Obispo de Makeni (Sierra Leona): «En la misión, África debe dar desde su pobreza»
El javeriano italiano monseñor Natalio Panganelli, obispo de Makeni (Sierra Leona), ha visitado España para participar en el Congreso Misionero de la Universidad CEU San Pablo. Además de compartir cómo este continente «empieza a tener un papel activo importante en la misión», en entrevista con Alfa y Omega afirma que «si sacamos a todos los africanos de Europa, pero también sacamos a todos los europeos de África, quien pierde es Europa»
Al inaugurar el MME, el Papa insistió en la necesidad de renovar el impulso misionero. ¿Por qué hace falta esta renovación?
El Papa ha querido repetir la experiencia que hizo Benedicto XV hace cien años: inculcar espíritu misionero. Este nunca se ha perdido completamente, pero hacía falta más bien renovarlo, darle un nuevo matiz. Francisco va más en esta dirección, de plantear qué es misión.
La definición por excelencia es la de Jesucristo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio». No debemos inventarnos otras fórmulas. Pero, ¿cómo hacerlo? Hay muchos modos, y el Papa nos indica el de compartir nuestra fe. No ir con el deseo casi obsesivo de bautizar a la gente, sino de compartir el tesoro que tenemos, el Evangelio de Jesús. Si lo compartimos con los demás, lo hacemos nuestro, nos enriquecemos nosotros mismos y, al mismo tiempo, damos al otro la posibilidad de conocerlo y abrazarlo.
Es una auténtica mentira decir que el Papa no quiere que evangelicemos y que bauticemos. Lo que él quiere es que sea fruto de una propuesta que hacemos a través de la Palabra, del testimonio de nuestra vida y de nuestra capacidad de amar.
¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado de la misión en África?
Este es un momento importante en África. Siempre la hemos visto como tierra de misión, y ahora empieza a tener un papel activo importante. Ya no es solo objeto de misión, sino sujeto. El crecimiento del número de católicos es consistente, y en el futuro (como hace 20 o 30 años América Latina) podrá aportar personal a la evangelización de los pueblos para poder compartir su experiencia de fe con otras iglesias. Todavía necesitamos ayuda y tenemos estructuras muy frágiles. Pero ya hemos empezado a compartir. Usando una expresión típica de la Iglesia latinoamericana, debemos dar desde nuestra pobreza.
¿Y cómo van a vivir el Mes Misionero Extraordinario?
Para nosotros, en África, es un momento de tomar conciencia de que ya es hora de dar en abundancia. En Makeni, lo hemos preparado sobre todo entre los jóvenes, repitiendo la experiencia de los discípulos: ir de dos en dos a anunciar el Evangelio. En todas las parroquias han preparado jóvenes para que vayan a las distintas aldeas (en muchas no hay presencia de la Iglesia) a compartir el Evangelio con gestos de caridad: visitar los ancianos y enfermos, compartir momentos de convivencia con los niños, hacer ver concretamente qué significa el Evangelio de Jesucristo.
En África todavía hay zonas donde nunca ha habido misioneros ni se ha escuchado el Evangelio. ¿Es así en Sierra Leona?
No en muchos lugares (es un país pequeño) pero en algunos sí. Y en la propia diócesis de Makeni hay toda una zona cerca de Guinea Conakry que se llama Tambakha donde estamos absolutamente ausentes. Probablemente en el pasado hubo visitas de algunos misioneros, porque tuvimos grandes figuras. Pero no hay presencia estable de la Iglesia, como una escuelita o un catequista. Es un fenómeno de continua evangelización.
A diferencia de Europa, que se está descristianizando y hay una tendencia a excluir a Dios de la vida. No es algo generalizado, yo sigo siendo optimista porque en la sociedad italiana, que es la que conozco, muchos no practican pero en ciertos momentos manifiestan su sensibilidad religiosa.
Ahora que África está empezando a ser sujeto de la misión, tanto hacia otros lugares de África como hacia otros continentes, ¿qué rasgos propios va a poder aportar?
Destacaría dos. El primero es la presencia de Dios en toda la vida. Su sentido religioso es muy fuerte y la religión no se excluye de la sociedad. Es impresionante cómo en Sierra Leona, en todos los encuentros públicos a todos los niveles se empieza con la oración y se habla de reconocer la presencia de Dios. Hace unos años tuve una experiencia muy hermosa con un profesional que estaba trabajando en una agencia de las Naciones Unidas. Le fue muy bien, y cuando regresó a su pueblo fue al bosque a dar gracias a los espíritus de los antepasados. Esta dimensión me llamó mucho la atención. África puede ayudarnos a decir «Dios está con nosotros», y los espíritus de nuestros antepasados (la Iglesia siempre ha hablado de la Iglesia triunfante, la Iglesia purgante y la Iglesia peregrina) están con nosotros. La comunión de los santos la tenemos con nosotros.
¿Y el segundo?
El valor de la familia. Hace dos o tres años el cardenal Robert Sarah dijo que África puede aportar mucho sobre la salvación de la familia y del concepto de familia. En Europa tenemos una idea muy reducida, y que cada vez se empequeñece más. Antes había mucha más relación con los primos, los tíos. Ahora no. Allí tienen más el concepto de familia extensa, que aunque también tiene sus limitaciones y puntos críticos tiene mucho valor.
Por ejemplo después del ébola, que causó la muerte de 1.500 personas en nuestra diócesis, nos quedamos con un buen número de huérfanos (aunque no tantos como se dice, creo que para tener subvenciones internacionales). Pero yo me opuse firmemente a la construcción de orfanatos, porque no es el concepto de la familia africana. Allí, alguien de la familia se hace cargo del huérfano. Este es un valor que nosotros no hemos perdido del todo, y que debemos recuperar. En España también hay experiencias, por ejemplo en el ámbito del acogimiento familiar. Es una forma, pero esto es una forma jurídica, es el Estado que casi hace violencia contra la familia en dificultad para acoger a los niños. Allá no, allá es la misma familia la que analiza el problema y da la solución. También en los problemas matrimoniales es la familia la que interviene. Tiene un papel muy importante en la vida de las personas, y es algo que África puede enseñar.
¿Cómo vive usted, un misionero europeo en África, que aquí se hable de este continente sobre todo en relación con la inmigración, y que se planteen las ayudas también como posible solución a la misma?
Yo tengo una visión muy personal, que es que habría que preguntar al primer mundo por qué es pobre África a pesar de ser uno los continentes más ricos en recursos naturales. Probablemente porque hay quien roba. Es un continente saqueado, y lo siguen saqueando. Es muy fácil hablar de inmigración porque así escondemos otros problemas. Yo les aseguro que si sacamos a todos los africanos de Europa y los devolvemos a África, pero también sacamos a todos los europeos de África y los traemos aquí, quien pierde es Europa, porque África tiene muchos recursos.
Yo espero que nazca un movimiento real, serio, que plantee cómo lograr que África logre explotar en sentido positivo sus riquezas. Si fuera así, el día de mañana los países africanos tendrían para compartir con los demás. Por ejemplo, en Sierra Leona hay minas de hierro. ¡Pero se llevan la tierra! No se trabaja nada allí mismo. ¿Puede funcionar un país sin industria? Es imposible. Tampoco hay trabajo. Me parece que hay un proyecto muy claro para mantener a África pobre y supeditada a los países ricos para poder controlar sus riquezas. Y cuando hay algún líder que de verdad levanta la voz para proteger a su pueblo, es atacado y eliminado.
¿Por ejemplo?
Hay experiencias muy claras. Como el joven Thomas Sankara (1949-1987), de Burkina Faso. Era un joven militar que dio un golpe de Estado. Eso no se puede aprobar. Pero lo hizo con este espíritu de crear riqueza en su país: que lo que se producía ahí se elaborara allí para exportarlo; no que se lo llevaran para luego tener que importar lo que se había fabricado con sus materias primas. Lo eliminaron.