«El Papa Francisco se emocionó cuando le dimos las cartas de presos» de Valencia - Alfa y Omega

«El Papa Francisco se emocionó cuando le dimos las cartas de presos» de Valencia

Los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de Valencia entregan al Papa las cartas de los presos a los que atienden. Una reunión que fue posible, aseguran, gracias a «la debilidad que siente el Papa por los excluidos y marginados»

Rodrigo Moreno Quicios
Foto: Pastoral Penitenciaria de Valencia

Cuando los voluntarios de Pastoral Penitenciaria de Valencia se reunieron con el Papa en la plaza de San Pedro, «a todos nos temblaban las piernas», cuenta a Alfa y Omega José Domingo Rodríguez, funcionario de prisiones en Picassent (Valencia). Venciendo el temor, él y sus compañeros consiguieron darle el sobre con las cartas de los presos a los que atienden. «Entonces Francisco lo abrió y nos dio las gracias por hacer llegar la Iglesia a los olvidados por los demás», recuerda Rodríguez.

Es un momento que este valenciano promete que nunca olvidará. «Cuando Francisco te mira, te transmite paz. Es una persona muy cercana. Nos dijo que siguiésemos porque estábamos haciendo una labor muy bonita», cuenta.

Con su gesto, los voluntarios de Pastoral Penitenciaria de Valencia han intentado «hacer visibles a los invisibles y darles voz ante su Santidad», explica Víctor Aguado, director de este secretariado. Algo que, a juicio de Rodríguez, consiguieron porque «el Papa se emocionó cuando le dimos las cartas de los presos».

El encuentro ha sido posible, a su juicio, gracias a «la debilidad que siente el Papa por los que viven en las periferias de la sociedad, los excluidos y marginados». Durante el mismo, los miembros de Pastoral Penitenciaria han explicado al Santo Padre «el gran proyecto con los excluidos de la sociedad que tiene la Iglesia valenciana», dice Aguado.

Ahora, quieren «transmitir a nuestros invisibles las palabras de Francisco, su proximidad y preocupación por ellos».

No piden nada para ellos

La iniciativa de escribir cartas al Papa surgió «como una actividad de aproximación a la fe para internos». «Les da aliento y ganas de seguir adelante», dice José Domingo Rodríguez. «Cuando están allí piensan que lo han perdido todo porque han sido excluidos hasta de sus propias familias, pero ven que hay gente que les quiere y que Dios siempre está ahí. Algunos vuelven a tener fe y esperanza», añade.

Pero lo más sorprendente para este funcionario de prisiones es que, en sus cartas, los reclusos no piden nada para ellos. «Uno puede pensar que al estar en la cárcel son más egoístas, pero no es verdad. Piden por su familia o la paz en el mundo y son muy emotivas».

Una «parroquia de los invisibles»

Pastoral Penitenciaria de Valencia organiza, con ayuda de los capellanes, misas todos los fines de semana. «Nos acercan a cada uno de los presos, a los que también aproximamos la figura de Jesús para hacer más llevadera su estancia en el centro», cuenta Víctor Aguado.

También les acompaña a través de las actividades que este secretariado organiza en las cárceles. Entre ellas destacan las clases de castellano para extranjeros, la formación religiosa, las dinámicas para cultivar habilidades sociales así como los cinefórum y la orientación jurídica.

Asimismo, cuenta con cuatro hogares de acogida para permisos de fin de semana y presos en su fase final de semilibertad. Tres de estos centros suman 26 plazas para varones y el otro, con un total de 15, alberga mujeres.

Por último, el Punto de Orientación Penitenciaria ofrece a los antiguos presos asistencia diaria para rehacer sus vidas rotas. Allí, según explica Aguado, devuelven la dignidad «a los invisibles que viven con el estigma de haber estado en prisión».