El patriarca Raï acusa a los políticos libaneses de «ser prisioneros de sus intereses» - Alfa y Omega

El patriarca Raï acusa a los políticos libaneses de «ser prisioneros de sus intereses»

El principal líder católico del país, el patriarca Béchara Boutros Raï, ha denunciado la «falta de coraje» y la «incapacidad de tomar decisiones valientes» para la formación de un nuevo Gobierno tras la dimisión del anterior, y para acometer reformas que acaben con la corrupción y favorezcan el crecimiento económico de un país donde un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza y la tasa de paro es el 40 %

Redacción
Foto: EFE/EPA/Andre Pain

Después de más de un mes desde que empezaron las manifestaciones, el Líbano sigue inmerso en la crisis por culpa de «la falta de coraje de quienes toman las decisiones políticas». El patriarca maronita, monseñor Béchara Boutros Raï, no se ahorró el domingo críticas a la cúpula del país, a cuyo inmovilismo contrapuso la iniciativa de los manifestantes que piden cambios políticos.

Tras la dimisión del Gobierno el 29 de octubre, precipitada por las protestas contra la corrupción, aún no se ha logrado la formación de un nuevo Gobierno. El patriarca, principal líder cristiano del país, subrayó en su homilía del domingo que los representantes políticos están inmersos en «la incapacidad de tomar decisiones valientes a favor del Líbano y de su pueblo, porque siguen siendo prisioneros de sus intereses y de sus vínculos con el extranjero».

En su intervención, recogida por L’Orient le jour, Raï añadió que, «gracias a Dios, el valor existe en nuestro pueblo». Están dando prueba de ello los manifestantes pacíficos que llevan desde el 17 de octubre manifestándose contra la corrupción. «Procedentes de todas las regiones, de todas las comunidades y de todos los partidos, se han reunido y tomado una opción de forma valiente y libre».

Sus reivindicaciones son el inicio de consultas parlamentarias conforme a la Constitución para formar lo más rápidamente posible un Gobierno que restaure la confianza, y que se pongan en marcha reformas contra la corrupción, para recuperar el dinero robado, y para fomentar el crecimiento económico.

«La barca se está hundiendo»

No es la primera vez que la homilía dominical del patriarca alude con dureza a la situación del país. El domingo 17, al cumplirse un mes de las protestas, lamentó que «la barca del país se está hundiendo» en un marco de «colapso económico y financiero», mientras «las posiciones siguen siendo las mismas». Y acusó a los políticos de «grandes crímenes» y de «traición» por «empobrecer al pueblo y desmantelar el Estado».

Dentro de este panorama, uno de los efectos positivos de las revueltas es, para la Iglesia, el hecho de que estas están siendo transversales. Los libaneses «han superado la pertenencia sectaria y partidista» y se han unido bajo la bandera libanesa y «la identidad nacional», como ocurrió cien años atrás cuando se fundó el país. Esta valoración se podía leer en el comunicado que el Consejo de Patriarcas y Obispos Católicos hizo público el día 15, después de su Asamblea Plenaria, y que llevaba a los autores a calificar el movimiento de «evento único en la historia del Líbano».

Por el fin de las cuotas

Este cambio resulta muy significativo en un país en el que casi todos los grupos políticos están impulsados o influenciados de una forma u otra por países u organizaciones de la región, y en el que desde el final de la guerra civil (1975-1990) el poder se reparte tácitamente por cuotas: el presidente ha de ser cristiano maronita; el primer ministro, musulmán suní; el portavoz del Parlamento, musulmán chií, y los escaños deben repartirse estrictamente entre cristianos y musulmanes, según grupos confesionales.

Acabar con el sistema de cuotas y el clientelismo es una de las reivindicaciones de los manifestantes, a los que además mueve —según la Plenaria de patriarcas y obispos católicos— la corrupción generalizada, «la pérdida de confianza en sus líderes políticos» y una crisis económica que ha dejado a un tercio de la población bajo el umbral de la pobreza, con una tasa de paro cercana al 40 % y una duda pública 150 veces mayor que el producto interior bruto del país.

No caer en la violencia

Los líderes católicos aprovecharon su plenaria para pedir a los manifestantes «sabiduría para que su movimiento siga siendo pacífico y civilizado», evitando «la violencia y la retórica». Respondían así a algunas fricciones iniciadas por partidarios de distintos grupos políticos, y que el 12 de noviembre desembocaron en la muerte de un manifestante a manos de un oficial del Ejército.

Pero, sobre todo, los patriarcas y obispos exhortaban al presidente Michel Aoun a «acelerar la adopción de las medidas constitucionales necesarias para formar Gobierno y proteger al Líbano, su soberanía, independencia y la unidad de su gente, y promover la economía y el Estado de derecho mediante la selección de personas competentes para servirle».

Diálogo y oración

Más allá de las palabras, la Iglesia está intentando aportar su granito de arena para que se llegue a una salida pacífica y legal en el país de los cedros. El patriarca Raï se reunió hace unos días con el ministro de Exteriores en funciones y líder del Movimiento Patriótico Libre, Gebran Bassil; y algunos medios han informado de que se había reunido con representantes de otros partidos cristianos, Kataeb y Fuerza Libanesa, aunque estos lo han desmentido.

Además, el Patriarcado maronita ha puesto en marcha, en su sede de Berkè, el rezo diario del rosario por la paz. La oración se retransmite a todo el país a través de la cadena de televisión católica Noursat.