Cáritas y el botín de la Fontana de Trevi - Alfa y Omega

Cáritas y el botín de la Fontana de Trevi

Al final del año, el botín del emblemático monumento acuático llega a ser millonario. Solo durante el 2018 las monedas sumaron un total de un millón y medio de euros. Cáritas Roma es la organización que se encarga de la recaudación de manera regular y después distribuye las ganancias en obras sociales. La mayor parte se destina a financiar el Emporio Cáritas, un supermercado gratuito en el que las familias con dificultades económicas pueden ir gratis a hacer la compra de artículos de primera necesidad

Victoria Isabel Cardiel C.
Foto: David McKelvey

Es un ritual ineludible si eres turista y estás en Roma. Cada día decenas de miles de personas, sobre todo asiáticos, se agolpan ante la exuberante Fontana de Trevi y tiran una moneda, con la mano izquierda y de espaldas, con la esperanza de regresar algún día a la Ciudad Eterna. Una costumbre popular que, además de sueños y deseos, acumula monedas de toda procedencia en el fondo del emblemático monumento acuático. Los operativos de limpieza del Ayuntamiento se encargan de recoger cada mañana las monedas, bajo la atenta vigilancia policial, para evitar que puedan llegar a oxidarse con el fluir continuo del agua. Al final del año, el botín llega a ser millonario.

Cáritas Roma es la organización que se encarga de la recaudación de manera regular y después distribuye las ganancias en obras sociales. El dinero recogido se emplea en iniciativas de solidaridad para ayudar a familias con dificultades económicas. La mayor parte se destina a financiar el Emporio Cáritas, un supermercado en el que las familias con dificultades económicas pueden ir gratis a hacer la compra de artículos de primera necesidad.

Solo durante el 2018, último año del que se tienen datos, las monedas sumaron un total de un millón y medio de euros. O lo que es lo mismo, se lanzaron un promedio de 4.000 euros cada día. Una cantidad nada desdeñable que se traduce en el 15 % del presupuesto con el que cuenta la organización católica en la capital italiana. En los últimos años, la moneda más recurrente en el fondo de la fuente más emblemática de Italia es el dólar australiano. Si bien los turistas que más se prodigan en el angosto ángulo donde van a parar tres calles del centro histórico de Roma –que acuñó el nombre de Trevi (tres vías)– son los asiáticos.

A finales del 2019 la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, renovó hasta el 2021 el acuerdo que permite a Cáritas gestionar el dinero recogido de la Fontana de Trevi e invertirlo en obras sociales de esta institución. Pero no fue algo automático. Un año antes, el gabinete de la regidora del Movimiento 5 Estrellas había anunciado de forma unilateral que, a partir de entonces, sería una empresa municipal la encargada de gestionar el dinero, que sería destinado a la conservación del abundante patrimonio artístico de la ciudad. La polémica fue tal que decidieron dar marcha atrás, aunque la empresa encargada de recoger físicamente las monedas sigue siendo la municipal Acea.

Un mito del siglo XVIII

La fuente fue ideada para decorar uno de los lados del Palacio Poli que está justo detrás por Lorenzo Bernini en el siglo XVII, pero completada por Nicola Salvi y Giuseppe Panini. Tardó en construirse tres décadas, lo que desarmó la paciencia de los Pontífices que habían comisionado su realización y querían atribuirse el logro. Al final fue inaugurada tres veces por tres Papas distintos. La última el 22 de mayo de 1762 por Clemente XIII, cuando Roma solo contaba con unos 160.000 habitantes.

La dominación del agua por parte del Imperio romano es resabida y un ejemplo de ello es precisamente la Fontana de Trevi. El agua procede del acueducto Aqua Virgo, que parte desde la localidad de Lunghezza, a 22 kilómetros de Roma. Fue construido en la época del emperador romano Augusto en el año 19 a. C. y asombrosamente sigue hoy activo. Al mito de la Fontana de Trevi ha contribuido también el cine, sobre todo, la escena de la película La dolce vita (1960) del director italiano Federico Fellini, cuando la actriz Anita Ekberg se baña dentro e invita a Marcello Mastroianni a hacer lo mismo. Siempre hay alguno que quiere imitarlos, pero atención: la multa por meterse en la fuente asciende a 500 euros.