Miguel Ángel vivía en la estación de tren de Guadalajara: «En Nochebuena encontré la alegría» - Alfa y Omega

Miguel Ángel vivía en la estación de tren de Guadalajara: «En Nochebuena encontré la alegría»

Cuando Miguel Ángel mira atrás hay una noche muy especial en su vida. Hace dos años, él tuvo su particular noche buena. «Mi vida cambió por completo con una cena», dice convencido. Y no le falta razón. Miguel Ángel volvió a nacer con 42 años, el 24 de diciembre de 2017. Ese día, que mantiene grabado en su memoria, accedió a la petición que desde hacía mucho tiempo le hacían las personas que colaboran y trabajan en Cáritas Diocesana  de Sigüenza-Guadalajara: «Ven a vivir con nosotros a Betania, nuestro centro para personas sin hogar»

Marta Palacio Valdenebro
Foto: Cáritas Diocesana de Sigüenza-Guadalajara

Podía haber dicho que sí la semana anterior o varios días más tarde, porque «los de Cáritas me invitaban todos los días», explica. «Pero los sitios nuevos me dan miedo, y aunque en la estación de tren hacía frío y no tenía a nadie, prefería dormir allí porque era mi sitio. Me sentía seguro».

¿Por qué, entonces, ese día accediste?
No lo tengo claro, pero sí recuerdo que me dijeron: «Prueba solo una noche y si no te gusta te vas… Aquel día me convencieron y fui con ellos».

Esa noche, además de salir de la estación de tren de Guadalajara, «salí de mi tristeza», recuerda. Y ya no volvió: «Encontré la alegría», dice. Aquel 24 de diciembre, Miguel Ángel dejó atrás una vida de soledad en la calle. Y desde entonces no ha dejado de dar pasos hacia la reinserción absoluta. Miguel Ángel no olvida quién le tendió la primera mano. Ya no concibe una Nochebuena lejos de su familia, la que el 24 de diciembre de hace dos años le dio una segunda oportunidad.

¿Dónde cenaste esta Nochebuena?
En Casa Nazaret con las personas sin hogar de Betania, con mi familia. Aunque ya no vivo allí, desde hace dos años ceno el 24 de diciembre con ellos, y todas las celebraciones importantes de la Navidad.

¿Qué significa para ti la Nochebuena?
Es una noche muy especial, porque fue el inicio de mi nueva vida. Hace dos años, mi familia de Cáritas no solo me dio una cena y un techo, sobre todo, me dio el cariño que me faltaba.

¿Qué cambió esa noche?
Sentí el cariño de la gente, que me daban una oportunidad. Desde que llegue a Cáritas empezaron a preocuparse por mí, por mi ropa, porque estuviera aseado, por mi salud y por si estaba bien o mal.

¿Cómo recuerdas tu vida antes de aquella noche?
Era una vida sin futuro. Me había quedado en la calle hacía tiempo, sin nadie a quien recurrir y con problemas de salud. En la calle no se puede estar… Yo sabía que no estaba bien, pasaba frío y me encontraba solo, pero tampoco veía una salida. Al final me convencieron, probé una noche y lo que encontré fue gente maravillosa. Me llenaron de alegría y de fuerzas para superarlo todo.

Pero ya no vives en Betania, el centro de personas sin hogar en el que dormiste aquella noche.
No, ya no vivo allí, pero sigue siendo mi casa. Sigo yendo siempre que puedo e invito a gente para que también lo conozcan y se hagan voluntarios de Cáritas.

¿Dónde vives ahora?
En el Centro Residencial Betania estuve un año y medio y, desde junio de este año, vivo en el Centro Sociosanitario La Merced (UME, Unidad de Media Estancia) de Guadalajara. Aquí tengo más autonomía, lo que me permite aprender a valerme por mí mismo y también tener libertad para pasar mis ratos libres en Betania, donde están mi familia y grandes amigos.

Y en el futuro ¿dónde te ves?
Miro al futuro con ilusión y sabiendo que tengo una familia, que es la familia de Cáritas, que sé que nunca me va a dejar de lado. También quiero ayudar. Me gusta. Lo descubrí viviendo en Betania. Me encantaba abrir la puerta a la gente y atenderlos. Ahora soy voluntario en el servicio de recogida de ropa de Cáritas, donde ayudo a clasificar las prendas para darles una segunda vida. Es también una forma de recordar la generosidad que tuvieron un día conmigo.