Días de alegría y esperanza - Alfa y Omega

Días de alegría y esperanza

Inmersos en esta vorágine consumista que trastoca cada año nuestra rutina, no reparamos en lo que de verdad cambia todo: el nacimiento de Jesús está a la vuelta de la esquina

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Foto: María Pazos Carretero

Las calles de toda España ya están repletas de luces de colores y de enormes árboles de led. Los escaparates publicitan las últimas ofertas del Black Friday. La televisión se ha llenado de anuncios de todo lo que se puede comprar y de películas empalagosas en las que siempre aparece algún Papá Noel. Entre compras y cenas navideñas, vamos corriendo de un lado a otro, sin respiro. Y así, inmersos en esta vorágine consumista que trastoca cada año nuestra rutina, no reparamos en lo que de verdad cambia todo: el nacimiento de Jesús está a la vuelta de la esquina.

Este domingo, 1 de diciembre, comienza un nuevo año litúrgico con el Adviento. Estos días previos a la Navidad son días de alegría y de esperanza. Hay que prepararse. El Hijo de Dios se hace hombre por nosotros y, con su muerte, nos dará verdadera vida. Además, la Iglesia espera la segunda venida del Señor. Porque la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte.

Frente a la tentación de «mundanizar» la Navidad, como ha explicado el Papa Francisco en más de una ocasión, estas semanas sirven para comprender plenamente el nacimiento del Señor en Belén y cultivar una relación personal con Él. «El Adviento –escribió en Twitter– es un tiempo para reconocer los vacíos que hemos de colmar en nuestra vida, para allanar las asperezas del orgullo y dejar espacio a Jesús que viene».

La corona de Adviento, presente en nuestros lugares de culto, es un buen recordatorio de ello. El verde de sus hojas habla de vida y esperanza. La luz, que muestra el camino y aleja el miedo, representa a Jesucristo, que es Luz del mundo: «¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu Luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!» (Is 60, 1). Y el hecho de ir encendiendo un cirio cada semana «pone de relieve la ascensión gradual hacia la plenitud de la Luz de Navidad».

Que las luces que nos rodean no nos impidan ver la Luz. Que el ruido de estos días no silencie nuestros anhelos más profundos. Que no perdamos el foco y el Adviento sea un tiempo para poner a Jesús en el centro.