Refugiados que encuentran posada - Alfa y Omega

Refugiados que encuentran posada

El Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Portugal pone en contacto familias locales con refugiados para que convivan durante las fiestas navideñas. «Queremos darles la oportunidad de integrarse de la mejor manera posible, que es recibiendo el apoyo de los portugueses», explican desde la organización

Rodrigo Moreno Quicios
Annejuniore y Diana pasan una Navidad en familia gracias al SJR de Portugal. Foto: Servicio Jesuita a Refugiados

Annejuniore tiene 27 años y una hija de mes y medio: Diana. Las dos vienen de Camerún y, aunque solo llevan diez días en Portugal, ya han encontrado una familia con la que pasar la Navidad. «Me siento muy feliz y tengo muchísimas ganas de estar con esa gente que ha querido darnos la bienvenida. Si tuviéramos que pasar estos días solas me sentiría muy triste», confiesa la refugiada.

Ha sido posible gracias al Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) de Portugal, una institución que busca familias de acogida durante Nochebuena y Navidad. «Queremos dar a los refugiados la oportunidad de integrarse en nuestro país de la mejor manera posible, que es recibiendo el apoyo de los portugueses», explica a Alfa y Omega Mariana Coutinho, coordinadora técnica de esta institución en Portugal.

Según Coutinho, al vivir en sus propias carnes las tradiciones portuguesas, los refugiados que pasan por este programa «pueden aprender nuestra cultura y el idioma». Además, al ser estas unas fechas señaladas, les protegen de la soledad que sufren los migrantes lejos de sus casos.

Las familias, a favor

Annejuniore y Diana son dos de los 150 usuarios que el Servicio Jesuita a Refugiados tiene en Portugal. De ellos, unos 70 han encontrado una familia con la que pasar la Navidad. En el caso de esta familia, su anfitriona se llama Alice y tiene 72 años. «Creo que puede haber un encuentro entre nosotros del que nazca una amistad que nos enriquezca mutuamente», considera la portuguesa.

Alice cuenta con el apoyo de su familia, quienes no han puesto pegas para sentar a una desconocida en su mesa. Contribuye a ello que Adel, su marido, sea de origen egipcio, por lo que en su casa siempre ha existido preocupación por la situación de los migrantes. «He acogido a muchas personas a lo largo de mi vida y nos gusta mucho hacerlo como familia», cuenta Alice, que puso su casa a disposición de los refugiados en cuanto el arzobispado de Évora pidió voluntarios.

Alice está convencida de que sus hijas Muna y Nura estarán encantadas de convivir con Annejuniore y Diana. También los acompañará un viejo amigo con discapacidad que todos los años cena con la familia. «Van a quedarse a dormir todos y han preparado un montón de sorpresas al bebé», adelanta Marina Coutinho. De esta manera, la familia quiere ayudarlas a las dos a entrar con buen pie en un país dispuesto a acoger.