Víctimas de un falso derecho - Alfa y Omega

Víctimas de un falso derecho

Los partidarios del aborto lo defienden como un derecho de la mujer, una libertad que no se le puede negar. Esto no se corresponde con el drama de cientos de mujeres, que sufren presiones de todo tipo para acabar con sus hijos. De hecho, los que las empujan al aborto se amparan en este supuesto derecho para hacer caer sobre ellas todo el peso de la decisión de abortar, y así «no complicarse la vida». Estas mujeres «abortan para escapar de una situación. Nunca dicen Quiero abortar, sino Tengo que abortar»

María Martínez López
«’Me dijo:’ No te quiero, y he hablado con mi abogada para hacer un aborto. ‘Ya había pedido hora en la clínica. No era capaz de decirle que no’»

Ania tenía 19 años cuando descubrió que estaba embarazada. Fue durante un viaje de trabajo, y, al decírselo por teléfono a su novio, «él se quedó sin palabras. Sólo me dijo que nos viéramos cuando yo volviera. Cuando quedamos, estaba muy nervioso. Me dijo: No te quiero, y he hablado con mi abogada para hacer un aborto. Ya había pedido hora en una clínica, para el día siguiente. Yo empecé a llorar y le dije que no podía hacer eso, que era mi hijo. Pero no sabía qué hacer, me entró miedo. Mi relación con mi familia era muy mala, no me habrían dejado quedarme en casa. Le dije que, si realmente él quería hacer eso, que se encargara de todo, porque yo no podía. Esa noche fue la más larga de mi vida, me sentía muy sola. Pero no era capaz de decirle que no». Ania recuerda todos los detalles del día siguiente. Sobre todo, que no paró de llorar, y la frialdad del personal. «Cuando el médico puso la ecografía con mis papeles, la vi y me puse a llorar otra vez. El médico me dijo: O firmas, o te largas. Ni leí el papel que firmé. La enfermera me dijo que me tranquilizara, que no me iba a doler. Sólo hablaba de mí, no pensaba en mi criatura».

Me dijo que me buscara la vida

Con todo, «lo peor es que mientras yo estaba así, mi novio hablaba por el móvil como si fuera una situación normal. Tenía todo tan controlado, que me pregunto si tal vez no era su primera vez. Después de eso, desapareció. Sólo había querido quitarse al hijo de encima». Desde entonces, Ania ha seguido un itinerario de sanación con Proyecto Raquel. Pero le sigue resultando «muy doloroso» oír a gente que habla a favor del aborto, porque «no se dan cuenta de lo que llevas dentro, lo ven como un objeto». Cuando ella abortó, en 2008, se empezaba a preparar la ley de 2010, que afirma el derecho al aborto. A Ania, expresiones de este tipo le resultan totalmente ajenas: «Yo aborté porque no veía ninguna salida, era lo que se esperaba que hiciera».

La historia de Deyanira terminó mejor, porque puede disfrutar de su hija, de dos años y medio. Pero también ella tuvo que escuchar: «¿Por qué no abortas y te quitas el problema de encima?». Entonces, la ley ya hablaba del derecho al aborto. Cuando descubrió que estaba embarazada, su novio «me dijo que no le importaba, que ese niño no era suyo y que buscase de quién era. Vamos, que me buscara la vida. Ya teníamos otro hijo, pero ahora él no quería ayudarme, y en el trabajo me dijeron que no volviera. Nadie me echaba una mano, sentía como que me empujaban al abismo. Además, me había mudado a Madrid y no conocía a nadie. Casi caí en una depresión».

Llegó a pedir cita en un centro abortista. Pero unas voluntarias de RedMadre de su localidad habían avisado a RedMadre Madrid, y consiguieron localizarla. «Después de hablar con ellas me quedé más tranquila y decidí no ir a la cita. Todavía hoy me siguen ayudando. Yo diría a todas las madres que creen que no hay solución, que sí la hay. No estás sola, aunque lo parezca». Cuando se le pregunta por el derecho a decidir, es tajante: «No puede ser un derecho andar matando gente sin compasión. No puede ser bueno tirar a un niño por el váter, que es lo que hacen al final».

‘Cuando una mujer sufre tras un aborto, a menudo sólo oye: «Si lo decidiste tú…»’

El embarazo no es el problema

Historias como las de Ania o Deyanira no son hechos aislados. Mercedes Castilla es psicóloga, y lleva tres años colaborando -como voluntaria y como trabajadora- en RedMadre. Explica que, cuando una mujer se plantea abortar, «es muy habitual que sea por las presiones: de la pareja, que amenaza con el abandono; de sus padres, que la echan de casa; del mundo laboral, porque las despiden». Muchas veces, la mujer ve su libertad mermada por una dependencia afectiva hacia el novio. También sufre altos niveles de estrés, que pueden llegar a bloquear la capacidad de razonar.

El hecho de que la ley de 2010 hable del derecho al aborto, y de que sus defensores exijan que no se ponga ninguna traba a la mujer que ya ha decidido abortar no solucionan esta falta de libertad real. Más bien, la agravan. En la experiencia de Mercedes, incluso las mujeres que ya están decididas a abortar «no hablan como si fuera un derecho, sino que abortan para escapar de una situación. Nunca dicen Quiero abortar, sino Tengo que abortar. Y te ponen una lista de motivos sobre la mesa. El problema no es el embarazo, sino otros problemas. Por eso, cuando les ofrecemos ayuda para esos problemas, cuando la mujer está plenamente informada, cuando ve y escucha a su bebé en una ecografía», suelen cambiar de opinión.

Haz lo que quieras quiere decir: Yo no me implico

Exaltar la decisión de la mujer por encima de todo, «hace que todo su peso recaiga sobre ella. El Haz lo que quieras es, en el fondo, un Yo no me implico. Lo que necesita es que alguien le diga Adelante y le ofrezca ayuda». Sin embargo, cuando continúa con el embarazo, las personas de su entorno -parejas, jefes…- «no quieren complicarse la vida» y se amparan, para abandonarla, en que podía haber abortado y no lo ha hecho.

Una vez ha pasado el aborto, «también las consecuencias recaen sólo sobre la mujer». Si se arrepiente, o si se le ocurre decir que no está bien, que sufre por haber abortado, «se le dice: ¿Otra vez con lo mismo? Si lo decidiste tú…, olvídalo ya. Sí, pero ¿cómo lo decidió? Sola, presionada, en tres días. Oír eso no las consuela; al contrario, les da mucha rabia».