El absurdo de la guerra - Alfa y Omega

El absurdo de la guerra

Maica Rivera

Gatopardo Ediciones nos trae este clásico europeo de la novela corta con el didáctico epílogo de Cees Nooteboom que se nos hace imprescindible. Contextualiza a la perfección por qué el autor, uno de los más importantes de la posguerra holandesa, nos sitúa en la Europa del Este de 1944, en una tierra de nadie, entre dos frentes, donde impera una anarquía absoluta, alternativamente en manos de alemanes, rusos y partisanos. A estos últimos pertenece el protagonista, un soldado holandés anónimo que, durante un cese de hostilidades, se instala en una casa señorial y se hace pasar por el propietario ante los nazis que recuperan la plaza. No tardaremos en comprobar lo que hemos ido intuyendo, que el personaje es un muerto en vida, despiadado hasta prácticamente la psicopatía, y ha despojado a las vidas humanas de todo su valor, a las de los demás pero también a la suya en última instancia. Presentimos y después sentimos, y llegamos a leer literalmente, sin necesidad de descifrar, la incomunicación y la soledad mediante una prosa seca y afilada. Willem Frederik Hermans narra las bajas tretas de supervivencia de este personaje en el submundo bélico, radicalmente alejado de cualquier épica o heroicidad, para exponer la deshumanización y la espiral de brutalidad que, en cualquier guerra, pugna por arrasar a la postre con cualquier vestigio de civilización, resaltando, además, la inutilidad absoluta de todo conflicto armado.

Mientras le vemos crecerse en violencia, su entorno se agiganta en el absurdo. El soldado no alcanza la desesperación ni el odio, se queda siempre en la abulia emocional; no duda en asesinar a sangre fría a quienes se interponen de alguna forma en sus planes, sean cuales sean sus signos, banderas o intenciones; y es totalmente inmune al sufrimiento y al dolor ajenos, sendos códigos que se niega o no es capaz de procesar y que, además, ridiculiza en términos de disfuncionalidad. Apenas encontramos un par de líneas de iluminación y cercanía en su discurso, y resulta muy curioso el pasaje en el que habla sobre la posibilidad de «salvación» en términos de «verse a sí mismo como otro». Deja clara su animalización no solo en las costumbres y las percepciones, de matices muy sensoriales, sino también en la concepción del mundo desde niveles muy básicos, instintivos y terrenales.

Nooteboom apunta muy bien el tono de la obra, refiriéndose a la actitud que esgrimió el escritor en su propia existencia con tres líneas básicas: «Nihilismo creativo, compasión agresiva y total misantropía». Nos remite a un ensayo suyo titulado El universo sádicopara completar el descarnado mensaje de estas páginas con sus propias palabras: «Pero incluso en un mundo sin guerra y sin fascismo, año tras año, millones de personas sufren una muerte miserable sin que nadie se entere. Y de los millones que están obligados a vivir en condiciones miserables, solo se habla ocasionalmente y recurriendo a generalidades que no nos dicen nada a los que hemos salido mejor parados que esos pobres desgraciados».

La casa intacta
Autor:

Willem Frederik Hermans

Editorial:

Gatopardo ediciones