¿Preparados para una nueva crisis? - Alfa y Omega

¿Preparados para una nueva crisis?

Frente al aumento de la atomización en nuestras sociedades, el aumento de voluntarios y donantes a Cáritas es un signo de esperanza

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Foto: Archimadrid/José Luis Bonaño

Los perdedores de la última crisis siguen sin levantar cabeza, cuando asoma ya una nueva recesión en el horizonte. En su Memoria 2018, Cáritas Española recupera datos del Informe Foessa, según los cuales 1,8 millones de personas viven en España en situación de exclusión, mientras otros seis millones se encuentran «en el filo de la navaja», a causa de la conjunción de empleo precario y dificultad de acceso a una vivienda asequible. Esos hogares han agotado su capacidad de resistencia. Y lo mismo sucede con la capacidad de ayuda de muchas familias. Ni siquiera se puede esperar ya que la solución venga del Banco Central Europeo, que ha exprimido al máximo las medidas de estímulo monetario. Es la hora de los gobiernos. De la toma de decisiones comprometidas. Como medida prioritaria y urgente, Cáritas demanda que se garanticen unos ingresos mínimos dignos en los hogares. Pero estas medidas solo tendrían sentido en el contexto de un debate serio sobre el actual modelo económico, caracterizado por el fuerte crecimiento de la desigualdad. El dinero no se ha esfumado, solo se ha concentrado en menor número de manos, a su vez renuentes a destinarlo a inversiones productivas y generadoras de empleo. Un empleo que ha dejado de ser garantía de integración. Según un estudio realizado en 2011 por Gallup, el 84 % de los empleados en Europa occidental no se sienten involucrados en sus empresas. En 2017, la cifra ascendió al 90 %. Claro que tampoco se consideran parte de ningún sindicato ni clase social. La atomización social es un signo de los tiempos. Y si bien, desde una lectura cínica, algunos piensan que la fragmentación de los perdedores evita desagradables estallidos sociales, la realidad es que refleja un preocupante aumento de la desesperanza en nuestras sociedades. De ahí que, a pesar de sus crudos diagnósticos, la Memoria de Cáritas sea un signo de esperanza. Porque cuanto más dura es la situación, con más intensidad responden los donantes particulares y privados (de suponer el 72,7 % de los ingresos en 2017, pasaron al 73,1 % en 2018), y los voluntarios (aumentaron de 83.951 a los 84.551). Son personas dispuestas a arrimar el hombro, agentes de cambio que creen que, entre todos y desde abajo, es posible construir una sociedad más justa.