Carta a los consagrados - Alfa y Omega

El Papa nos invita a una peregrinatio hacia atrás. Nos llama a detenernos en el fotograma inicial: «La alegría del momento en que Jesús me ha mirado», y a evocar significados y exigencias relacionados con nuestra vocación: «Es la respuesta a una llamada y a una llamada de amor».

La relación con Jesucristo necesita ser alimentada por la inquietud de la búsqueda. Ella nos hace conscientes de la gratuidad del don de la vocación y nos ayuda a dar razón de las motivaciones que nos han llevado a la opción inicial y sostienen nuestra perseverancia. «La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre», y «en cuanto respuesta a una Palabra que la precede, será siempre un acto de memoria. Sin embargo, esta memoria no se queda en el pasado, sino que, siendo memoria de una promesa, es capaz de abrir al futuro, de iluminar los pasos a lo largo del camino… La fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva. Quien lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros».

El Papa nos confía a nosotros, consagrados y consagradas, esta misión: encontrar al Señor, que nos consuela como una madre, y consolar al pueblo de Dios. De la alegría del encuentro con el Señor brota la misión: llevar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo la consolación de Dios, testimoniar su misericordia.

En un mundo de desconfianza, desaliento, depresión, en una cultura en donde hombres y mujeres se dejan llevar por la fragilidad y la debilidad, el individualismo y los intereses personales, se nos pide introducir la confianza en la posibilidad de una felicidad verdadera, de una esperanza posible. Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan una palabra de consolación, de cercanía, de perdón y de alegría verdadera.

Cardenal João Braz de Aviz
Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica
José Rodríguez Carballo, OFM
Arzobispo secretario
De la carta circular a los consagrados y consagradas, ante el año dedicado a la Vida Consagrada