No es perfecta ninguna tormenta - Alfa y Omega

No es perfecta ninguna tormenta

Maica Rivera

Javier Calvo nos introduce en la mente de Pol, un preadolescente que se presenta a sí mismo como un chaval alto para su edad, de «cara tristona y ojerosa, el héroe trágico de una saga de desatención parental, distracción pedagógica y desatino genético, hostigado por las Furias desde los 11 años». Tras un incidente violento en el colegio en reacción al acoso escolar que sufre, comienza a medicarse y, diagnosticado de esquizofrenia infantil, acude semanalmente al Instituto de Salud Mental Buenanueva de Barcelona, donde una tarde conoce a otra paciente, Bronwyn, con quien comparte obsesión por un autor de ciencia ficción, Cooper Crowe y, más adelante, por el poeta Cirlot. Se enamora a primera vista de esta adolescente desdeñosa y altiva, quien, nada más entablar conversación, le expone con orgullo sus trastornos «de oposición desafiante, reactivo del apego, bipolar, de adicción y de conducta» y le anima a unirse a su causa rebelde y considerarse parte de una élite visionaria de una realidad superior, lo que pronto le introducirá en una peligrosa espiral de alcohol, droga y violencia, y le acercará al neonazismo.

Calvo se encumbra como narrador de primer orden, con una prosa fascinante y arrolladora. También es cierto que no esquiva los temas más sórdidos, tampoco escatima en escenarios tenebrosos ni humor negro, especialmente en su versión corrupta y oscura para la ocasión del Cuento de Navidadde Dickens.

Sin embargo, lo más aterrador es observar cómo la desatención de los hijos, tomada con suma ligereza, los va dejando cada vez más desprotegidos ante la parte más agresiva de nuestra sociedad hasta que, en edades críticas, los coloca en el abismo y caen en picado con el más leve estímulo nocivo. Pol y su hermana, Oli, han sido abandonados por su padre, y su madre apenas pisa el hogar: en continua itinerancia, se limita a proporcionales dinero y les tiene prohibido hablar de temas personales y sentimientos. Sin «ningún interés por los niños o la gente joven», solo se relaciona con ellos «fingiendo que son adultos cortos de luces». Como anécdotas, los hijos llevan una alimentación insana por pura inercia, a base de sándwiches y salchichas; y, en su convivencia familiar, ni siquiera cruzan el pasillo para encontrarse, de hecho, la hermana le invita al hermano a comunicarse dentro de la misma casa por mensaje de texto. Oli, apenas mayor que su hermano, universitaria pero absolutamente inmadura y en relación cotidiana con el alcohol, es la única persona que se encarga, en la medida de sus escasas posibilidades y precarios recursos (educativos, emocionales), de cuidarle y marcarle unas normas mínimas. Pol, por su parte, intenta saciar sus naturales impulsos artísticos y sus inquietudes trascendentales con el consumo compulsivo de ficción, y es sobrecogedor ver cómo en tales circunstancias que llegan al límite (lo que llama «tormenta perfecta») será incapaz de gestionar su rico mundo interior y quedará expuesto, frágil y vulnerable, a ídolos de barro en un entorno cada vez más amenazante para su propia integridad.

Piel de plata
Autor:

Javier Calvo

Editorial:

Seix Barral