Los Magos de hoy - Alfa y Omega

Los Magos de hoy

Como recordó Francisco en la Epifanía del año pasado, los Magos «van al Señor no para recibir, sino para dar»

Alfa y Omega
Foto: AFP Photo/Vincenzo Pinto

Los Magos de Oriente, que habían llegado a Belén de Judea guiados por una estrella, «entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra». Después, «habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino» (cfr. Mt 2, 1-12).

Como recordó Francisco en la Epifanía del año pasado, los Magos «no se ponen en el centro, sino que se postran ante Él, que es el centro», «no se empecinan en sus planes, sino que se muestran disponibles a tomar otros caminos», «utilizan el lenguaje del amor, la misma lengua que Jesús ya habla» y «van al Señor no para recibir, sino para dar».

El oro que portan –explicó el Sucesor de Pedro– es «el elemento más precioso» y «nos recuerda que a Dios hay que darle siempre el primer lugar». El incienso, por su parte, «simboliza la relación con el Señor, la oración, que como un perfume sube hasta Dios», pero «así como el incienso necesita quemarse para perfumar, la oración necesita también quemar un poco de tiempo, gastarlo para el Señor». Y por último la mirra, que es «el ungüento que se usará para envolver con amor el cuerpo de Jesús bajado de la cruz», muestra la permanente invitación del Señor a «que nos hagamos cargo de los cuerpos probados por el sufrimiento, de su carne más débil, del que se ha quedado atrás, de quien solo puede recibir sin dar nada material a cambio».

La pregunta que formuló el Papa entonces en la basílica de San Pedro –«¿Hemos llevado algún presente a Jesús para su fiesta en Navidad, o nos hemos intercambiado regalos solo entre nosotros?»–, debemos hacérnosla de nuevo en este comienzo del año 2020, cuando estamos a punto de celebrar la Epifanía del Señor. Bien está disfrutar de estos últimos días de Navidad y compartir regalos con aquellas personas a las que queremos, pero ello no puede llevarnos a olvidar lo esencial: este es un tiempo para descubrir a un Dios que se hace hombre en «la luminosa pobreza de Belén» y que, cuando nos acercamos a Él, cambia el modo de relacionarnos. Vayamos a Belén en busca de la Luz. Seamos Magos hoy.