Hijo del V Marqués de Spínola, de profesión marino de guerra, el joven Marcelo Spínola y Maestre, nacido en Cádiz el 14 de enero de 1835, empezó su andadura profesional ejerciendo de abogado en Huelva, tras licenciarse en Derecho por la Universidad de Sevilla. Le llamaban el «abogado de los pobres», por el empeño que puso, durante su estancia en la ciudad onubense, en ayudar a los más pobres, a los que no cobraba la minuta.
En paralelo, la devoción que sentía desde niño hacia el Sagrado Corazón iba en aumento y tuvo mucho que ver en su vocación tardía al sacerdocio, que culminó con su ordenación en 1864. Tras diversos destinos como párroco en diferentes localidades andaluzas —Sanlúcar de Barrameda fue una de ellas—, recaló en Sevilla como párroco de la Iglesia de San Lorenzo.
Allí fue a verle, un día de 1874, Celia Méndez, una sevillana que había enviudado recientemente. Le pedía ayuda espiritual. El diálogo espiritual de ambos desembocó en la creación, diez años más tarde, de las Esclavas del Divino Corazón en Coria, primera diócesis de la que fue titular el Beato Marcelo. Como su nombre indica, la espiritualidad de esta Congregación está centrada en el culto al Sagrado Corazón de Jesús y en el anuncio de su Amor y se plasma en colegios, residencias universitarias y fundaciones culturales en España y en una quincena de países.
Una propensión a participar en la vida pública -era el final del siglo XIX, época cuajada de desafíos para la Iglesia- que el Beato Marcelo Spínola volvió a impulsar, a partir de 1896, como arzobispo de Sevilla. Por ejemplo, a través de la creación del Correo de Andalucía. Una fiel aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia y, de forma muy especial, de la encíclica Rerum Novarum, publicada por León XIII en 1891. Un Papa que coronó la labor del Beato Marcelo Spínola nombrándole cardenal en 1905. Fue el rey Alfonso XIII quien le impuso el birrete el 31 de diciembre de 1905. Veinte días después, el 19 de enero de 1906, fallecía. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1986.