Los tres ejes de la libertad de educación - Alfa y Omega

Los tres ejes de la libertad de educación

Familia, centros educativos y los propios alumnos son los tres ámbitos donde se juega la libertad de educación en España hoy. El ideario de los centros y su autonomía, el adoctrinamiento político y en ideología de género o las aspiraciones de los más jóvenes fueron temas que se abordaron también en el Congreso Católicos y Vida Pública

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: Rocío Ruz

Centros

Las dudas que se ciernen sobre la libertad de educación en España afectan a los centros de enseñanza de una manera especial. Para Irene Correas, profesora de Derecho constitucional de la Universidad San Pablo CEU, que participó en uno de los talleres del Congreso sobre Factores de desigualdad a la hora de elegir colegio, las declaraciones de Celaá «han sido deliberadas» y responden a «un intento de limitar la autonomía y la libertad de los centros educativos para crear un modelo único de enseñanza».

Correas defiende la libertad de los centros para elaborar sus propios proyectos educativos como algo esencial para garantizar este derecho constitucional. «Hoy los currículos son excesivamente detallados y muy estándar, todo está hiperregulado», pero sin embargo «la realidad social es muy distinta en unas zona o en otras, en unas familias o en otras», por lo que «cada centro debería tener la autonomía necesaria para desarrollar su propio proyecto educativo o especializarse de alguna manera. Los centros deberían poder definirse del modo que crean conveniente», y así «las familias tendrían más opciones a la hora de elegir».

El impedimento no es solo normativo, sino que también atañe al sistema de financiación de los diferentes tipos de centro que hay en España. Para Correas, «no es cuestión de invertir más dinero público, sino de gastar mejor lo que ya se tiene», porque «el presupuesto educativo no es pequeño y no se puede incrementar constantemente». Y esto vale tanto para los centros públicos como para los concertados, ya que «si a los concertados se les dota de más fondos, entonces aumentaría el control público sobre ellos y perderían la poca autonomía que les queda».

Foto: Pixabay

Familias

Entre los desafíos que se plantean a las familias para educar a sus hijos en el mundo de hoy, Carmen Sánchez Maíllo, secretaria académica del Instituto CEU de Estudios de la Familia, que dirigió el taller sobre Familia y educación, destaca «la amenaza de adoctrinamiento político en algunos contenidos de historia, la dificultad de estudiar el castellano en algunas zonas, la inmersión en temas relacionados con el feminismo y la ideología de género sobre todo en colegios públicos, los talleres de educación afectivos sexual que se imparten a espaldas de los padres…».

Otro reto es que «la libertad de elección de centro no es del todo real. La Constitución consagra el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, y también la gratuidad de la enseñanza obligatoria, pero esto último solo es posible en centros públicos y no asegura el respeto a las convicciones de los padres», lamenta Sánchez Maíllo, que aboga por la implantación del cheque escolar.

La coherencia familia-escuela, o la dificultad de mantener el ideario católicos en centros religiosos afectados por la falta de vocaciones son otros desafíos que se plantean a las familias, como también la difícil gestión de “educadores paralelos” como las redes sociales o las series de televisión. «Los niños tienen mucha información pero poca formación», dice Sánchez Maíllo, para quien los titulares del derecho a de libertad de enseñanza son los padres, «que no solo tienen que cuidar de sus hijos sino que deben trabajar mucho para trasladar sus convicciones en este contexto», por lo que aconseja a las familias «buscar comunidades, parroquias y otras familias con un estilo educativo y de vida que eduquen a los hijos en una razón abierta a la fe».

Foto: Pixabay

Jóvenes

Jóvenes, libres y comprometidos es el taller que dirigió Javier Segura, delegado de Enseñanza de la diócesis de Getafe, para quien a la hora de hablar de educación «es imprescindible romper bloques y prejuicios entre la enseñanza pública y la concertada. Uno puede trabajar en la pública y defender los conciertos, y al revés. Es importante la transversalidad y tender puentes, porque la educación es algo que nos preocupa a todos», y especialmente a los alumnos. Por eso, echa en falta «buscar el bien de los niños y jóvenes concretos. Si uno busca el bien de las personas concretas le quitas el poder a la ideología».

Por ejemplo, sobre la clase de Religión, «parece que hay dos formas de meterse en el debate: imponer o no imponer. Pero lo que falta es precisamente s preguntarse si es algo que hace bien, si les aporta algo a los alumnos en su maduración y crecimiento. Hay que ir a los concreto, por supuesto respetando el interés de las familias. Pero necesitamos como el agua el conocimiento y el respeto del otro».

A la hora de valorar las inquietudes de los jóvenes de hoy, para Javier Segura «las grandes aspiraciones del corazón nunca se apagan, y la libertad es una de ellas, como el amor y la solidaridad. La labor de los educadores es establecer un diálogo con las manifestaciones de estos jóvenes y encauzarlas». Y pone como ejemplo el atractivo y las infinitas posibilidades que les ofrecen la tecnología y las redes sociales, pero «ellos sienten que les faltan claves para manejar bien toda esa libertad en potencia. Saben que una libertad que no puedes manejar, al final te maneja a ti». Por eso el principal desafío del educador es acercarse a ellos para «educar su libertad».