Víctimas de abusos: «La inocencia se puede recuperar» - Alfa y Omega

Víctimas de abusos: «La inocencia se puede recuperar»

El 20 de noviembre se celebra en España la Jornada de Oración y Penitencia por las Víctimas de Abusos, una iniciativa que partió del Papa Francisco para rezar por quienes han sufrido cualquier clase de abuso físico o moral, y que ya está aterrizando en las parroquias

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Pixabay

Hace casi cuatro años, la parroquia de San Germán, en Madrid, comenzó una oración mensual por los niños que sufren abusos de cualquier tipo. La iniciativa partió para acoger en el corazón de la comunidad a unos niños que «son víctimas del silencio, que sufren en silencio todo tipo de abusos porque nadie quiere saber nada de estos temas», denunciaba el correo con el que se convocaba a la parroquia a rezar por los menores. «Muchos de ellos –continuaba– sufren cada día un verdadero infierno por agresiones escolares. Solo se conoce cuando uno de ellos no puede más y a sus 10 o 12 años se suicida». Son vigilias en las que también se pide por los agresores «para que Dios les cambie el corazón y les perdone».

«Señor, acércate a todos los que sufren, especialmente a los más pequeños y los más jóvenes. En esta noche los ponemos ante tu presencia para que sientan tu amor en su corazón», se reza cada mes en esta parroquia, en la que se pone delante del Santísimo a todos los niños y jóvenes que «lloran amargamente la soledad, el abandono, el cautiverio, la persecución, el rechazo, el desprecio y la humillación». Y en concreto se menciona a los secuestrados, a los obligados a matar en la guerra, a los vendidos y prostituidos, a los que son abusados sexualmente, a los que están siendo educados en la ausencia de Dios, a los maltratados por sus padres, a los asesinados para adquirir sus órganos…

Esta oración surgió «al haber constatado el poder devastador de los abusos en los niños, y también el sufrimiento de las familias y lo lejanos que sienten en esos momentos de Dios y de la Iglesia», explica Enrique González, párroco entonces de San Germán.

Este sacerdote ha podido acompañar a varias víctimas de abusos cometidos en el seno de la familia o en el ámbito escolar, por lo que conoce bien «lo doloroso que es ponerse en la piel del niño y ese silencio que parece que se le impone a su dolor».

Sin embargo, ha sido testigo también de que «se puede recuperar la inocencia. Esa es la Buena Noticia: se puede sanar la herida y dar sentido a la propia vida. Cuando uno vive todo esto con Dios, puede bajar a esa oscuridad porque baja con la Luz. Puede revivir esos momentos porque descubre a Cristo a su lado compartiendo ese dolor y cargando con ese sufrimiento».

La oración parroquial se dirige a Jesús Niño y a María Niña, «para pedir la inocencia para los niños que nunca deberán haberla perdido», y también se pide «la conversión de los que hacen tanto daño». De ahí que la plegaria busca «pedir la misericordia como el bálsamo capaz de reparar las heridas más profundas», dice Enrique González.

Este proceso de sanación puede llevar incluso a un paso más: «las víctimas que encuentran la paz en Dios son las primeras que se capacitan para poder acompañar a otros en ese mismo trance. Hay personas que se han convertido en un bien para otros y llegan a bendecir su propia historia. Agradecen incluso lo vivido, porque su dolor tiene ahora un alcance mucho más grande. Y son capaces de cambiar el ¿Dónde estabas, Señor, cuando te necesité? por un Gracias por haber estado siempre a mi lado».