Feminicidios en la India, una lacra importada que impuso Occidente - Alfa y Omega

Feminicidios en la India, una lacra importada que impuso Occidente

Occidente mira con preocupación la expansión del aborto selectivo y el asesinato de niñas en países como la India, y entre los inmigrantes procedentes de estos países. Si el año pasado fue Reino Unido quien se escandalizó porque en su suelo se abortara por machismo, ahora el Congreso de Estados Unidos ha convocado una comisión para estudiar esta cuestión. Un experto participante ha denunciado que, desde Occidente, se promovió abortar a las niñas para frenar el crecimiento de su población

María Martínez López

Estados Unidos «no puede pretender que no tiene responsabilidad por las consecuencias» de sus políticas de control de la población, que en países como la India han dado lugar al aborto y el asesinato de niñas. Lo ha afirmado, en el Congreso de Estados Unidos, el profesor Matthew Connelly, experto en control de la población. Según la ONU, cada día se practican en la India 2.000 abortos de niñas, por el hecho de serlo. Otras entidades casi triplican este dato, y llegan a estimar que son dos millones al año.

Esta práctica, acumulada año tras año, ha hecho que en 2011 hubiera en la India 109 niños por cada 100 niñas. En estados como el Punjab y Haryana, la desproporción sube hasta 125 o 130 niños por 100 niñas. La cuestión ha empezado a escandalizar en Occidente, que ve los efectos que el feminicidio está teniendo en la población de estos países, y también cómo sus inmigrantes utilizan el mal llamado derecho al aborto para un fin tan poco progresista como acabar con las niñas por el hecho de ser mujeres.

Once niñas muertas, en una sola familia

La alarma ha llegado a tal punto que el Subcomité del Congreso de Estados Unidos sobre África, Salud Global, Derechos Humanos y Organizaciones Internacionales ha convocado una comisión dedicadas a las niñas perdidas de la India. Ante ella ha comparecido Connelly, que es profesor de Historia en la Universidad de Columbia, pero también personas que trabajan sobre el terreno, como el médico Brad McElya, y su mujer Jill, abogado.

En 2009, el matrimonio fundó el Invisible Girl (Proyecto Niña Invisible), una entidad que busca concienciar sobre la pérdida de vidas humanas, hacer justicia y rescatar y cuidar a las niñas vulnerables. En su comparecencia, contaron el estremecedor caso de una familia que había matado a once niñas después de nacer, esperando que el siguiente bebé fuera un niño. Sólo a la decimosegunda niña le permitieron vivir. Y son frecuentes -añadieron- las mujeres que terminan matando a sus hijos por miedo a las palizas y presión de su marido y su familia política. Si se resisten, en algunos casos será éste el que acabe con las niñas, o la mujer tendrá que sacarla adelante sola.

Machismo… propuesto desde Occidente

Mientras la opinión pública general simplemente culpaba al machismo de estas sociedades, las entidades provida ya venían denunciando que el aborto y el infanticidio de niñas era consecuencia de las políticas implantadas en países como China o la India para promover familias pequeñas. Esto -se decía- se unía a la preferencia por tener hijos varones y daba como resultado que, puestos a tener pocos hijos, se abortara a las niñas a la espera del deseado niño.

Detrás de las campañas a favor de las familias pequeñas -añadían estas entidades provida- estaba la ideología de control de la población promovida por los países de Occidente y por la ONU. Sin embargo, Connelly fue más allá, y denunció que la idea misma de acabar con las niñas no se forjó en la mente de los indios, sino que la idearon, a finales de los 60, los mismos promotores del control de la población. Por ejemplo, el autor de cabecera de este movimiento, Paul Ehrlich, propuso que «si se pudiera encontrar un método sencillo para garantizar que los primogénitos fueran varones, los problemas de control de la población en muchas áreas se aliviarían».

Manos a la obra

Otras entidades como Planificación Familiar de América y el Consejo de la Población apoyaron este plan, que consideraban más ético que otros que barajaban, como introducir sustancias esterilizadoras en el agua y la comida de estos países. Es decir, el aborto de niñas no ha sido un daño colateral de promover familias pequeñas, sino que se promovió desde Occidente, precisamente para lograr que los indios tuvieran familias pequeñas y el continuo crecimiento de la población no amenazara el desarrollo y bienestar de los países ricos. Después de encontrar esta solución -narró Connelly-, los ideólogos del control de la población se pusieron manos a la obra para implantarla. Fue un miembro de este Consejo quien viajó a Nueva Delhi a enseñar a los médicos indios a determinar el sexo de los no nacidos, mediante amniocentesis y ecografías.

Ahora, tanto la India como China, han prohibido estas prácticas que en su momento abrazaron, pero se siguen llevando a cabo de forma cada vez más extendida. Curiosamente, los datos demuestran que no son las familias más pobres las que más las practican, sino las que tienen unos recursos económicos razonables, suficientes como para permitirse las pruebas de diagnóstico prenatal del sexo.

En Suecia está permitido… y en España también

No ocurre sólo en la lejana Asia. El Consejo de Europa y la ONU han denunciado que el aborto de niñas también es común en países como Albania o Armenia. En Occidente, la extensión de esta práctica entre mujeres inmigrantes empieza a suponer un problema que, de paso, ha servido para subrayar la debilidad de los argumentos a favor del aborto. El año pasado, el diario británico The Daily Telegraph suscitó una gran polémica en el país, al revelar que varios centros abortistas del país habían tramitado abortos porque las mujeres que los pedían afirmaban no querer una niña. En ese país, se puede abortar hasta la semana 24 por cualquier motivo, pero no por la elección del sexo del niño.

Por el contrario, en Suecia, la Junta Nacional de Salud y Bienestar reconoció, en 2009, que, si la ley permite el aborto libre dentro de un plazo, también el relacionado con el sexo es legal. En España, la ley deja la puerta abierta a abortar a un hijo del sexo no deseado, si éste se averigua antes de la semana 14, o más tarde, si se alega que tenerlo afectará a la salud psicológica de la madre.