Los obispos de Estados Unidos eligen como presidente a un inmigrante - Alfa y Omega

Los obispos de Estados Unidos eligen como presidente a un inmigrante

La Asamblea Plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha elegido como presidente al arzobispo de Los Angeles, monseñor José Gómez, nacido en México. Una apuesta que, sin embargo, contrasta con la reticencia de los pastores a integrar en su agenda, con el mismo peso que otros, temas prioritarios para Francisco

María Martínez López
El arzobispo José H. Gómez de Los Angeles, tras ser nombrado presidente, en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en Baltimore, el 12 de noviembre de 2019. Junto a él, el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente saliente
El arzobispo José H. Gómez de Los Angeles, tras ser nombrado presidente, en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en Baltimore, el 12 de noviembre de 2019. Junto a él, el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente saliente. Foto: CNS.

El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, monseñor José H. Gómez, ha afirmado que la reforma migratoria será una de sus prioridades. El arzobispo de Los Ángeles, nacido en Monterrey (México) y primer latino en ocupar este cargo, explicó poco después de su elección al Catholic News Service que la cuestión migratoria «es algo en lo que llevo trabajando unos 25 años».

Monseñor Gómez había sido hasta ahora vicepresidente del episcopado. Sustituye como cabeza de los obispos del país al cardenal Daniel DiNardo, obispo de Galveston-Houston. Como vicepresidente le acompañará monseñor Allen Vigneron, obispo de Detroit y hasta ahora secretario general de la conferencia.

La Asamblea Plenaria de otoño de los obispos estadounidenses, celebrada desde el lunes hasta este miércoles, ha vuelto a hacer oír su voz a favor de los inmigrantes por boca de monseñor Joe Vásquez, presidente del Comité episcopal de Migraciones.

Cientos de miles de familias podrían verse separadas

En un comunicado, monseñor Vasquez se ha referido a la audiencia que tuvo lugar el martes en el Tribunal Supremo del país sobre la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), un decreto de la Administración Obama que protegía de la deportación y concedía permiso de trabajo a unos 800.000 jóvenes llegados al país siendo niños. Ahora, tres casos judiciales desencadenados por los intentos del presidente Donald Trump de acabar con esta excepción están siendo juzgados en el alto tribunal, que previsiblemente se pronunciará sobre ellos antes del verano.

«Los jóvenes de la DACA son líderes en nuestras parroquias y contribuyen significativamente a nuestra economía y nuestras comunidades –afirmó el responsable de Migraciones del episcopado–. Son jóvenes trabajadores que solo conocen como su hogar los Estados Unidos». Por este motivo, el obispo exhortaba al presidente Trump y al Congreso a seguir trabajando juntos para alcanzar una solución legislativa permanente. El fin de la DACA «interrumpiría la continua contribución de sus beneficiarios y podría separarnos innecesariamente de sus familias». Algo que «va contra el bien común y contra la historia de acogida a los inmigrantes de nuestra nación».

Las palabras de monseñor Vásquez van en la misma línea de la carta amicus curiae (amigo del tribunal) que la Conferencia Episcopal y otras entidades católicas y evangélicas presentaron ante el Supremo. Esta figura, que posibilita manifestar a la corte su visión como parte no implicada, argumentaba que rescindir la DACA sin tener en cuenta algunos aspectos cruciales del programa dañaría a cientos de miles de familias, que quedarían en riesgo de ser separadas, algo que contradice la Ley de Procedimiento Administrativo.

Más allá del aborto

La elección de un presidente inmigrante y latino por parte de los obispos de Estados Unidos supone una toma de posición ante las políticas antiinmigratorias y el discurso de rechazo de la Administración Trump. Pero no se trata de una postura asumida sin resistencias. De hecho, esta Plenaria ha vuelto a poner de manifiesto las tensiones internas entre los obispos del país sobre cómo recibir y aplicar el pontificado del Papa Francisco y sobre las actitudes hacia el Pontífice.

Uno de los puntos en los que más se ha podido percibir esta división ha sido en los debates sobre la actualización de la guía de voto de cara al ciclo electoral de 2020 (que abarca tanto las primarias de los partidos como las elecciones presidenciales de noviembre). Su modificación, en un intento de incorporar a ella nuevas preocupaciones que han surgido en los últimos años y que ocupan un lugar importante en el magisterio del Papa Francisco, se ha hecho después de un proceso de consulta a los obispos sobre la guía misma y sobre la carta pastoral que la acompaña.

Pero el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, ha criticado el hecho de que su aportación a la carta ha sido diluida. Él había propuesto recoger un párrafo de la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, del Papa Francisco. En concreto, uno en el que junto a una «defensa del no nacido inocente» que ha de ser «clara, firme y apasionada» añade que la defensa de la vida de los pobres y de los amenazados por la eutanasia, la trata y la esclavitud es «igualmente sagrada». Dos palabras que han sido eliminadas, pues la comisión redactora ha optado por parafrasear el párrafo, en vez de citarlo íntegro.

Reflexionar sobre la comunión con el Papa

Además, el cardenal Cupich sugirió a sus hermanos obispos que incluyeran dentro de las cuestiones relacionadas con la defensa de la vida que se deben tener en cuenta a la hora de votar la separación de las familias inmigrantes y la muerte de siete niños cuando estaban detenidos por las fuerzas de seguridad. Y que se aludiera también al problema de las armas, el etnonacionalismo emergente, la pena de muerte y la protección del medio ambiente.

También el nuncio en el país, monseñor Christophe Pierre, dejó caer en su discurso inicial una sutil crítica a la acogida que el magisterio y las prioridades del Papa encuentran entre los obispos estadounidenses. «Es bueno –les dijo– reflexionar sobre las formas en las que ejercemos nuestra comunión con el Santo Padre y con la Iglesia universal». Citaba temas clave de su pontificado, como la misericordia, la cercanía a la gente, el discernimiento, el acompañamiento, la hospitalidad hacia los inmigrantes y el diálogo intercultural e interreligioso. «¿Creéis que estos se están volviendo gradualmente parte de la mentalidad de vuestro clero y vuestros pueblos?», les preguntó.

Más ayuda para embarazadas

Esta mayor apertura a las prioridades del Papa no es incompatible –la cita elegida por el cardenal Cupich sobre la defensa «clara y apasionada» del no nacido lo corrobora– con un renovado compromiso en contra del aborto. Una senda que sí han tomado los obispos con un año especial dedicado a promover la ayuda a las mujeres embarazadas en dificultad.

La convocatoria, que tendrá lugar de marzo de 2020 al mismo mes de 2021, tiene como lema Caminar con las madres necesitadas: un año de servicio. Y pretende que todas las parroquias se impliquen en conocer y promover las iniciativas de defensa de la vida que hay en su entorno (tanto confesionales como no), además de analizar cuáles pueden ser necesarias aún y contribuir a que se pongan en marcha.

Al presentar este programa, monseñor Joseph Naumann, presidente del Comité episcopal de Actividades Provida, subrayó que «el 75 % de las mujeres que optan por el aborto tienen ingresos bajos». Se trata de mujeres que en muchos casos «están en nuestras parroquias y barrios», y a las que la Iglesia en muchos casos ya presta ayuda.

Cada año, en los hospitales católicos nacen 150.000 niños hijos de mujeres en esta situación, y las ONG católicas asisten a decenas de miles de embarazadas y madres en dificultad. Sin embargo, aún hay «vacíos» o brechas por las que estas mujeres pueden no llegar a recibir la ayuda adecuada y, como consecuencia, verse impelidas a abortar. «Muchos centros de ayuda a embarazadas están coordinados de forma apropiada a nivel diocesano o regional», pero falta esta misma colaboración a nivel local, que es «en el que mejor se llega a ellas», aseguró monseñor Naumann.