Taizé, un encuentro que hermana parroquias - Alfa y Omega

Taizé, un encuentro que hermana parroquias

La JMJ de Cracovia y los encuentros europeos de Taizé en Madrid y Breslavia han hecho surgir la amistad entre dos grupos de jóvenes polacos y madrileños. «Ha sido un impulso muy fuerte para la comunidad» de San Fulgencio, coinciden los jóvenes y el párroco

María Martínez López
Jóvenes de Breslavia les enseñan la ciudad a dos jóvenes de la parroquia de San Fulgencio. Foto: Pedro J. Lamata

El Encuentro Europeo de Taizé en Breslavia (Polonia), en torno al año nuevo, ha sido «incluso mejor que la JMJ» de hace tres años en el mismo país. Al menos así lo ha vivido Fernando, un joven de la parroquia madrileña de San Fulgencio que ha enviado a siete chicos dentro de los 27 que viajaban desde Madrid. Su párroco, Pedro José Lamata, define estos días (del 26 de diciembre al 3 de enero incluyendo la ida y la vuelta en autobús) como una experiencia muy intensa, resumida «en tres c: canto –en Polonia se combate el tiempo gélido con sentido del humor e íbamos cantando por todas partes–, una fuerte comunión, y caridad al que viene de fuera».

Volver con viejos amigos

Los jóvenes madrileños aprendieron himnos religiosos ucranianos; descubrieron la historia de una ciudad muy marcada por la II Guerra Mundial, donde la población «dice la verdad con valentía pero al mismo tiempo es muy delicada para no ofender», y participaron en un amplio abanico de «actos de solidaridad concretos en los que no te preguntas a qué confesión cristiana pertenece quien va a tu lado». Pero para Fernando lo que hizo tan especial su estancia fue reencontrarse con las mismas familias que los acogieron en los Días en las Diócesis previos a la JMJ de Cracovia, en 2016. «No solo nos han vuelto a abrir sus casas –comparte el joven–, sino que nos recordaban a la perfección. Tenían el corazón abierto de par en par».

Hace tres años, los jóvenes de ambas ciudades hicieron buenas migas, hasta el punto de que uno de los polacos pasó su Erasmus en Madrid alojado en casa de un español. Cuando se preparaba el Encuentro Europeo de Taizé del año pasado en Madrid, los de Breslavia pidieron ir a San Fulgencio. Esto motivó mucho a la parroquia, que terminó alojando a 140 jóvenes: polacos, pero también ucranianos, croatas, franceses, portugueses… Como 50 de ellos dormían en un colegio, Fernando y los demás jóvenes se encargaron «de que se sintieran como en familia».

Un descubrimiento para la comunidad

Esta experiencia, reconoce el joven, «fue un impulso muy fuerte para los jóvenes de la parroquia en los meses siguientes. Abrir nuestras puertas y nuestro corazón a gente que no conocemos está lleno de gracias, porque ellos traen a Cristo». También Lamata ha comprobado que estos años de amistad han contagiado a los jóvenes madrileños de la vitalidad de la Iglesia polaca. «Se han ido dando cuenta de que no se puede ser cristiano a medias, sino que es algo para las 24 horas del día».

El encuentro de Madrid también fue un descubrimiento para la comunidad. «Al principio les costaba ese estilo de oración. Pero luego les encantó, porque el ecumenismo de rezar juntos no molesta. Seguimos organizando algunas oraciones, una vez al trimestre». Ofrecerse a acoger también sirvió para que dentro del barrio se redescubriera la parroquia. «Muchos matrimonios venían a los actos con sus huéspedes, y veían a otros salir de su portal, del de al lado… Entre ellos había también familias no muy practicantes. No es que ahora vengan con mucha asiduidad, pero ya sienten la parroquia como suya. Otros me comentaban que nunca se les había ocurrido que nuestra fe es alegre» hasta que lo vieron en esas celebraciones.

Raíces fuertes para buscar nuevos caminos

Después de un año 2019 dedicado a la hospitalidad, el Encuentro Europeo de Breslavia ha estado marcado por el lema Siempre en camino, nunca desarraigados. Es también el tema elegido por el hermano Alois, prior de la comunidad ecuménica, para sus propuestas para el año 2020, que desembocará en un nuevo encuentro, esta vez en Turín (Italia), y en una novedosa peregrinación a Tierra Santa en febrero de 2021. Sus reflexiones diarias durante el encuentro han hablado a los jóvenes de temas como el cuidado de la creación o la acogida al diferente y al que viene de fuera. Pero el compromiso en estos ámbitos, buscando nuevos caminos, «no significa vivir en la inestabilidad permanente –subrayaba el día 30–. Necesitamos mantener nuestras raíces sujetas en una realidad que no cambie»: el amor de Dios por cada uno. El mismo país que acogía el encuentro es prueba de cómo «la fe ha ofrecido a muchas personas un profundo enraizamiento que les ha permitido, incluso en la adversidad, demostrar un coraje y una audacia extraordinarias». «¡Atrevámonos a ser tan decididos como ellos!», pidió.