Escoba y recogedor frente la destrucción de Iglesias en Chile - Alfa y Omega

Escoba y recogedor frente la destrucción de Iglesias en Chile

Algunos manifestantes destrozaron la Iglesia de la Asunción en Chile. Un grupo de voluntarios respondió a la barbarie con escobas, recogedores y fregonas. Los obispos han pedido el fin de la violencia y el la construcción de un pacto social

Redacción
Foto: EFE/Orlando Barría

Las protestas en Chile comenzaron hace un mes cuando el presidente Sebastián Piñera anunció una subida en el precio del metro. Fue la gota que colmó el vaso y cientos de personas se echaron a la calle para protestar por el incremento y por la desigualdad económica que vive el país.

Desde entonces, la violencia y el caos se ha desatado en el país sudamericano y ha provocado la muerte de 22 personas y 2.209 heridos. La lista ha incrementado precisamente este jueves 14 de noviembre cuando la Policía ha encontrado un cadáver calcinado en el interior de un supermercado que fue incendiado en el norte del país.

Iglesias quemadas y restauradas

La furia incendiaria también afectó a la Iglesia Católica y varios de sus templos fueron prendidos por los manifestantes, en algunos casos, y desvalijados y destrozados, en otros.

Esto último es lo que le ocurrió a la Iglesia de la Asunción, en el centro de Santiago de Chile, atacada y saqueada por manifestantes violentos, que han destruido imágenes, muebles y llenado de consignas e insultos el templo.

Pero frente a la barbarie también resurgió la esperanza y otro grupo de personas, más numeroso que el de los asaltantes, se presentó en el templo para limpiar y reparar los destrozos ocasionados.

Foto: Iglesia de Santiago.

Los obispos piden el fin de la violencia

Ante esta situación, los obispos del país pidieron este martes en un comunicado el fin de la violencia. «Ante las denuncias por violaciones a los derechos humanos, personas fallecidas, heridas, vandalismo, saqueos, destrucción de infraestructura pública y privada, pedimos con fuerza e insistencia que cese todo tipo de violencia», reclamaron.

Asimismo, reivindicaron «el respeto y el diálogo», que «son hoy una urgencia», y apelaron «a la generosidad de todos para anteponer a cualquier ambición personal o grupo el bien común de la patria, la que nos debiera congregar como una sola familia».

Antes de concluir, los prelados pidieron a los ciudadanos hacer un esfuerzo «para derribar los muros que nos separan y tender los puentes que nos permitan encontrarnos y construir un pacto social que nos conduzca a un futuro con más justicia, con paz y dignidad, donde nadie se sienta excluido del desarrollo humano integral».