El alumno del Papa más cristiano - Alfa y Omega

El alumno del Papa más cristiano

El sacerdote argentino Pedro Opeka convenció al Sumo Pontífice de viajar a Madagascar. Su relación viene de tiempo atrás cuando el religioso paulino era alumno de Bergoglio

Lucas Schaerer
Pedro Opeka visita al Papa en mayo de 2018

«A Pedro Opeka lo tuve de alumno. Lo vi el año pasado de paso por aquí», escribió de su puño y letra el Papa desde su residencia Santa Marta, en la Ciudad del Vaticano, a mediados de agosto el Papa Francisco. Alfa y Omega accedió a la carta escaneada y enviada por el Sumo Pontífice a su amigo Gustavo Vera, titular de la Fundación Alameda de Buenos Aires.

Vera había anticipado con detalles su viaje Apostólico de esta semana a tres países del continente africano: «¡Cómo no estar ilusionado con este viaje! Es una recorrida viva por las páginas de la Laudato si’. La devastación y el infierno del cambio climático; la esperanza de comunidades justas inclusivas y sustentables; la prueba de que es posible la cultura del encuentro y hasta el llamado a descolonizar que tanto preocupa a los poderosos», asegura, y cierra reconociendo una «sana envidia de tu viaje. Estoy seguro que hará huella. Los problemas en los que se debate el mundo están concentrados en esos tres países».

El amigo del Papa le recuerda que «Madagascar es el país de la esperanza y la dignidad de miles de pobres con el padre Pedro Opeka y donde había un inmenso basural hoy hay 17 pueblos en los que más de 25 mil personas y cerca de 30 mil refugiados trabajan, estudian y rezan en lo más parecido en la tierra a las comunidades primitivas cristianas que una vez más tienen a un Pedro a su cabeza».

El titular de la Alameda reconoce no haber «conocido a cristiano tan consecuente en el planeta como el padre Pedro. Su obra nos interpela a los que vivimos muchas veces atrapados por los egos, esos que nos muestran solo pensando en nosotros mismos y en nuestros logros. Cuando vemos esa inmensa obra cargada de amor y energía , nos damos cuenta que no hemos hecho nada, que es muy chiquitita nuestra mirada».

Y agrega que «la obra de Pedro es la palabra de Cristo en acción. Cuando vio aquel millar de niños entre la basura , Pedro sintió que no tenía autoridad para predicar el evangelio sin antes hacer hasta lo imposible para sacar de la indignidad y la miseria a sus hermanos. Y como el Pedro original, con fe y voluntad se puso a evangelizar en la práctica construyendo la comunión de bienes. Sus hermanos de Madagascar lo aman como un padre que no les da asistencialismo demagógico, sino que los forja en el camino de la dignidad, el trabajo, la educación y la disciplina necesarias para ponerse de pie».

Vera considera –y el Papa le dio la razón– que «Akamasoa es la capital de la esperanza, donde Dios ayuda a construir una ciudad justa, inclusiva y sustentable como la que los apóstoles soñaron y como la que indica la Laudato si’».

Mauricio que no es Macri

Para el titular de la Alameda la inclusión «sorpresiva» de las islas Mauricio en este viaje del Papa a África «tiene que ver con lo que votó la ONU en mayo para que el Reino Unido devuelva el archipiélago de Chagos a las Islas Mauricio, es un caso muy similar a las Islas Malvinas», disputa que llevó a Argentina e Inglaterra a la guerra en 1982.

«Mark Twain escribió una vez: “Primero se hizo Mauricio y después el cielo; y el cielo se copió de Mauricio. Así es la tierra del arcoíris, una de las más bellas del planeta en la que la diversidad no es solo geográfica, sino también armonía entre las almas humanas. La pacifica convivencia en la interculturalidad y la interreligiosidad así lo indican. En tiempos de luchas tribales y tensiones, Mauricio es cultura del encuentro».

Y Gustavo Vera concluye su carta al Santo Padre diciendo que Mauricio (qué paradoja, es el nombre de pila del actual presidente argentino), «además es objeto de preocupación del viejo imperio colonialista desde que la ONU en mayo pasado votará por abrumadora mayoría descolonizar el archipiélago de Chagos, actualmente usurpado. Con Chagos se ha sentado un precedente valioso para Malvinas y otras zonas en las que el imperio colonial se niega a reconocer los derechos de los pueblos».