Abiy Ahmed, mediador entre cristianos - Alfa y Omega

Abiy Ahmed, mediador entre cristianos

El flamante Nobel de la Paz fue también el artífice de la reconciliación entre las dos facciones de la Iglesia ortodoxa de Etiopía

José María Ballester Esquivias
El Papa Francisco saluda al primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, en enero. Foto: CNS

«El Santo Sínodo le da las gracias y reza para que los años en los que permanezca al frente del país sea un tiempo de paz, amor, unidad, progreso y prosperidad». Este era el texto del comunicado, hecho público el 27 de julio de 2018, mediante el cual la Iglesia ortodoxa de Etiopía agradecía al primer ministro, Abiy Ahmed –que había tomado posesión de su cargo unos meses antes–, su mediación para acabar con un cisma cuyos orígenes se remontan a la época del Derg, nombre por el que se conoce a la dictadura comunista que derrocó el régimen imperial en 1974.

Una de las primeras medidas del Derg fue arrestar al entonces patriarca Tewophilos, al que ejecutó. En su lugar encumbró a una jerarquía dócil cuyo último representante, el patriarca Merkorios, fue destituido al caer la dictadura en 1991 y obligado a exiliarse, primero en Kenia y más tarde en EE. UU. Merkorios, alegando que su abdicación había sido forzosa, se negó a reconocer la legitimidad del nuevo patriarca, Paulos, y estableció un sínodo paralelo. La rivalidad entre sínodos fue en aumento hasta que se produjo la excomunión mutua en 2007. Hubo intentos de mediación en los años siguientes, especialmente los promovidos por los ex primeros ministros Tamirat Layne y Meles Zenawi, pero la muerte del patriarca Paulos y la posterior elección, en febrero de 2013, de su sucesor, el patriarca Matías, cuya validez no fue admitida por Merkarios, truncaron los esfuerzos.

La habilidad de Ahmed consistió en vincular el proceso religioso al proceso de reconciliación nacional etíope y al avance de las negociaciones de paz con Eritrea: el nuevo primer ministro hizo saber a las partes implicadas que el momento era idóneo. También era idónea la pertenencia de Ahmed al protestantismo, lo que daba garantías de neutralidad. Merkorios y Matías aceptaron retomar las negociaciones y supieron tener la suficiente altura de miras para superar el cisma. El pilar del acuerdo impulsado por Ahmed es el reconocimiento de la dignidad de patriarca de Merkorios, con derecho a ocupar la residencia de sus antecesores, si bien Mathias controlará el aparato sinodal y asumirá la gestión de la Iglesia ortodoxa de Etiopía, una de las más antiguas de la cristiandad oriental. La vuelta de Merkorios a Adis Abeba bien merecía una parte del Nobel de la Paz.