Thanksgiving, la fiesta de los de lejos y los nativos - Alfa y Omega

En mi tierra, España, la sabiduría popular nos recuerda que para ser bien nacidos hay que ser agradecidos. Hoy, mientras envío el artículo, en EE. UU. todo huele a Thanksgiving (Día de Acción de Gracias).

Fue en otoño de 1621 cuando los colonos de Plymouth y la tribu wampanoag se reunieron para disfrutar de una fiesta otoñal para celebrar la cosecha. Aunque la fiesta oficial de Acción de Gracias se estableció en 1863 cuando, durante la guerra civil, el presidente Abraham Lincoln proclamó que el Día de Acción de Gracias nacional se celebraría anualmente en noviembre. Desde entonces, de una manera u otra, las familias buscan reunirse al calor del hogar para celebrar ese día. Y se piensa un poquito más en el frío de los homeless(las personas sin hogar) y en su soledad. Comercios, escuelas, iglesias…, todos buscan cómo hacer llegar a los pobres algo que comer para que puedan también celebrar la fiesta. Incluso se ofrecen celebraciones de puertas abiertas.

Robert Emmons, psicólogo americano que enseña en la Universidad de California, dice en su libro Thanks que las personas agradecidas son más alegres y agradables, se sienten más satisfechas, son menos envidiosas, duermen mejor, y sufren menos de depresión y ansiedad. Y añade que dar las gracias aumenta la felicidad, mejora las relaciones, e incluso reduce la presión sanguínea.

En mi parroquia hemos decidido demostrar nuestra gratitud a Dios siendo solidarios. Este año, repartimos los pavos recibidos en bocadillos a los hermanos que acampan en los puentes. No sé si hay un Día Mundial del Hambre, seguro que mi sobrina Laura, tan fan de los días D, sí que lo sabe. Pero me han contado que en los puentes que separan Juárez (México) de El Paso (EE. UU.), el hambre la celebran todos los días más de 400 personas que esperan que les toque el turno para pedir asilo. Y aunque saben que lograrlo es casi una utopía, permanecen en condiciones infrahumanas, abrazados a sus hijos, sin perder la esperanza de ser llamados.

Veo en la CNN que el presidente Trump siguió este martes con la tradición instaurada en 1989 por el presidente Bush de indultar a los pavos presentados en la Casa Blanca. Los que me regalaron a mí corrieron con peor suerte.

Llegará el día en el que los que vinieron de lejos (colonos de Plymouth) nos sentemos a la misma mesa junto con los nativos (tribu wampanoag) para celebrar y dar gracias por la vida. En 1961 ya nos pusieron el ejemplo de que sí es posible.