visión sobre la situación en el país–, el Patriarca Svatoslav Shevchuk, de la Iglesia greco-católica lanzaba, el sábado, un dramático mensaje, a través de la televisión pública. «Todo ciudadano de Ucrania debe estar preparado para defender su independencia y la soberanía del Estado», decía el pastor de esta Iglesia, duramente perseguida en tiempos de la Unión Soviética, y a la que, según algunas estadísticas, pertenece hoy aproximadamente el 6 % de la población del país, aunque la proporción es mucho mayor en las regiones occidentales. «Si así lo dispone Dios –añadía–, tendremos que estar en el campo de batalla con nuestros soldados, con nuestro ejército. La Iglesia greco-católica ucraniana está dispuesta a dar apoyo pastoral». Y dijo también: «Debemos levantarnos por nuestro país, y estar preparados, si es necesario, para sacrificar nuestras vidas y proteger la soberanía, libertad, independencia y unidad del Estado».

El domingo, un comunicado firmado por el Patriarca Shevchuk, junto al Patriarca ortodoxo Filaret, del Patriarcado de Kiev (escindido de Moscú y no reconocido por ninguna Iglesia ortodoxa), el Alto Rabino de Ucrania y representantes de cinco comunidades protestantes condenaron «la invasión extranjera» y exigieron que se detuviera «la brutal injerencia en nuestros asuntos internos». El comunicado rechazaba, como «propaganda rusa», la supuesta persecución en Ucrania contra «el idioma, la cultura y la Iglesia rusa», algo que «en absoluto se corresponde con la realidad». La supuesta persecución se refiere a la anulación de una ley de 2012 sobre el uso de lenguas regionales (que, entre otras cosas, establecía la co-oficialidad del ruso), metedura de pata de las nuevas autoridades, que, al intentar satisfacer a los sectores nacionalistas más radicales de las protestas anti Yukanovich, han sembrado la alarma entre la población rusófila. El nuevo Gobierno ha intentado después rectificar el error, pero ya había dado al Gobierno ruso la excusa propagandística que buscaba. En esta región de Europa, con una sangrienta historia, un clima de alta tensión como el actual es el caldo de cultivo perfecto para que cualquier desliz o paso en falso resucite los peores fantasmas del pasado y haga revivir los peores agravios entre vecinos.

La diplomacia del Patriarca Cirilo

Las Iglesias de Ucrania han jugado un importantísimo papel moderador en los últimos meses, para evitar enfrentamientos entre cristianos de distintas confesiones y preferencias políticas, lo cual no significa que no se hayan posicionado en el debate sobre el rumbo que debe tomar el país. Tanto la Iglesia greco-católica como el Patriarcado de Kiev han apoyado las manifestaciones pro occidentales que culminaron con la huida del país del ex Presidente Yukanovich. La Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú (segunda –tras Kiev– o primera confesión mayoritaria, dependiendo de la estadística consultada) es claramente pro rusa, pero, ante la invasión de Crimea, se ha posicionado a favor de la unidad territorial de Ucrania, al menos en lo que respecta a sus máximos responsables. El recién elegido Metropolita Onufry ha pedido la mediación del Patriarca Cirilo de Moscú para frenar «un baño de sangre». Y Cirilo, que en julio acompañó a Vladimir Putin a Kiev para celebrar los 1.025 años del Bautismo de Rusia (la actual Ucrania es la cuna de la nación rusa), dio cumplida respuesta con un mensaje en el que lamenta «la confrontación y las divisiones» entre los ucranianos, que «amenazan la existencia de Ucrania como Estado independiente». «Los fieles de nuestra Iglesia –añadía– son personas de diferentes puntos de vista políticos», y muchos se sitúan «en lados opuestos de las barricadas. La Iglesia no toma un posicionamiento particular en este conflicto político», afirmaba el Patriarca ruso, que se comprometía a hacer «todo lo que sea posible para persuadir a quienes están en el poder de que no pueden permitir que se aniquile a gente pacífica en la tierra ucraniana, tan querida a mi corazón».

Cirilo, a quien unen notables afinidades con el Kremlin, cree por supuesto en la unión paneslava de Rusia, Ucrania y Bielorrusia (tres países durante siglos cobijados bajo un mismo Estado), pero su perspectiva no es la cortoplacista que mueve la política. Su prioridad es evitar que el conflicto deje heridas difíciles de curar, y se esfuerza en minimizar los daños. En ese sentido, hay que interpretar su ofensiva diplomática, actuando de puente entre Putin y el Presidente en funciones ucraniano, Alexander Turchynov, a quien ha pedido protección para la población rusófila, y de quien, a su vez, ha recibido la petición de intentar convencer al Presidente ruso de que detenga la «agresión contra el pueblo ucraniano».