Arzobispo greco-melquita ante la ofensiva turca en Siria: «Nos arriesgamos a una gran masacre» - Alfa y Omega

Arzobispo greco-melquita ante la ofensiva turca en Siria: «Nos arriesgamos a una gran masacre»

«Nos arriesgamos a una gran masacre con tantas muertes inocentes. Siento un gran dolor», ha asegurado el arzobispo greco-melquita, monseñor Jean-Clement Jeanbart, ante la ofensiva militar turca sobre las milicias turcas. «La idea de crear una zona de amortiguación en la frontera nos preocupa, porque sería un país dentro de otro país». Sin olvidar que la nueva área «ocuparía una de las zonas más ricas de los recursos de Siria: agua, petróleo, gas, campos fértiles…»

Cristina Sánchez Aguilar
Mujeres y unos niños huyen de los bombardeos turcos en la ciudad de Ras al-Ain, en la provincia de Hasakeh, Siria. Foto: AFP/Delil Souleiman

Turquía lanzó una ofensiva militar este miércoles sobre las milicias kurdas en el norte de Siria, días después de la retirada de las tropas estadounidenses. «Las Fuerzas Armadas Turcas, junto con el Ejército Nacional Sirio, han lanzado una ofensiva contra los terroristas del PKK-YPG y el Daesh en el norte de Siria. Nuestro objetivo es evitar la creación de un corredor del terror que está tratando de establecerse en nuestra frontera sur, y traer paz a la región», anunciaba el presidente turco en un mensaje de Twitter. La operación, agrega el presidente turco en un segundo tweet, «neutralizará las amenazas terroristas contra Turquía y conducirá a la creación de una zona segura para facilitar el regreso de los refugiados sirios a sus hogares. Respetaremos la integridad territorial de Siria y liberaremos a las comunidades locales de los terroristas».

El Ministerio de Defensa turco ha asegurado que su «único objetivo» son «los terroristas» y que pone el máximo cuidado en no dañar a civiles ni las infraestructuras de la zona. Pero, tal y como recoge el diario El País, un comunicado de la Media Luna Roja Kurda asegura que hasta las nueve de la noche ya se habían registrado «cinco muertes de civiles y al menos 25 heridos, de los cuales seis son menores de edad».

Por su parte, Siria está decidida a enfrentar «por todos los medios legítimos» la «agresión turca». Una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Damasco, citada por la agencia de noticias Sana, ha señalado que Siria «condena en los términos más enérgicos» las intenciones de Ankara de lanzar una ofensiva contra las milicias kurdas, calificándola de «violación flagrante del derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU».

«Nos arriesgamos a una gran masacre con tantas muertes inocentes. Siento un gran dolor», ha asegurado el arzobispo greco-melquita, monseñor Jean-Clement Jeanbart, en declaraciones recogidas por la Agencia SIR. «La idea de crear una zona de amortiguación en la frontera nos preocupa, porque sería un país dentro de otro país». Sin olvidar que la nueva área «ocuparía una de las zonas más ricas de los recursos de Siria: agua, petróleo, gas, campos fértiles…». La intención de Erdogan de «reasentar a unos dos millones de sirios, refugiados en Turquía, en esta zona segura, corre el riesgo de causar un terremoto demográfico. Los kurdos se verán obligados a abandonar sus tierras y hogares, creando las condiciones para continuas tensiones internas», asegura el arzobispo.

«Hay márgenes para llegar a un acuerdo entre las partes a fin de salvaguardar las diversas solicitudes. En cambio, se eligió la solución militar», ha señalado el arzobispo. Pero «el riesgo ahora es el de una verdadera masacre con tantas muertes inocentes. Los kurdos no se rendirán y lucharán hasta el extremo». «Espero que podamos volver al diálogo para encontrar una solución pacífica, un compromiso que garantice la seguridad de todas las partes en el campo».

También el arzobispo maronita de Damasco, monseñor Samir Nassar, ha escrito un testimonio a AsiaNews en el que hace hincapié en cómo los niños son los más perjudicados por esta larga y cruenta guerra. «El drama sirio se lee en toda su extensión a los ojos de los niños, que reflejan una experiencia tan dura y amarga», asegura. Estos niños, «nacidos y criados durante la guerra, nos cuentan muchas cosas sobre la dura prueba que tienen que soportar por la fuerza, desde hace nueve años, con poca o casi ninguna ayuda».

Antes del comienzo de la violencia, en 2011, «los niños sirios miraban a la vida con gran alegría y esperanza; ahora las mismas caras expresan angustia, amargura y preocupación».

Angustia «ante la muerte de padres, amigos y vecinos. La continua desestabilización de la vida cotidiana y las continuas olas de éxodo forzado. Ansiedad ante la enorme violencia sin piedad e inestabilidad diaria».

Amargura «ante la indiferencia del mundo entero. La absoluta falta de solidaridad, ante la miseria y la enorme pobreza. Amargura pensando en escuelas arruinadas, el colapso del sistema educativo que sofoca los sueños de estos niños».

Preocupación «ante la extrema incertidumbre para el futuro, la falta de perspectivas, la multiplicación de problemas sociales que rompen a las familias ya frágiles y debilitadas por la crisis económica».

«¿Qué podemos hacer para restaurar la sonrisa en las caras de esos niños?», se pregunta. Resolver esta cuestión «se convierte en una prioridad, que todas las personas de buena voluntad deben enfrentar e intentar resolver. A esto, debemos agregar una verdadera pedagogía del perdón, para asegurar una verdadera reconciliación y perdón entre todas las partes».