Salir a los caminos para que todos se sienten a la mesa - Alfa y Omega

Salir a los caminos para que todos se sienten a la mesa

Se trata de construir una ciudad donde quepa el hombre, donde quepa Dios. Una ciudad no construida «sobre la explotación de muchos». Una ciudad donde la democracia y la justicia no sean palabras huecas. Es uno de los grandes retos que lanza el Papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019

Mónica Prieto
Foto: AFP/Johan Ordóñez

El último tema abordado por el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado es quizás uno de los más contundentes. Acoger, proteger, promover e integrar pasa por reconocer a los migrantes como personas. Como dice en uno de los videomensajes para esta campaña no se trata de cuestiones sociales o migratorias, se trata de personas. Para los cristianos, se trata de amarles como hermanos y amarles también con amor político.

Los migrantes son víctimas de un gran engaño, el de el desarrollo tecnológico, de un crecimiento sin límites «construido sobre la explotación de muchos». Sin el trabajo de los migrantes nuestra economía se hundiría y, sin embargo, en palabras de Francisco, les impedimos sentarse a la mesa.

Son personas que carecen de reconocimiento como ciudadanos, son pseudopersonas… Mbaye llevaba más de 10 años en nuestro país. Se dedicaba a la manta como tantos, porque no puede acceder a otro tipo de trabajo. Cayó fulminado a causa de un infarto en una calle del centro de Madrid. Padecía una cardiopatía que nunca pudo ser tratada por falta de acceso a nuestro sistema de salud. Y es que no se trata de que la Iglesia sea en una gran casa que acoge, sino de construir una sociedad diferente. La diócesis con más migrantes del mundo, Los Ángeles, publica en su web: «Durante dos décadas, nuestro país se ha negado a hacer cumplir sus leyes. Así que ahora tenemos millones de indocumentados viviendo aquí. Eso incluye a millones de niños que son ciudadanos estadounidenses que viven con padres indocumentados. Estos niños tienen derecho a crecer seguros de que sus padres no serán deportados. ¿Cuál es la alternativa? ¿Queremos confiar su destino a trabajadores sociales con exceso de trabajo en un sistema de tribunales insuficientemente financiado? No. Debemos detener la amenaza de deportación para aquellos que no son criminales violentos. Pero eso no es suficiente. Debemos reconocer las razones por las que estamos en este lío. Hemos construido una economía que depende del trabajo de los inmigrantes; sin embargo, no hemos cambiado nuestras leyes de ninguna manera».

Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal, nos hablaba hace pocos meses de una «planificación del descarte». Se trata por tanto de construir una ciudad donde quepa el hombre, donde quepa Dios. Una ciudad no construida «sobre la explotación de muchos». Una ciudad donde la democracia y la justicia no sean palabras huecas.

Fabio Baggio nos hablaba hace pocos meses de que el derecho a no tener que emigrar está por encima del derecho a migrar. Hacía clara referencia al comercio de armas, que las comunidades cristianas tenemos que lanzarnos a denunciar, como causa de las migraciones forzosas. Y es que vendemos armas a los países de los que huyen los refugiados. Uno de los videomensajes del Papa para esta campaña dice: «Los países en desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados». En otro dice que estamos llamados a colaborar para superar todo tipo de desigualdad y de discriminación. Iglesia en salida que sale a los caminos para que todos se sienten a la mesa.

Este verano la Iglesia española ha dado un paso al frente. Denunciaba la pasividad de Italia, España y Malta ante la situación de los barcos de rescate. Vivimos en una Europa que se blinda hasta de Dios, como dice monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid. Las diócesis de Vitoria y Mallorca se ofrecieron para acoger a los inmigrantes del Open Arms. Porque queremos construir la ciudad de Dios, la ciudad del hombre. Estamos llamados a construir un mundo que responda cada vez más al plan de Dios: Que las personas, vivan y lo hagan en plenitud.

Un programa de actuación para toda la Iglesia

El Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019 constituye todo un programa de acción para la Iglesia. Desde la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal se han ido desgranado para Alfa y Omega sus claves en una serie de siete artículos.

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