Tiempo de discernimiento - Alfa y Omega

Tiempo de discernimiento

En un tiempo en el que «la familia es despreciada» y «maltratada», la Iglesia está llamada a realzar «el plan luminoso de Dios sobre la familia», proponiendo al mundo «la belleza de la familia y del matrimonio», mediante una «pastoral inteligente, animosa y llena de amor». Ésta es la consigna que ha dado el Papa a los cardenales, al convocarlos para comenzar a preparar el Sínodo de los Obispos sobre la familia. El Papa Francisco se ha dirigido también a las familias, pidiéndoles, en primer lugar, su oración

Ricardo Benjumea
El Papa, con los cardenales, el pasado 20 de febrero, en el Aula del Sínodo de los Obispos

Estamos al comienzo de un camino que pasará por el Sínodo de los Obispos extraordinario sobre la familia, de octubre, y tendrá después continuación en el Sínodo ordinario sobre el mismo tema, que se celebrará un año más tarde en Roma, con el Encuentro Mundial de las Familias de Filadelfia (Estados Unidos) entre medias. Tras convocar, la pasada semana, a los cardenales para comenzar a preparar estas importantes citas, el Papa se ha dirigido directamente a las familias del mundo, con una Carta en la que les pide su oración, para que, «mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio».

En la presentación de la Carta, el Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el arzobispo Vincenzo Paglia, resaltó que «las familias no son simplemente el objeto de una atención. Son también el sujeto de esta peregrinación», y además, en términos numéricos, «en la Iglesia son mayoría». Y añadió: «No se puede olvidar que la irradiación del primer cristianismo se produjo a través de la red de las familias. Es una gran lección también para nuestra época, que invoca una nueva estación misionera de la predicación evangélica». En un «tiempo tan confuso e inquieto» como el que vivimos, «el Papa pide a las familias cristianas que sientan la responsabilidad de su misión», y les «pide su ayuda», por medio de la oración y de su testimonio. «Si no hubiera familias, la palabra de Jesús –la palabra de la Iglesia, la palabra del Papa– sobre el amor conyugal que es capaz de abrirse al ágape de Dios para todos, parecería abstracta, poco realista, ineficaz». Pero esas familias cristianas, «gracias a Dios, existen, y su presencia se siente».

A contracorriente

La Carta, fechada el 2 de febrero, se hacía pública el martes 25 de febrero, segundo y último día de la reunión del Consejo del Sínodo de los Obispos, que ha estudiado un boceto de la síntesis de las respuestas remitidas por las Conferencias Episcopales de todo el mundo al cuestionario que les remitió en noviembre la Santa Sede. Han llegado ya el 80 %, decía a L’Osservatore Romano el Secretario General del Sínodo, el recién creado cardenal Lorenzo Baldisseri. A partir de ese material, se redactará un borrador de Instrumentum laboris para el Sínodo. La versión definitiva estará lista previsiblemente en mayo.

En cuanto al fondo, el cardenal Baldisseri destacaba la dificultad y el reto de conciliar, no sólo en Occidente, la visión cristiana del matrimonio y de la familia con las visiones hoy culturalmente predominantes. De las respuestas al cuestionario se desprende además que, dentro de la Iglesia, «hay mucho sufrimiento», sobre todo en «aquellos que se sienten excluidos o abandonados por la Iglesia para estar en un estado de vida que no se corresponde con su doctrina y la disciplina», añadía.

Esos asuntos fueron ampliamente abordados durante el Consistorio extraordinario convocado por el Papa el jueves y el viernes de la semana pasada, al que asistieron unos 150 cardenales. Al hacer balance de las reuniones, celebradas a puerta cerrada, el padre Lombardi, director de la Oficina de Prensa del Vaticano, se refirió a las dificultades de presentar la concepción cristiana de la familia, la sexualidad y la persona. «La reflexión no se ha desarrollado en un clima de lamentaciones, sino de realismo, al constatar la dificultad cristiana en una cultura que va, prevalentemente, en otra dirección», aclaró.

Se ha insistido también mucho «en la preparación al matrimonio y en la espiritualidad conyugal y familiar», sin dejar de abordar el problema de los divorciados en nuevas uniones. Uno de los enfoques ha sido la posibilidad de mejorar y simplificar los procedimientos de nulidad. En cuanto a la admisión a los sacramentos de estas personas, ha habido también debate, aunque «aquí tampoco el clima ha sido de tensión o de ansia, sino muy positivo, de discernimiento, de búsqueda conjunta del camino para conjugar lo mejor posible la fidelidad a las palabras de Jesús con la misericordia divina y la atención a las situaciones concretas, siempre con gran sensibilidad». En total, hubo alrededor de 50 intervenciones de cardenales.

El portavoz vaticano anunció también que el Papa había nombrado Presidentes del próximo Sínodo a los cardenales André Vingt Trois, arzobispo de París (Francia), Luis Antonio G. Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas), y Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil). Sus nombres se suman al del cardenal Peter Erdö, arzobispo de Budapest (Hungría), nombrado en octubre Relator General del Sínodo, y al del Secretario Especial, monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti–Vasto (Italia).

La belleza de la familia

El Papa abrió el jueves el consistorio extraordinario con un breve pero enjundioso discurso, en el que se refirió a la familia como «reflejo de Dios, Uno y Trino» en el mundo. «Nuestra reflexión –dijo a los cardenales– tendrá siempre presente la belleza de la familia y del matrimonio, la grandeza de esta realidad humana, tan sencilla y a la vez tan rica, llena de alegrías y esperanzas, de fatigas y sufrimientos, como toda la vida. Trataremos de profundizar en la teología de la familia, y en la pastoral que debemos emprender en las condiciones actuales. Hagámoslo con profundidad y sin caer en la casuística, porque esto haría reducir inevitablemente el nivel de nuestro trabajo. Hoy, la familia es despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la Humanidad. Se nos pide que realcemos el plan luminoso de Dios sobre la familia, y ayudemos a los cónyuges a vivirlo con alegría en su vida, acompañándoles en sus muchas dificultades, con una pastoral inteligente, animosa y llena de amor».

El Papa bendice a una familia, que llevó las ofrendas en la celebración de la Misa

Pero si el Papa no quería que el debate entre los cardenales se centrara en la casuística, de puertas afuera, la respuesta al problema de los divorciados acaparó prácticamente toda la atención mediática. El cardenal alemán Walter Kasper, a quien Francisco encargó una ponencia introductoria (material estrictamente de trabajo, y, por tanto, no publicado), respondió a la salida de la reunión a varias preguntas de los informadores, centradas justamente en ese aspecto. El purpurado aludió a un caso que conoció siendo obispo en Alemania, de una mujer divorciada y vuelta a casar, que se había ocupado mejor que ninguna otra madre de preparar a su hija para la Primera Comunión, y que, sin embargo, no iba a poder comulgar ese día. «El discernimiento es necesario, porque las situaciones son muy divergentes, no hay una regla general, porque incluso entre los divorciados vueltos a casar hay situaciones muy diversas», añadió el purpurado, aunque, al mismo tiempo, explicó que cambiar la doctrina sobre el sacramento del Matrimonio es algo que «no se puede hacer». La cuestión es cómo conciliarla mejor con una actitud de misericordia hacia las personas en situación irregular, dijo, no sin advertir también de que algunas expectativas sobre esta materia «son exageradas».

Esta cuestión, en todo caso, fue una de muchas abordadas por el cardenal Kasper, y lo hizo de un modo tal que –según el padre Lombardi– no levantó controversias. La intervención, según el portavoz, estuvo «en gran sintonía con lo que el Papa dijo con sus palabras introductorias». Y si había dudas al respecto, el propio Francisco las disipó al día siguiente, alabando sin ambages ante los cardenales la ponencia del alemán, que volvió a leer por la noche, «¡pero no para dormirme», bromeó, sino porque «me ha hecho bien», ya que en ella había «teología profunda y pensamiento sereno».

Reflejo de una mayor colegialidad

De la explicación del padre Lombardi, se deduce que, más que ponerse el foco en cómo dar solución a las demandas de cambios frente a este tipo de situaciones, el debate partió de la constatación de que un amplio porcentaje de parejas vive hoy de espaldas a la doctrina de la Iglesia. Más que la cuestión de los divorciados vueltos a casar, la situación cuantitativamente más relevante sería la de las parejas de hecho, y el reto para la Iglesia consistiría en buscar la manera de acercarse «gradualmente» a estas personas y atraerlas progresivamente, insistiendo en lo positivo.

Pero es indudable que el Sínodo ha levantado controversias. El sábado, en un artículo publicado en L’Osservatore Romano, el cardenal Raymond Leo Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, lamentaba que se tergiversen palabras del Papa en apoyo de la tesis de que habrá cambios doctrinales en materias como la «inviolable dignidad de la vida humana y la integridad del matrimonio y de la familia». Y en una entrevista al diario Il Foglio, el sacerdote español Juan José Pérez Soba, profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II, lamentó que algunos episcopados centren la atención en problemas concretos como el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, «pensando que, si se cambia una norma, el problema desaparece». A su juicio, en muchos países aún no se ha puesto en marcha «una pastoral global» sobre la familia, como pedía Juan Pablo II en 1981 en la Exhortación Familiaris consortio.

En todo caso, el camino abierto será largo, hasta que haya un pronunciamiento del Papa tras la celebración de los dos Sínodos. Entre tanto, el debate no es solamente la familia, por importante que sea este tema. «Creo que es obvio –decía a L’Osservatore Romano el cardenal Lorenzo Baldisseri– que el Papa Francisco quiere un nuevo papel para el Sínodo. En primer lugar, lo que quiere es que sea realmente expresión de la colegialidad en el gobierno de la Iglesia».

Carta del Papa a las familias:

Queridas familias:

Me presento a la puerta de su casa para hablarles de un acontecimiento que, como ya saben, tendrá lugar el próximo mes de octubre en el Vaticano. Se trata de la Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada para tratar el tema Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. Pues la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio afrontando también las nuevas emergencias pastorales relacionadas con la familia.

Este señalado encuentro es importante para todo el pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo entero, que participan activamente en su preparación con propuestas concretas y con la ayuda indispensable de la oración. El apoyo de la oración es necesario e importante especialmente de parte de vosotras, queridas familias. Esta Asamblea sinodal está dedicada de modo especial a vosotras, a vuestra vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia. Por tanto, les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad. Como saben, a esta Asamblea sinodal extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo tema de la familia. Y, en ese contexto, en septiembre de 2015, tendrá lugar el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Así pues, oremos todos juntos para que, mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio.

Les escribo esta Carta el día en que se celebra la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. En el evangelio de Lucas, vemos que la Virgen y san José, según la Ley de Moisés, llevaron al Niño al templo para ofrecérselo al Señor, y dos ancianos, Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, fueron a su encuentro y reconocieron en Jesús al Mesías (cf. Lc 2,22-38). Simeón lo tomó en brazos y dio gracias a Dios porque, finalmente, había visto la salvación; Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En vuestro camino familiar, vosotros compartís muchos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día.

Queridas familias, vuestra oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso tesoro que enriquecerá a la Iglesia. Se lo agradezco, y les pido que recen también por mí, para que pueda servir al pueblo de Dios en la verdad y en la caridad. Que la protección de la Bienaventurada Virgen María y de san José les acompañe siempre y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo. Invoco de corazón sobre cada familia la bendición del Señor.

Vaticano, 2 de febrero de 2014
Fiesta de la Presentación del Señor