El Papa Francisco llega a Tailandia - Alfa y Omega

El Papa Francisco llega a Tailandia

Después de casi doce horas de vuelo, el Papa aterrizó en Tailandia para su 32 viaje internacional. El periplo también llevará a Francisco a Japón. El Pontífice se reunirá con la comunidad católica, entrará en diálogo con otras religiones y promoverá la paz y un mundo libre de armas nucleares

Juan Vicente Boo
Foto: CNS

Después de casi once horas y media de viaje, el avión de Alitalia (Airbus 330-Flight AZ4000) con el Papa Francisco a bordo aterrizó en la pista principal de la zona militar, Terminal 2, del Aeropuerto Internacional Don Muang de Bangkok a las 12:03 hora local (06:03 en España).

A su llegada, el Pontífice fue recibido por un miembro del Consejo de la Corona, que le hizo entrega de una ofrenda de flores «garland». Acto seguido, saludó a las autoridades civiles y religiosas del país, a los Obispos de Tailandia, y a un gripo de 11 niños vestidos con trajes tradicionales. El miembro del Consejo de la Corona acompañó a Francisco hasta el coche que lo trasladó hasta la nunciatura apostólica. Allí, el Santo Padre almorzará y celebrará la Misa en privado por la tarde.

Con la llegada del Santo Padre a la ciudad de Bangkok, se dio inicio al 32° viaje apostólico internacional de su pontificado. En esta ocasión, el Pontífice visitará Tailandia y Japón entre el 19 al 26 de noviembre de 2019.

Foto: Vatican News

Sueño de ser misionero

El viaje le permitirá cumplir un sueño de juventud, ser misionero en Japón, y romper una lanza por otro, la abolición de las armas nucleares, condenando explícitamente su posesión y la amenaza de su uso.

En esta ocasión viaja a dos países budistas, Tailandia y Japón, en que los católicos suponen tan solo el 0,5 por ciento de la población pero cumplen su tarea de «fermento en la masa» mediante instituciones educativas y asistenciales, hasta el punto de generar las invitaciones oficiales al Papa, que será recibido con todos los honores por el rey Rama X en Tailandia y el nuevo emperador Naruhito en Japón.

Naturalmente, la prioridad de Francisco, que lleva en su cruz pectoral la imagen del Buen Pastor, es visitar a la pequeña comunidad católica de ambos países, tres décadas después de los viajes de san Juan Pablo II a Tailandia en 1984 y a Japón en 1981.

Su primer objetivo es reunirse con los 389.000 católicos de Tailandia y los 536.000 católicos japoneses, a los que se suman medio millón largo de inmigrantes católicos de otros países, sobre todo Filipinas. Como seguidor de san Ignacio y san Francisco Javier, que inició la misión en Japón en 1549, Francisco rezará en el santuario de los 26 mártires de Nagasaki y recordará los dos siglos y medio de persecución.

El segundo objetivo, según su portavoz, Matteo Bruni, es «el diálogo con otras religiones en países de abrumadora mayoría budista como Tailandia o budista-sintoísta como Japón». Por eso se reunirá en Bangkok con el patriarca supremo de los budistas en el monasterio de Wat Pho, y dará carácter interreligioso a los encuentros por la paz en Hiroshima y con los jóvenes en Tokio.

El tercer objetivo del viaje –que será el más visible para el mundo entero–, es promover la paz y un mundo libre de armas nucleares.

Foto: AFP/Vatican Media

Su primera jornada completa en Japón, el domingo 24 de noviembre, será un «maratón por la paz» con un intenso programa por la mañana en Nagasaki y por la tarde en Hiroshima.

Desde el lugar donde detonó la bomba atómica sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945 –matando en un día a 70.000 personas, en su gran mayoría civiles–, Francisco lanzará un llamamiento a abolir las armas nucleares a los cinco países con los mayores arsenales –Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y China– y a los cuatro con arsenales menores: Israel, India, Pakistán y Corea del Norte.

En estos momentos existen unas nueve mil armas nucleares, incluidas 1.800 de largo alcance desplegadas –sobre todo por Estados Unidos y Rusia– en silos de misiles intercontinentales, submarinos, bombarderos estratégicos y portaviones para su lanzamiento en cualquier momento con un preaviso extremadamente breve.

Los científicos atómicos y expertos que presentan cada año el Doomsday Clock, el Reloj del Juicio Final, adelantaron las manecillas en 2018 a solo dos minutos de la medianoche, un nivel de peligro de conflicto nuclear que no se marcaba desde 1953.

El motivo es la retirada de Estados Unidos y Rusia del tratado INF (Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio), suscrito por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, que permitió desmantelar los «euromisiles» Pershing II y SS-20, muy desestabilizadores pues permitían a las dos superpotencias librar una guerra nuclear limitada en Europa sin que las bombas alcanzasen sus respectivos territorios. Ambos países están desarrollando armas nucleares de nuevo tipo a gran velocidad.

El segundo factor de peligro en los cálculos del Bulletin of the Atomic Scientists es la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, que ha reactivado su programa atómico, por si no hubiese suficientes problemas con el de Corea del Norte, cuyo estado real es una incógnita especialmente peligrosa para Corea del Sur y Japón.

Los obispos de Japón desean que el Papa se oponga, además, a las centrales nucleares, cuya peligrosidad quedó clara el 11 de marzo del 2011, con el «Triple Desastre»: el terremoto, el maremoto y la fusión de tres reactores de la central nuclear de Fukushima.

El balance humano del Triple Desastre –casi 20.000 muertos, 2.500 desaparecidos y 154.000 personas evacuadas por riesgo de radioactividad– llevó al gobierno japonés a paralizar los 54 reactores nucleares y fijar el objetivo de desmantelarlos antes de 2030. Pero las fuertes presiones de las empresas fabricantes y las compañías eléctricas han conseguido la vuelta al servicio e incluso el estudio de nuevas licencias.

La segunda esperanza de los obispos de Japón es que el Papa apoye su esfuerzo para frenar la militarización del país. Entre las amenazas de Corea del Norte y el renacer del nacionalismo, Japón está abandonando los principios de pacifismo y no agresión mantenidos constitucionalmente en los últimos 70 años.

Desde la elección de Francisco en marzo de 2013, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, le ha invitando repetidas veces a visitar su país. Finalmente, lo ha conseguido. Pero el mensaje del Papa en varios temas no va a coincidir con el suyo.

Juan Vicente Boo. ABC / Redacción