Nazaret también era un pueblo pequeño - Alfa y Omega

Nazaret también era un pueblo pequeño

Cristina Sánchez Aguilar
Ignacio Hernández se prepara para celebrar Misa en uno de sus doce pueblos. Foto: trabajamosporaragon.es

Es domingo, día del Señor, en Albarracín, provincia de Teruel. Ignacio Hernández –Nacho–, el párroco, comienza la Misa preguntando a la veintena de fieles congregados en el templo cómo se han levantado esa fría mañana en la que ninguno se quita el abrigo. Nadie responde, es extraño. «Cómo os cuesta contarme cómo estáis», recrimina. Acto seguido es el turno de los monaguillos, algo inquietos en el altar. Son las generaciones que acudirán el día de mañana a la parroquia en la Aragón despoblada, donde tres de los doce pueblos a cargo de Nacho no tienen habitantes y en el resto la media es de 30 personas. La excepción es Albarracín, con 1.000 habitantes y también su lugar de residencia.

En 22 años como cura rural reconoce ser testigo «de eso que se llama la España vacía». «Los mayores van muriendo y gente joven no queda, porque no es fácil trabajar y mantener una familia siendo agricultor o ganadero», asegura. Su tarea ha cambiado en esta veintena de años y su labor, señalan desde la diócesis aragonesa, es ahora mucho más personalizada. «Conoce cómo están cada uno de sus feligreses y pregunta qué tal han pasado la semana directamente en su casa, delante de un café». Nacho se resiste a ser parte de la lista de servicios que han desaparecido de los pueblos pequeños, como los médicos o los maestros. «Cerrar una iglesia es muy duro, y nosotros todavía mantenemos viva la llama acudiendo donde nos llaman». De hecho, si en alguno de sus pueblos van familiares el fin de semana y quieren celebrar Misa, solo tienen que mandarle un mensaje de WhatsApp.

Este sacerdote es ejemplo vivo de la ilusión que proponen los obispos de Aragón a la hora de afrontar la «grave situación» de la despoblación en esta zona. Cuando la densidad media de población en España es de 93 habitantes por kilómetro cuadrado, en Aragón es de 27 habitantes. Huesca cuenta con 14 y Teruel tan solo con nueve, una de las densidades más bajas de población de la Unión Europea. En un documento, titulado Nazaret era un pueblo pequeño, los prelados piden «atención a estos pequeños núcleos, ya que podemos ser un pequeño resto de lo que fuimos, pero nunca un residuo», y realizan un «canto a las minorías creativas que están siendo las comunidades de nuestros pueblos». Un «elogio de lo pequeño frente a la valoración de los números, frente a la asfixia de la productividad y la dictadura de la apariencia».