El pueblo de Izagre con su beata, Esther Paniagua - Alfa y Omega

El pueblo de Izagre con su beata, Esther Paniagua

La religiosa mártir nunca habló con sus paisanos de los peligros que corría en Argelia, salvo con el párroco de Izagre (León). Este verano su pueblo le ha rendido un homenaje

Colaborador
El Papa san Juan Pablo II bendice a la religiosa agustina Esther Paniagua. Foto: Agustinos Recoletos

La monja agustina Esther Paniagua nació en Izagre (León) un 7 de junio de 1949. Quienes la recuerdan guardan la imagen de una joven vestida con falda vaquera y una blusa blanca.

Cada verano acudía a su pueblo para estar con su familia. De carácter amable pero más bien reservada, nunca comentó la violencia que se vivía en Argel, y menos aún del riesgo que corrían allí las religiosas. Este tema solo lo habló con el sacerdote del pueblo, don Justino Bajo (Q. E. P. D.). El párroco trató de convencer a Esther para que no volviera a Argel, pero ella sabía que su misión estaba allí, pasara lo que pasara. Lo tenía tan asumido que, en su último verano en el pueblo, antes de su partida a tierras africanas, le confesó al sacerdote que debido a la situación tan peligrosa que estaban viviendo, posiblemente no volvería a España… Una muerte que no fue anunciada pero sí presentida por la religiosa. Y no se equivocó.

Pocos meses después, el 23 de octubre de 1994, fue asesinada a tiros cuando acudía, en compañía de la religiosa Caridad Álvarez, a la celebración eucarística de la Jornada Mundial de las Misiones. Los niños con discapacidad a los que ella cuidaba se quedaron huérfanos de su cariño y atenciones.

A muchos kilómetros de allí sus paisanos no daban crédito a la noticia: «Esther, asesinada a tiros en Argel». El pueblo estaba desconsolado. El dolor era unánime y los llantos, sinceros. El silencio en la calle, las caras de sus habitantes, eran signos visibles de pena e incredulidad.

Muchos años después, el recuerdo de la misionera permanece entre los vecinos y se ha ido pasando de generación en generación.

El padre Maciej, en procesión con las reliquias de Esther. Foto: Laura Garrido

La beatificación

Cuando el obispo de León, monseñor Julián López, comunicó oficialmente que Esther iba a ser beatificada, la noticia fue recibida con júbilo. Y desde ese día, los izagreños siguieron puntualmente los acontecimientos.

La beatificación se celebró en Orán el 8 de diciembre de 2018. Por medidas de seguridad solo pudo acudir la familia. Ese día de la Inmaculada, los fieles del pueblo ofrecían la Misa por su querida y admirada Esther.

Poco después, el 15 de diciembre, en la catedral de León, se celebró una Misa de acción de gracias por la beatificación de Esther y Caridad. «Ambas fueron víctimas mártires de un crimen por odio a la fe», reconocía la Santa Sede. Sus conciudadanos, los que vivían en el pueblo y otros repartidos por la geografía española, se dieron cita en la Pulchra Leonina para rubricar con su presencia el orgullo de quesu Estherera ya oficialmente beata.

Homenaje en Izagre

Pero los habitantes de Izagre quisieron hacerle algo más cercano y, por eso, organizaron su particular homenaje en el pueblo que la vio nacer. Por unanimidad, se fijó una fecha veraniega para que pudiera acudir la diáspora: el 11 de agosto. La convocatoria tuvo tan buena acogida que la iglesia se quedó pequeña, por lo que hubo que trasladar la celebración a la pista cubierta del teleclub. Llegaron misioneras agustinas de toda España, África y la India, encabezadas por la directora general, la leonesa Piedad Pacho. A la celebración se sumaron vecinos de otros pueblos y se sobrepasó con mucho la cifra de 400 personas, todo un récord de asistencia.

Inauguración de la plaza que lleva el nombre de la beata, en su pueblo natal. Foto: Laura Garrido

El comité de organización, encabezado por el alcalde, Enrique Paniagua, y por el sacerdote del pueblo, Maciej Jurczyk, se encargaron del contenido del homenaje. Como apertura, la Misa, concelebrada por seis sacerdotes del pueblo, además del párroco, el padre Maciej y el obispo de la diócesis, don Julián López. En la celebración, sencilla y muy emotiva, se alternaron canciones del coro de Santa Marina y el de las monjas africanas. Presidían sendos retratos de Esther y Caridad, pintados por Valentyna Shefen (Kazajistán). Sus cuadros permanecerán juntos, tal y como a ellas les hubiera gustado, expuestos en la iglesia.

En el libro de Bautismo donde Esther estaba registrada, la superiora de las Agustinas registró la fecha de profesión de sus votos perpetuos, y el obispo las de su martirio y beatificación.

Finalizado el acto religioso, se procedió a descubrir una placa con el nombre de Plaza Beata Esther Paniagua. A continuación, se hizo lo mismo en la casa donde nació, recordando las fechas de nacimiento y su muerte como mártir en Argel.

Esther Paniagua Alonso murió asesinada un 23 de octubre de 1994. Tenía 45 años. Desde entonces sigue en la memoria de su gente. Ahora, con su reliquia, está más cerca de ellos. Ya solo queda el milagro para poder venerarla como santa.

Laura Garrido