Apóstoles en Europa - Alfa y Omega

Apóstoles en Europa

Concluimos hoy el resumen de la vida de los siete nuevos santos que serán canonizados, en Roma, por Benedicto XVI, el próximo domingo 21 de octubre, durante el Sínodo para la nueva evangelización. Hoy traemos aquí la historia de Ana Schäffer, una joven alemana que quería ser misionera y terminó por evangelizar postrada en la cama, tras sufrir un accidente que la dejó sin piernas. Y conocemos a Giovanni Battista Piamarta, un italiano que fundó varias escuelas en el país para asistir a los niños más desvalidos y dos Congregaciones religiosas para perpetuar su obra

Cristina Sánchez Aguilar
Giovanni Battista Piamarta. A la derecha, Anna Schäffer.

Anna Schäffer, laica

Anna Schäffer nació en 1882, en la parroquia de Mindelstetten, en un pueblo de la Baja Baviera (al sur de Alemania). Ana era una niña especialmente reservada, que aprendió de su madre a practicar la piedad y a tener un inmenso amor a Dios. Después de hacer la Primera Comunión, la pequeña se ofreció en cuerpo y alma al Señor, siendo su más ferviente deseo entrar en una congregación misionera.

En 1896 murió su padre, dejando a la familia sumida en una extrema pobreza. Anna se ve obligada a trabajar para reunir su dote —contribución económica indispensable en aquella época para ingresar en un convento—. Fue trabajando como su vida quedó marcada para siempre: el 4 de febrero de 1901, sufrió un terrible accidente en la lavandería de la casa para la que trabajaba. La joven perdió las dos piernas y quedó postrada indefinidamente en la cama, aquejada de fuertes dolores. Pero ése fue el lugar donde la requería Dios para llevar a cabo su labor de apostolado. Su lecho de enferma se convirtió en un punto de referencia para muchas personas que se acercaban a pedirle consejo, y muchos otros que contactaban con ella a través de correspondencia. Ana conservaba preciadamente todos los encargos de oración que le confiaban, y los presentaba incansablemente ante Dios. Supo iluminar espiritualmente a cada una de sus visitantes gracias a la Eucaristía que recibía diariamente de su párroco.

Tras 24 años de postración y ofrecimiento, falleció en 1925. Juan Pablo II, durante la ceremonia de su beatificación, el 7 de marzo de 1999, dijo de ella que, «cuanto más se transformaba su vida en un calvario, tanto más fuerte era en ella la convicción de que la enfermedad y la debilidad podían ser las líneas en las que Dios escribía. Llamaba a su habitación de enferma taller del dolor, para conformarse cada vez más con la cruz de Cristo».

Giovanni Battista Piamarta, fundador

«Dos o tres horas de oración cada mañana» era su secreto. Giovanni Battista Piamarta nació en la localidad italiana de Brescia, en noviembre de 1841, en una época marcada por la pobreza y por la lucha por la unidad italiana.

Hijo de José Regina Ferrari, Giovanni experimentó a una edad muy temprana el dolor de perder a varios miembros de su familia: su madre y dos de sus hermanos murieron en un breve espacio de tiempo, y fue su abuelo el que se hizo cargo de su educación. Estas pérdidas tan grandes le llevaron a experimentar, desde muy pequeño, una gran ternura y compasión por los niños huérfanos, pobres y desvalidos, con quienes se sentía identificado. Así, sintió la llamada del Señor para dedicarse, en cuerpo y alma, a servir a los más débiles.

El 23 de diciembre de 1865 fue ordenado sacerdote, ejerciendo su ministerio en diversas parroquias. Su condición de pobre marcó profundamente su vida en favor de los más necesitados, dedicándose con gran celo apostólico a la formación integral de los niños y los jóvenes. Movido por su experiencia de vida, fundó, el 3 de diciembre de 1886, el Hogar de los artesanitos, para niños pobres y abandonados; y posteriormente, el 11 de noviembre de 1895, fundó, junto al padre Bonsignori, la Escuela Agrícola, en Remedello. Para la continuación de sus obras, fundó la Congregación Sagrada Familia de Nazaret, iniciada en marzo del año 1900, y junto a la Madre Elisa Baldo, la Congregación femenina Humildes Siervas del Señor, iniciada el 15 de marzo de 1911.

Murió en Remedello el 25 de abril de 1913, no sin antes dejar un gran legado de amor y pedagogía. Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997.