Libros - Alfa y Omega

Libros

Miguel Ángel Velasco

Antonio Muñoz Molina inicia así su prólogo a estas Crónicas de viaje, de Julio Camba: «Leer un artículo de Julio Camba tiene un efecto inmediato: le lleva a uno a leer otro artículo de Julio Camba, y otro, y otro más». Es exactamente lo que ocurre con estas 370 páginas que la editorial Fórcola acaba de editar, y que recogen las impresiones del mejor corresponsal de prensa español de todos los tiempos. Con agudeza, Muñoz Molina alude al «fondo de tristeza peculiar del español por el mundo, hace un siglo y ahora, porque hay cosas que parece que no cambian». El gallego Julio Camba (1884-1962), en sus artículos periodísticos, «no tiene precedentes en la literatura castellana», según Josep Pla. Fue un periodista que supo sacar todo el jugo a cada ciudad que visitó, y este libro reúne las que para el editor Fúster «son sus 150 mejores crónicas», en torno a las distintas ciudades en las que trabajó como corresponsal: Estambul, Madrid, París, Londres, Milán, Roma, Nápoles, Florencia, Ginebra, Berlín y Nueva York. Es una fascinante vuelta al mundo porque todas tienen un denominador común: Camba pasó toda su vida haciendo el mismo trayecto: el de un español que recorrió el mundo en un viaje interior al centro de su propia persona y viendo la fauna humana con el espíritu de un chico que recorre un zoológico, pero sin olvidar su propia confesión: «Yo no soy nada internacional. Yo soy de Villanueva de Arosa, partido judicial de Cambados, provincia de Pontevedra». Camba tuvo muchas patrias y no tuvo ninguna, porque hizo mil viajes y todos fueron el mismo.

En la página 158 de este libro, Noir, de José Luis Garci, que acaba de editar Notorious, se lee: «Nada me dolería más que encontraseis un renglón petulante en estas páginas». Son casi 500 páginas sobre el cine negro que, según Garci, nadie ha logrado definir ni bien ni mal. Descubrir, a estas alturas de la película, lo maravillosamente bien que escribe Garci sería imperdonable. Él dice, en el Prólogo gris marengo, que este libro es una miscelánea y que su madre lo habría llamado batiburrillo; recuerda: «Si todo viene de la infancia, la mía, parafraseando a don Antonio, son recuerdos de un patio de butacas –en realidad, el entresuelo–, porque al ir a la mili había visto más programas dobles que muchos acomodadores jubilados. En contra de lo que afirman los comunicólogos y los sociólogos de cercanías, la gente que fuimos mucho al cine siempre hemos vivido en el presente». Jura por John Ford que el cine que le gusta ya se ha hecho y que es único e irrepetible como la vida. «Según vas cumpliendo películas, te das cuenta de que mujeres y hombres no estamos hechos los unos para los otros. Cosa distinta es que nos necesitemos». Aparte de impagables artículos sobre el género noir, el meollo de este libro es un abecedario noir, 300 páginas sobre los directores de cine negro, por orden alfabético, desde Affleck a Wyler, a los que considera sus íntimos. Pasa, dice, lo mismo que en el amor, porque el cine está hecho de amor.