Tres peces - Alfa y Omega

Tres peces

Concha D’Olhaberriague
Foto: Asia Lillo

Una espléndida foto de Alfonso Sánchez García, tomada hacia los años 40 del siglo XX, nos muestra la modesta calle de los Tres Peces con vecinos sentados al fresco ocupando parte de la calzada por la angostura de las aceras, niños correteando, la colada tendida en los balcones y hasta una pequeña fuente de granito que ya no se conserva, aunque sigue habiendo viejos menestrales como un zapatero remendón y una imprenta.

La callejuela se halla en la zona de Lavapiés que linda con Santa Isabel, cerca de Antón Martín.

En su libro El antiguo Madrid, cuando el cronista Ramón de Mesonero Romanos da cuenta de la historia del barrio de Lavapiés, se detiene en otras vías más largas y principales, en los moradores, sus oficios y condición, o en las iglesias en tanto que se limita sin más a mencionar el nombre de Tres Peces. Hemos de recurrir por ello a otro popular madrileñista, Pedro de Répide, quien en su libro callejero nos relata a qué se debe tan curiosa denominación.

Hubo allí, al parecer, un piadoso vecino llamado Pedro Solórzano que tenía por costumbre ofrendar tres peces de tamaño notable al convento de la Victoria, cercano a la Puerta del Sol, el día de san Francisco de Paula; el día de san Rafael llevaba otros tres al Hospital de San Juan de Dios, mientras que en la fiesta de la Inmaculada Concepción eran el Hospital de San Francisco y el de San Bernardino los destinatarios del mismo presente.

El pez, criptograma en griego de Jesucristo, hijo de Dios, Salvador, aparece con frecuencia en las catacumbas en los siglos II y III y es símbolo de la fe.

Además de los azulejos habituales, la denominación callejera se realza en esta ocasión con tres peces en relieve, enmarcados con cerámica color calabaza, que vemos en la fachada del número 25, junto con la leyenda: «Hace siglos estos tres peces labrados en piedra dieron nombre a esta calle».

Según el memorialista Répide se trazó este detalle tan expresivo con la intención de mantener vivo el recuerdo del benefactor Solórzano y perpetuar la costumbre de donar los tres peces en las fechas convenidas a las cuatro instituciones religiosas de caridad.

Da la impresión, en fin, de que los vecinos actuales han hecho suya la imagen que plasma el nombre de la calle, pues lo cierto es que más de un comercio luce tres peces de cerámica junto al número de la finca.