El Sínodo propone la ordenación sacerdotal de hombres casados - Alfa y Omega

El Sínodo propone la ordenación sacerdotal de hombres casados

El documento final invita a potenciar los ministerios laicos en igualdad de hombres y mujeres y reclama un «pecado ecológico» para quien destruya el territorio

Juan Vicente Boo
Foto: Vatican Media

Al cabo de tres semanas de debates a puerta cerrada, el Sínodo de la Amazonía ha aprobado este sábado un documento final en el que proponen al Papa la ordenación sacerdotal de hombres casados que hayan sido diáconos permanentes, la ampliación de los ministerios laicales, abriendo todos a las mujeres y creando uno nuevo de «mujer dirigente de comunidad».

También propone una estructura episcopal y un rito litúrgico amazónico pero, antes de mencionar estos temas eclesiales, el texto denuncia vigorosamente las agresiones a los indígenas y la destrucción del territorio, hasta el punto de pedir que se declare «pecado ecológico».

El documento es fruto de un extenso debate en que han participado 185 padres sinodales -incluidos los 113 obispos de la Amazonia y los presidentes de las conferencias episcopales de los nueve países-, seis pastores de otras confesiones cristianas, y 55 auditores, además de doce invitados especiales, la mayoría científicos de alto nivel.

El rasgo más novedoso de este sínodo ha sido la participación de 35 «madres sinodales» entre las que han figurado por primera vez 10 religiosas elegidas por la Unión Internacional de Superioras Generales. Y, por supuesto, la participación de 16 representantes de las etnias indígenas, que el Papa Francisco ha tratado en todo momento como invitados de honor.

El documento final no es decisorio, sino que solo enumera propuestas para la exhortación apostólica que el Papa promete escribir «antes de fin de año; depende del tiempo que tenga para pensar». Ha sido votado solo por los 185 padres sinodales, en su abrumadora mayoría obispos, pero la escucha a las mujeres, laicos e indígenas ha sido más alto que nunca, y se refleja en el texto.

El punto 111 del documento lamenta que muchas comunidades reciben la visita de sacerdotes solo una vez cada varios años, por lo que «rezamos para que haya muchas vocaciones que vivan el sacerdocio célibe».

Solo a diáconos permanentes

Al mismo tiempo, propone «en el marco de la constitución Lumen Gentium 26 (del Concilio Vaticano II), ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica».

No se trata de seleccionar indígenas casados sin más, sino de seleccionarlos entre los diáconos permanentes con larga experiencia y un claro aprecio de su propia comunidad. El documento refleja que «algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema», es decir, en un sínodo universal para actualizar los ministerios eclesiásticos.

El papel de los ultraconservadores

Muchos participantes han lamentado la contínua agresión y distorsión de grupos ultraconservadores norteamericanos, que han promovido actos para desacreditar el Sínodo, han ridiculizado a los indígenas y han aplaudido que unos vándalos robasen en una iglesia y arrojasen al río Tíber tres de sus estatuas de indígenas embarazadas con un niño en su seno.

Por fortuna, fueron recuperadas por los carabinieri y llevadas al aula del Sínodo para la reunión final. Refiriéndose a la pretensión de «policía doctrinal» y a la obsesión clerical de esos grupos, el Papa citó a Charles Péguy: «No aman a nadie, y creen que aman a Dios».

Bastantes padres sinodales han lamentado que el debate sobre la ordenación sacerdotal de hombres casados -como en las Iglesias católicas orientales y en los ordinariatos para anglicanos creados por Benedicto XVI- y el diaconado femenino -que se menciona pero no se propone en el documento final- hayan robado protagonismo a la promoción de los ministerios laicos que, en todo caso, se mencionan ampliamente.

De hecho, el Papa ha intervenido varias veces para advertir a los participantes que no cayesen en la «clericalización del laicado» sino que pensasen modos de favorecer su responsabilización.

Proteger la Amazonía

Como resultado de los debates, el Sínodo propone «crear ministerios para el cuidado de la casa común en la Amazonía, dedicados a cuidar el territorio y las aguas junto con las comunidades indígenas, y un ministerio de acogida para «los desplazados de su territorio hacia las urbes».

Se añadirían a los ministerios laicos ya existentes como los de comentar la Palabra de Dios, servicio al altar, comunión de los enfermos, y acompañamiento espiritual «que es un carisma de los laicos», como ha repetido muchas veces el Papa.

El documento dedica su parte inicial a describir la dura situación de Amazonía –deforestación, incendios, saqueo extractivo, contaminación, abusos de los indígenas, narcotráfico y trata de personas– para plantear después, en una perspectiva prioritariamente misionera, cuatro conversiones: pastoral, cultural, ecológica y sinodal.

Al tiempo que deplora la «avaricia y ambición de los colonizadores», que llega hasta el día de hoy en formas de neocolonialismo, el texto rinde homenaje a los «misioneros que entregaron su vida para transmitir el Evangelio» y a «una legislación como las Leyes de Indias, que protegía la dignidad de los indígenas contra el atropello de sus pueblos y territorios».

Misioneros itinerantes

El documento valora el trabajo de los «equipos misioneros itinerantes» que reúnen «varios carismas, instituciones y congregaciones, laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes» en un espíritu de «sinodalidad eclesial» centrado en caminar juntos. Con gran claridad se pide a todas las congregaciones religiosas y a cada una de sus provincias que envíen misioneros a alguno de los nueve países amazónicos: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las tres Guayanas.

El Sínodo hace notar que «el pensamiento de los pueblos indígenas ofrece una visión integradora de la realidad, capaz de comprender las múltiples conexiones existentes entre todo lo creado. Esto contrasta con la corriente dominante del pensamiento occidental que tiende a fragmentar para entender la realidad, pero no logra volver a articular el conjunto de relaciones entre los diversos campos de conocimiento».

Juan Vicente Boo / ABC